Antxon Lafont Mendizabal
Peatón

Apuntes para una república vasca. Alianzas objetivas

En espacios políticos, comunitarios, incluso familiares, se presentan situaciones duraderas de discrepancias entre sus miembros que alcanzan el nivel de adversarios en algunos casos y de enemigos en otros. Adversarios y enemigos son calificativos que, si al comienzo de las divergencias presentan diferencias primarias de lenguaje, pueden llegar a alcanzar tesituras generadoras de situaciones insalvables. Esta triste evolución se presenta reiteradamente en dominios políticos en los que las emociones alcanzan el nivel de enemistad e incluso de odio.

Líderes de partidos políticos confían a segundos espadas la transformación del debate público en lodazal de desvaríos. Los «servidores» de servicio deben sus remuneraciones a actitudes medidas por sus jefes en decibelios de ostentación sobre posiciones que ellos mismos son a veces incapaces de definir. Lo han dictado desde arriba y hay que someterse. Mientras, el peatón o bien no vota, o vota orientado desgraciadamente por el nivel de decibelios, o felizmente por la razón.

El peatón tendría la ocasión de ser «él mismo» si se recurriera más frecuentemente al referéndum. El contacto directo del político con el pueblo, por referéndum, es una execración política para los políticos que huyen del amaestramiento social sin taca-taca.

Más que nunca, debemos preocuparnos de saber leer mensajes de bandos diferentes transmitidos por medios de comunicación, algunos de ellos considerados como informadores y otros que no muestran la sinceridad de denominarse medios de opinión. El término «medios» comprende naturalmente no solo radio, prensa y televisión, sino la contaminación de sucesos deportivos tan generadores de odios muy presentes en deportes como el fútbol que tendrían que tomar ejemplo en el rugby, deporte más «recio» que solo da cabida a sentimientos de adversidad que se extinguen al final de la contienda.

Nos interesa el caso de Euskal Herria, y más particularmente en este momento vivido en Hegoalde, donde parece recientemente evidente de una situación más solidaria en la relación entre dos partidos vascos, uno de ellos asociado a un partido español a pesar de su fe de origen. Ambos aspiran a la república vasca; digo bien vasca y no vascongada. Iparralde ya dispone de República.

Estas líneas parecen inoportunas en víspera de elecciones autonómicas, pero es precisamente por ello que el peatón tiene la oportunidad de medir la verdadera intensidad de la aspiración a la república vasca, tanto por los que reciben órdenes del territorio vasco como por los que se ven obligados a seguir consignas foráneas.

Si los partidos abertzales realizan alianzas objetivas duraderas, en un primer tiempo, incluso en el caso de partidos que en parte deben seguir consignas exteriores, la representación de peatones partidarios de ese tipo de alianzas sabrán diferenciar la actitud de sus componentes. Así se evitarán dispersiones de votantes, que no llegando a comprender, con razón, qué partidos aspiran a su derecho a decidir sin trabas, den sus votos a partidos españoles, PP en un caso y PSOE en otro. Sería el invierno riguroso de nuestra política.

Las urdimbres que vivimos traspuestas a territorios juzgados como políticamente periféricos ponen en evidencia matrimonios políticos considerados hasta ahora legítimos, pero que vuelven a conferir autonomía a algunos de sus componentes. Enlaces antinatura de apoyo mutuo, en el Estado y en el territorio «autónomo», comunican «reindependencia» del más frágil, dándole paradójicamente más fuerza que en su anterior situación. La razón es sencilla: el más subyugado no es el que parece más fuerte, sino el que sabe hacer comprender que el aparentemente más débil dispone de medios sin los que el más fuerte no puede dar un paso.

La política que consiste en transformar nuestro adversario puntual en enemigo permanente nos conduce a espacios perennes de conflicto como el israelo-palestino, alimentados por aspiraciones exteriores de enemigos, USA-China, que sabrán ser aliados objetivos cuando su confort político se vea amenazado. Lo local es lo universal sin los muros, recordaba el poeta portugués Miguel Torga.

Pedimos a los medios de comunicación rebelarse contra algunas redes sociales que actúan con la intención de forjar embrollos. Los medios tienen la capacidad de reforzar nuestra aspiración si ven en nosotros convicción y talento.

El afán por la república vasca no está fundado en oposiciones, ya que esa república buscará alianzas objetivas sobre finalidades comunes con diversos territorios, entre ellos España, que interesarán tanto a nuestra república como a la española, en este caso, si la alcanza. Una vez más, parece conveniente recordar que el territorio es el suelo más la identidad. A España y a cualquier otro Estado creo que le interesa encontrar ocasiones de colaboración con territorios y no con suelos, esta siendo la manera de alcanzar metas materiales cuyas características económicas y culturales solo sean consideradas si se tiene la capacidad de llegar a las masas críticas necesarias a su logro.

La identidad es también la capacidad de asociarse por la aptitud a decidir. Estas líneas no deben poner en oposición a encartados de EH Bildu y del PNV. Admiramos tanto la agudeza política de Otegi como la agilidad real de algunos miembros de la directiva del PNV que actúan con proposiciones que erizarán la epidermis de su socio español. En este momento se oyen condenas increíbles; peatón, es conocida la observación de que no interrumpas al adversario cuando desvaría en su discurso.

El sol consigue que a veces sus rayos pasen entre nubarrones. En un municipio de la región parisina, el imán y el rabino han puesto en común, como alianza objetiva, sus locales de culto y sus servicios para acoger a necesitados sociales.

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