Arantzadi: una oportunidad perdida
Los firmantes de este artículo son críticos con el actual modelo del parque de Arantzadi y enumeran cinco razones.
1. La económica. Invertir seis millones de euros en este momento en este proyecto no es prioritario para Pamplona. Menos cuando, con la excusa de la actual situación de crisis económica, se están poniendo en solfa los servicios públicos más elementales. Además, se han iniciado las obras sin garantía de continuidad, pues la segunda fase del proyecto, que asciende a casi cinco millones de euros, no cuenta con financiación europea y las arcas públicas no están en condiciones de sufragarla. El propio concejal delegado de Urbanismo, el señor Etxeberría, ha afirmado en Comisión que la segunda fase se hará «cuando se pueda». Iniciar el proyecto en estas condiciones es irresponsable.
2. El modelo de parque. El modelo de parque que finalmente se está desarrollando no concuerda con nuestro modelo de ciudad, ni desde el punto de vista de la sostenibilidad ambiental ni desde el punto de vista de la preservación adecuada del entorno hortícola. Ni siquiera respeta el espíritu del proyecto original. Se podía haber optado por una intervención mínima que nos permitiera disfrutar de este espacio público sin cambiar tanto su particular estructura original. Pero se está optando por una actuación agresiva, que está transformando radicalmente la estructura del meandro y ha añadido nuevas edificaciones de volumen importante.
3. El modelo productivo. Se elimina la mayor parte de las huertas, y a las que quedan se les da un carácter principalmente museístico ornamental. Por tanto, el proyecto de Arantzadi camina en el sentido opuesto al que se está avanzando en otras capitales europeas y del Estado, de proteger y recuperar la huerta urbana como apuesta por una alimentación y unos hábitos de consumo más sanos, y en apoyo a la producción hortícola en la propia localidad. Frente a una realidad de buenos hábitos de producción (ecológica) y consumo (a km 0, sin necesidad de transporte) se fomenta el esquema de parque temático, de exhibición y muestrario, sepultando bajo los escombros y la tierra removida décadas y décadas de trabajo hortícola «de verdad».
4. El modelo de gestión: Tras obtener la titularidad pública de todo el suelo se ha procedido a la privatización de su gestión, cediéndosela en exclusiva a Fundagro, entidad privada vinculada a la UAGN. En lugar de sondear otras posibilidades desde las propias instituciones, de implicar a instituciones formativas (universidades, escuelas, centros escolares...), a organizaciones ecologistas, a asociaciones vecinales...; en lugar de dar cabida a la participación, de estudiar propuestas más abiertas y democratizar las huertas, como se está haciendo en otras ciudades mediante las llamadas huertas sociales, en Iruñea se entrega la gestión a una entidad, en un proceso en el que ha predominado el oscurantismo y en el que la adjudicación tiene claros tintes clientelistas.
5. La falta de participación ciudadana: No se han querido abrir las puertas a la participación ciudadana en un proyecto de esta envergadura que afecta a un espacio central de la ciudad. La respuesta de UPN, PSN y Geroa Bai a la petición de una moratoria que permitiera hacer un debate en profundidad del proyecto ha sido la cerrazón más absoluta. Creemos que la institución municipal tiene la obligación de escuchar alternativas y de atender las peticiones de diálogo. En este caso el ayuntamiento, y más particularmente el gobierno de UPN, se ha cerrado totalmente en banda, y no ha querido ni recibir en Comisión a quienes desde la propia sociedad lo cuestionan, y proponen otro modelo de actuación. De forma que se han iniciado las obras de la peor manera, con intervención de la policía y con la detención de personas que protestan y reivindican, entre otras cosas, su derecho a ser partícipes, derecho al que no se ha dado cauce. Hace tan solo unos meses aún había tiempo de reconsiderar el proyecto, y no se hizo. Y es que la propia situación de crisis económica, y el alto índice de desempleo juvenil de algunos estados miembro, ha llevado a la Comisión Europea a permitir la reorientación de los fondos de cohesión ya concedidos a determinados proyectos -como es el caso de Arantzadi- hacia fines distintos a los originales, siempre que estuvieran vinculados a crear empleo juvenil. Hace unos meses teníamos en nuestra mano la herramienta para haber paralizado y reconsiderado el parque conservando, al mismo tiempo, las ayudas europeas. Pero ni UPN ni PSN ni Geroa Bai quisieron escuchar, y han avalado una y otra vez el destino de esos tres millones de euros de Europa a iniciar unas obras que aún no se sabe cuándo terminarán, ni el coste total que van a suponer a los pamploneses y pamplonesas. Al contrario, estas fuerzas políticas han interpretado el debate sobre Arantzadi como un pulso. Pulso entre quienes se empeñan en avalar una actuación que está ejecutando UPN a su peor estilo, condicionada por múltiples decisiones previas que han sido polémicas y que ha estado huérfano de un verdadero intento de participación, frente a quienes abogamos por otra forma de construir Iruñea, desde criterios de sostenibilidad ambiental, económica y alimentaria, desde el respeto al legado cultural y natural propio y sin opacidad ni amiguismos, desde un ejercicio real de la participación ciudadana.