Ander Loyola
EH Bildu Zizur Nagusia

¿Avanzar o retroceder? Los bloques deciden qué Zizur queremos

Zizur, un pueblo con historia, identidad e iniciativa, está atravesando un momento decisivo. En estos tiempos de cambios e incertidumbre, donde crecen los discursos de la desesperanza y el miedo, donde importa más comprar que compartir y donde la vida se ha vuelto más individual, pueblos como el nuestro corren un riesgo claro: convertirse en un pueblo dormitorio, apático, despersonalizado y dependiente.

Un pueblo dormitorio es aquel donde sus vecinas y vecinos no sienten que tienen algo en común; un lugar donde se construye mucho, pero se crea poco; que crece hacia afuera, pero se vacía por dentro; que tiene viviendas, pero no vida; que cuenta con presupuestos, pero no con proyecto; donde la juventud se marcha, el euskera se debilita, la participación decae y el comercio local se apaga. En definitiva, un lugar donde se habita, pero no se vive.

En este contexto, la presente legislatura es un punto de inflexión en el que se está decidiendo qué camino tomará Zizur en el futuro. Tras ocho años de gobiernos compartidos entre Geroa Bai y EH Bildu (2015-2023), acompañados por otras fuerzas del bloque progresista como PSN y AS Zizur, los resultados electorales de 2023 reforzaron esa confianza: Geroa Bai obtuvo 6 concejales y EH Bildu 4. El punto de partida era inmejorable: un amplio bloque de progreso —12 concejales frente a los 5 del bloque de UPN y PP— y cuatro años por delante para consolidar el cambio iniciado en 2015.

Tras la decisión de Geroa Bai de gobernar en solitario, no obstante, este camino se encuentra ante una disyuntiva clara: o apostar por un modelo de pueblo revitalizado, sobre la base de una comunidad viva, plural y socialmente activa; o caer en la inercia hacia un pueblo dormitorio, pasivo y sin proyecto.

Y, en esa encrucijada, hay un factor que explica buena parte del estancamiento político en el que puede quedarse Zizur: el papel que está jugando UPN, acompañado por el PP. Más preocupados por fomentar el enfrentamiento entre grupos y excluir al bloque progresista de las decisiones importantes, constituyen un bloque conservador, sin ideas, guiado por la inercia, que actúa como freno al avance de nuestro pueblo.

En esta legislatura se ha comprobado que para formar mayorías en Zizur, no es lo mismo sumar los 5 votos del bloque de la derecha (UPN y PP) que los 6 votos del bloque progresista (EH Bildu, PSN y AS Zizur), a los 6 votos con los que ya cuenta el gobierno de Geroa Bai. Matemáticamente, ambas opciones generan la misma mayoría absoluta, pero su impacto político y social es radicalmente distinto.

En esta legislatura, cada vez que el bloque de la derecha ha apoyado a Geroa Bai para sacar adelante asuntos estratégicos, Zizur ha perdido una oportunidad de avanzar. Pudimos haber respaldado una comunidad energética vecinal, impulsada por zizurtarras, pero se optó por una comunidad auspiciada por Repsol a la que se entregaron, a precio cero, las mejores cubiertas municipales, con las que serán los de siempre los que harán negocio. También hubo un proceso ciudadano ilusionante para repensar las fiestas, con nuevas propuestas como un txupinazo participativo y un espacio festivo impulsado por los colectivos culturales y musicales, que se dejó en un cajón. Anclados en un modelo agotado y en una visión nostálgica, el bloque de UPN y PP ha convertido el Pleno municipal en un espacio de resistencia con el fin de hacer retroceder a Zizur.

Por el contrario, cuando se ha seguido el pulso social del bloque progresista, las cosas han funcionado: ahí está la nueva escuela infantil 0-3, una victoria colectiva fruto de la presión ejercida por las familias y la insistencia del bloque progresista que, finalmente, hizo decantarse a Geroa Bai por la propuesta de una nueva escuela para Ardoi, frente al modelo de crear una macroescuela ingestionable que defendía el bloque de UPN y PP.

Conscientes de los riesgos de limitar la actividad del Ayuntamiento a la mera gestión rutinaria, como pretende el bloque de la derecha, la recta final de la legislatura no puede limitarse a gestos simbólicos, acuerdos parciales o mayorías coyunturales. Es el momento de levantar la cabeza y recuperar un impulso social y transformador. Es hora de tomar una decisión política de fondo: decidir con qué bloque y con qué prioridades se hace frente a la inercia global que nos empuja a ser un pueblo dormitorio, apático y uniforme.

EH Bildu afronta el año 2026 convencido de que el futuro de un Zizur más vivo pasa por tomar las decisiones mediante acuerdos con el bloque progresista, un bloque que escucha a una comunidad con ganas de innovar y experimentar, y que está dispuesto a construir su pueblo con vocación comunitaria, con participación y con proyecto. 

Frente al bloque de la derecha, que se conforma con mantener esa inercia conservadora que empuja a Zizur a convertirse en un pueblo dormitorio, en EH Bildu miramos hacia adelante, con ilusión y esperanza, porque queremos desplegar un proyecto junto con el Zizur que trabaja y socializa en su pueblo, que vive y siente sus calles, que educa, que participa, que disfruta de sus fiestas y que también vive en euskera. Y es que, como decía Pepe Mujica, la gestión sin felicidad no sirve; la política debe ser la lucha por la felicidad de todas y todos, y no hay nada más importante que tener con quién compartir la vida.

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