Itziar Fernandez y Germán García
Activistas de Ongi Etorri Errefuxiatuak

Caravanas atravesando fronteras

Por suerte, también hay otras caravanas. Caravanas formadas por gentes solidarias y comprometidas.

Las caravanas de migrantes centroamericanos hacia Estados Unidos constituyen verdaderos éxodos. Existen desde hace muchos años pero desde 2018 han dejado de ser clandestinas, han tomado forma de reivindicación política colectiva, para protegerse de tanto abuso y para exigir su derecho al libre tránsito.

La primera, formada por unas mil personas hondureñas arrancó el 13 de octubre de 2018, empujadas por la pobreza y la violencia en su país. Siguieron el ejemplo personas desplazadas por la violencia, la ausencia de futuro y falta de libertad en Guatemala y El Salvador.

Desplazados forzosos, arrancados de sus países por la necesidad de sobrevivir y buscar una vida digna, que han encontrado mil penurias en el camino y, lo peor, la resistencia de países, como México. Estas caravanas centroamericanas encuentran ahora cerrados sus caminos, Donald Trump se ha mostrado dispuesto a imponer el genocidio como política de Estado para impedir la entrada de migrantes en EEUU (se piden veinte años de cárcel para un voluntario que dejó agua para evitar la muerte de sed de las personas migrantes). La separación de los niños de sus padres es una de las manifestaciones más crueles de la política de migración del gobierno de EEUU.

También llevan muchos años las caravanas de personas que intentan cruzar desde África a Europa. Arriesgan sus vidas, y todo lo que han conseguido reunir sus familias, para llegar al nuevo El Dorado. Sin embargo, se les cierran las fronteras, no sólo con vallas y concertinas, sino también con acuerdos que rompen las costuras de la legalidad europea. Acuerdos en los que se compran los servicios de países mercenarios –Turquía, Libia– para frenar la migración, conociendo la práctica de los medios absolutamente inhumanos practicados por estos países (el abandono de los migrantes en el desierto, su esclavización o su rapto hasta el pago de rescate). La farsa de Europa como espacio político de derechos humanos en toda su crudeza.

En Asia son caravanas de barcos abarrotados, lanchas precarias, en las que cientos de miles de rohingyas han tenido que desplazarse a Bangladesh ante el genocidio al que estaban siendo sometidos por el Ejército de Myanmar.

Por suerte, también hay otras caravanas. Caravanas formadas por gentes solidarias y comprometidas que cruzan en autobuses, ferrys, o como pueden, esas fronteras que los pasaportes de los países enriquecidos permiten transitar. Estas caravanas pueden llegar a los lugares donde están las personas migrantes y refugiadas y los colectivos solidarios que las apoyan.

Una de estas caravanas de solidaridad saldrá por cuarta vez de Euskal Herria el 12 de julio para volver el 21. Organizada por Ongi Etorri Errefuxiatuak junto a organizaciones de los Estados español e italiano, y bajo el nombre de Caravana Abriendo Fronteras/Mugak Zabalduz Karabana irá hacia la Frontera Sur de la migración a Europa, este año recorriendo desde Granada hasta Huelva y cruzando el Mediterráneo, convertido en tumba de tantas personas migrantes, para denunciar en Ceuta la Europa Fortaleza: la valla, las concertinas, los crímenes del Tarajal, la necropolítica... Más información e inscripción hasta el 23 de junio en https://mugakzabalduz.eus/

El objetivo, hacerles saber que no están solas, conocer de primera mano la situación, denunciarla y volver a casa para compartir esa experiencia, explicar lo que se ha visto y escuchado y generar una opinión pública consciente para que ninguna persona sea considerada ilegal y sea la nuestra una sociedad donde no se acepte la posibilidad de la existencia de personas sin derechos.

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