Alfredo Ozaeta

Cómplice equidistancia

Asociada al pensamiento o filosofía indica al igual que en su definición geométrica la igualdad en la distancia a puntos, figuras, objetos, que, en su acepción referida a la opinión, juicio o valoración, equilibra las razones de acciones enfrentadas. Estimación que lejos de la definición primaria alberga en muchos casos la falsa y tendenciosa moral de ponderar por igual a partes enfrentadas, y a las motivaciones y argumentos que los ha llevado a ejercer su rol correspondiente.

Hay momentos y situaciones en nuestra existencia que no admiten equidistancias, máxime cuando se cuestionan aspectos relativos a la propia libertad, justicia o derechos. El no tomar postura con determinados hechos no solo implica cobardía en sí, es además un acto de interesada indolencia como reflejo de miseria personal que en muchos casos se traduce en miseria colectiva.

Los discursos de una gran parte de los políticos y los de los lobbies o poderes que les sustentan son claros exponentes de falsa neutralidad. Pretenden dar la sensación de objetividad o equidad definiendo a su vez claras e interesadas posiciones para justificar en la mayoría de los casos al agresor, su aliado, y culpabilizar al agredido.

El ejemplo más evidente lo tenemos cuando nos hablan de la violencia. Donde lo que menos les importa son las víctimas, proporcionalidad, daños, su legalidad o la propia justicia del fin en sí mismo, si no, quien la emplea, con que fines y contra quien. Habilitando despachos o instancias donde se aprueba o repudia su uso en función de quien la ejerza o padezca.

Quien no ha escuchado o leído en miles de ocasiones el mantra de su enlatada y manoseada condena de la violencia: «venga de donde venga» y de los programados y subvencionados: «grupos por la paz», que sin decirlo a las claras nos indicaban e «ilustraban» que solo a una de las partes le correspondía ejercerla.

Esto parece ser que es lo quieren hacernos ver desde los grandes medios y poderes respecto al conflicto entre Israel y Palestina, en cuyo esquema, sin analizar causas u orígenes ya intentan señalar e insinuar los niveles de responsabilidad. Mientras que a una parte se le otorga incondicionalmente el derecho a perpetuar «las razones» del expolio y agresión, a la otra parte se le niega el derecho a recuperar sus propiedades y a defenderse de la continuada injusta agresión que lleva décadas soportando.

Sin obviar que la solución a este enfrentamiento, como en el resto de los conflictos, además del cese inmediato de los brutales y vengativos ataques, debe venir por el diálogo y justa negociación de las partes implicadas en igualdad de condiciones y tuteladas por Estados u Organismos imparciales, que vamos a pensar que alguno existirá. Priorizando el respeto de todos los derechos, y excluyendo a civiles, niños o personas vulnerables y bienes en su utilización como moneda de cambio y chantaje en la estrategia de eliminar al considerado molesto o incómodo, como actualmente está sucediendo en la franja de Gaza y en otros territorios palestinos ocupados. En este caso, y dada la pasividad internacional, toca a la sociedad, contamos con experiencias cercanas y recientes, tomar la iniciativa, movilizarse y presionar a los gobiernos hasta obtener una paz justa y duradera.

Esta premeditada y falsa equidistancia no deja de ser uno de los mayores ejercicios de calculada hipocresía en el reparto de etiquetas y hacerlas permeables en la opinión pública; considerar terrorista al que intenta defenderse o responder al matón con sus mismas armas y métodos. Y otorgar legitimidad e incondicional apoyo al ejercicio y uso de la violencia para seguir oprimiendo y sometiendo al «incómodo enemigo».

Sin eximirles de ningún tipo de responsabilidad que pueda corresponderles, ¿alguien a estas alturas puede llegar a pensar que la culpa de la escalada armada pertenece única y exclusivamente al grupo Hamás? Todo el mundo sabe que su nacimiento, irrupción y fortalecimiento en el pueblo palestino ha sido una consecuencia más provocada por la inanición de las potencias occidentales, a las continuas agresiones y vejaciones sionistas contra el territorio y pueblo palestino, así como por los continuos incumplimientos por parte de Israel de todos los acuerdos de pacificación y respeto a los derechos humanos, con el total beneplácito de sus poderosos cómplices europeos y estadounidenses.

¿Cuántas fotos hemos visto y noticias de los niños y civiles asesinados en Gaza y otros territorios ocupados por parte de colonos y el ejército sionista?, pocas o ninguna, ¿Qué nos cuentan acerca de la vida de los gazatíes con total dependencia de energía y suministro del interruptor, grifo y candado Israelita para poder tener acceso a los servicios y alimentos más básicos? ¡Nada!

Todo ello sin entrar en la tremenda desproporción entre las fuerzas e incondicionales apoyos, económicos, políticos, logísticos y militares de unos y otros. Sustentados a su vez por religiones que tanto la del {ojo por ojo} como la de {poner la otra mejilla}, son tan falsas en ambos casos como en estos momentos la ficticia neutralidad y democracia en los EEUU y en la UE.

Y en este punto, no deja de ser preocupante a la vez que terriblemente triste observar la deriva de Europa y su subordinación a las directrices impuestas por Estados Unidos y la OTAN, tanto política como militarmente, en la generación de conflictos para la toma de posiciones en su tablero geopolítico y económico bien se trate de antiguas colonias africanas, latinoamericanas o en el actual enfrentamiento ruso-ucraniano por mencionar solo algunos de ellos.

Hay que ser claros tanto con la violencia como con todas las vulneraciones de los derechos humanos, bien sean sociales, económicos, ambientales o políticos, y en el caso que nos ocupa además de la total y absoluta solidaridad con todas las víctimas y afectados inocentes, sean palestinos o israelitas, el apoyo más incondicional al pueblo palestino y la condena y rechazo más contundente a la agresión del Gobierno israelí y a sus colaboradores.

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