Construir la libertad para optar por la paz
La apuesta renovada de la izquierda abertzale hacia la independencia y el socialismo nos sitúa ante tres retos:
la activación de un proceso independentista aglutinador y transversal que sitúe a Euskal Herria en un escenario de confrontación democrática con los estados; la construcción de alternativas populares al capitalismo neoliberal que confronten el modelo social y nutran la apuesta por el Estado vasco; y la resolución de las consecuencias del conflicto como punto de partida hacia un posterior escenario global de amnistía.
El inmovilismo de los estados indica que el proceso independentista y transformador tendrá que realizarse, al menos en sus inicios, con las presas y presos políticos en las cárceles, las fuerzas de ocupación en nuestro pueblo y en ausencia de un marco democrático. El proceso por tanto, será un proceso de lucha, de movilización social y presión popular.
En el decorado puede parecer que nada ha cambiado desde Zutik EH. Continúa el veto para que Euskal Herria decida libremente su futuro, se niega el diálogo y continúan la imposición, la represión y las leyes de excepción. Sin embargo, bajo esa hojarasca hay un suelo únicamente necesitado de un viento que lo despeje, de un aire nuevo que ha de tener su motor en el proceso independentista.
Los últimos años hemos intentado construir la paz para poder optar a la libertad. Ahora, se trata de construir la libertad para optar a la paz. Un camino que requiere lucha y confianza en nuestras fuerzas y proyecto pero, sobre todo, saber valernos políticamente de lo generado. Potencialmente ha cambiado todo. La política de trincheras de los últimos 30 años, donde avanzar un metro costaba un esfuerzo ingente, dio paso a un terreno abierto y la posibilidad política de ganar espacios. Debemos ser los primeros en adecuarnos a ese terreno entendiendo la renovación táctica y política que todavía ha de abordarse y entendiendo que las cuestiones de los «presos», la «ocupación» y el «desmantelamiento de la arquitectura de excepción» serán auténticos retos.
Durante décadas, la lucha pro-amnistía ha modelado discurso, dinámica y formas de actuación en función de la estrategia política y la coyuntura represiva. Al final del franquismo se impulsó una ¡ estrategia en torno a la reivindicación incondicional de la amnistía en parámetros revolucionarios y de fin del régimen franquista (las sangrientas semanas proamnistía del 77 dan fe). En la década siguiente, la acumulación de fuerzas se situó en la Alternativa KAS, uno de cuyos 5 puntos era la amnistía, caracterizada en términos ideológicos de ruptura democrática y en términos fácticos de negociación ETA-Estado. Posteriormente, la Alternativa Democrática se sitúa en parámetros de articular nuevas mayorías en torno a la construcción nacional y derecho a decidir. En consonancia lógica, se define todo un camino de objetivos intermedios hacia la amnistía, tratando también de lograr mayorías sociales en torno a: condiciones dignas en prisión, fin de la dispersión y repatriación, libertades condicionales, excarcelación de enfermos graves… Dinámicas y reivindicaciones que antes no estaban en la agenda y para las que no se dudó en utilizar y apoyarse en el marco legal.
Esta adecuación de la lucha pro-amnistía ha sido transitada por EPPK y EIPK en las diferentes fases que han tenido que afrontar en prisión o el exilio. No sólo para responder a las diferentes estrategias represivas (cárceles de exterminio, dispersión, aislamiento, deportación, confinamiento) sino para aportar políticamente.
En resumen: poner en marcha el proceso independentista desde el nuevo suelo pero con las cárceles sin vaciar va a requerir la renovación política de toda la lucha pro-amnistía. Por un lado, fijando reivindicaciones capaces de articular mayorías sociales en la demanda práctica de excarcelación; por otro, con elementos ideológicos que sitúen a EPPK y EIPK no como pasado sin resolver (como quieren el Estado Español y el PNV) sino como presente activo. La primera cuestión exige definir objetivos intermedios y situar gran parte de la lucha pro-amnistía en el marco legal, plano que mejor ayuda a la articulación de mayorías y donde más contradicciones se le crean al Estado. Se trata de quebrar la lógica en que el Estado sustenta su armazón represivo, de abrir grietas en su estrategia para conducir hacia ellas la presión popular. La otra cuestión (ideológica) exigirá situar a EPPK como disidencia política encarcelada y, en consonancia con el proceso independentista, como presos y presas independentistas y socialistas. En suma, el proceso independentista también debe ser una palanca para resolver las consecuencias del conflicto y lograr un escenario global de amnistía.
En este camino, EPPK-EIPK tendrán que hacer también sus análisis y aportación, como siempre lo han hecho en los momentos clave. Nos corresponderá entonces al resto de la izquierda abertzale apoyar y acompañar políticamente todos los pasos y decisiones que propongan. Es este ánimo el que queremos mostrar en las calles de Bilbo el domingo 17 de abril, día internacional del Preso Político. Zatoz gurekin!