Juna Tomas Enciondo

Contribución al relato. Un patrimonio colectivo al servicio de la memoria

Este último libro y los tres anteriores cumplen estrictamente el cometido de garantizar la comprensión de la gente de una parte del proceso sostenido en defensa de la libertad y el desarrollo de la democracia

La ya lejana década comprendida aproximadamente entre los años 1974 y 1984 albergó, entre otras muchas vicisitudes de todo género, desde eclosiones de vitalidad sociocultural hasta circunstancias dramáticas inolvidables, una trascendental movilización popular en demanda de la paralización de unos megalómanos e injustificables proyectos de generación eléctrica mediante centrales nucleares.

Las insondables circunstancias de nuestras particulares vidas nos situaron a un pequeño grupo de personas en la punta de lanza, quizá mejor dicho en la parte más visible de la cresta de una ola de rechazo popular a la pretendida nuclearización de la costa vasca de hegoalde y de un territorio del sur de Nafarroa (Tutera). Los miembros del grupo, no más de una decena, procedían de las organizaciones del entonces pujante movimiento vecinal y de familias, único oasis de semilegalidad en la maraña del tardofranquismo, que supo asumir, encauzar e impulsar las ansias transformadoras y de conquista de cotas de libertad que vivía entonces una gran parte de la población de nuestro pueblo.

El grupo nació rodeado de expertos científicos que dieron poso y contundencia argumental a la oposición, contó con un gran equipo jurídico que armó una trama judicial contra las ilegalidades flagrantes con las que se quería justificar el programa y generó pronto un entorno militante y dinamizador de la movilización.

Una década duró la trama sociedad civil organizada versus empresa y poderes públicos, hasta que finalmente un PSOE recién llegado al poder optó por modificar el plan energético nacional y aparcar el proyecto de la central de Lemoiz, único de los inicialmente pretendidos que llegó a construirse casi hasta el final. La confrontación fue dura, áspera, sin tregua, y no se llegaron a crear espacios y lugares para el debate fundamentado, más allá de lo que algunos medios de comunicación hacían posible. Más bien la norma de la empresa y de las instituciones que apoyaban el proyecto era la de desoír la reivindicación, menospreciar su capacidad argumental y seguir por encima de todo con el proyecto. Y cuando la confrontación llevaba recorrido un largo camino de oposición pacífica y de desobediencia civil, fue apareciendo la resistencia violenta, primero a base de sabotajes aislados pero frecuentes y más tarde con la intervención directa y explícita de la organización ETAm. Lo que debió ser un movimiento reivindicativo coherente, que merecía ser escuchado y atendido por las administraciones para después resolverlo de forma democrática y pacífica, pasó a enmarañarse en la espiral violenta que por éste y por otros temas, convirtió a Euskal Herria en un infierno de dolor y sufrimiento para casi toda la población. Lo absolutamente irreparable, las víctimas mortales: David Álvarez, Andres Guerra, Alberto Negro, Gladys del Estal, Angel Baños, José María Ryan y Angel Pascual. A sumar los heridos, el niño Alberto Muñagorri sufrió terribles heridas y lesiones, y multitud de contusionados, maltratados, perseguidos, amenazados… La controversia antinuclear en Euskadi quedó señalada para siempre con el estigma de la violencia y la conculcación de los derechos humanos.

El grupo dinamizador de la oposición se denominó Comisión de Defensa de una Costa Vasca No Nuclear y aunque nunca adquirió personalidad jurídica obtuvo el reconocimiento moral preciso para representar dignamente a la sociedad civil y encauzar la movilización antinuclear especialmente en lo referente al rechazo a la puesta en funcionamiento de la central de Lemoiz.

Y uno de los más trascendentes esfuerzos de la Comisión para consolidar y perpetuar el conocimiento de lo que realmente fue ocurriendo en el devenir de la confrontación fue la publicación de tres libros/informe que fueron recogiendo cronológicamente la mayor parte de los comunicados de prensa, las publicaciones de medios de comunicación y artículos de opinión de los más significados actores de la confrontación y especialmente los de la propia Comisión y demás organismos implicados. Los tres libros “Hacia una costa vasca nuclear?”, “Euskadi o Lemoniz!” y “La controversia nuclear. Lemoniz” constituyen un bagaje documental indispensable para entender y calificar la movilización antinuclear y, en consecuencia, un instrumento fundamental para contribuir a la comprensión objetiva de un capítulo muy concreto de nuestra historia como pueblo.

Cuarenta años después de la publicación del tercero, la paralización de facto de las obras y el posterior apartamiento de la central de Lemoiz del Plan Energético Nacional, el mandato popular de la Comisión quedó desprovisto de objetivo y el grupo pasó a una retaguardia de vigilancia activa.

En los últimos tres años los miembros de la extinta Comisión estamos culminando un trabajo de transmisión de la totalidad del archivo documental generado principalmente en los años de la controversia, materiales gráficos, audiovisuales, documentales, bibliográficos… a fundaciones y entidades privadas que de una parte aseguran la pervivencia del legado y posibilitan su difusión de modo que pueda estar al alcance de las generaciones que no conocieron el conflicto y de estudiosos que quieran investigar científicamente en él. Una parte obra en poder de Lazkaoko Beneditarren Fundazioa, con sede en Lazkao, otra de Enaden Begiak Fundazioa, domiciliada en Ea. Por otra parte el mural titulado “Lemoiz gelditu” realizado en 1980 por los pintores Ameztoy, Zumeta y Zabala para el movimiento antinuclear fue donado al Museo de Bellas Artes de Bilbao, que garantiza su exhibición y su mantenimiento.

Ya solamente quedaba la publicación de un cuarto libro/informe que recogiera lo acaecido durante el resto de la controversia no incluido en los tres anteriores y culminara de esta manera el retrato completo de la movilización. Y el resultado es lo que el lector tiene en sus manos.

El Instituto Gogora de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos ha prestado su colaboración a que esta publicación vea la luz, entendiendo que Gogora «será un agente activo en la permanente conmemoración de los valores políticos y sociales que garanticen el conocimiento, comprensión y conciencia de la ciudadanía respecto al proceso sostenido a lo largo de décadas en defensa de la libertad y del desarrollo de la democracia en nuestro país».

Este último libro y los tres anteriores cumplen estrictamente el cometido de garantizar la comprensión de la gente de una parte del proceso sostenido en defensa de la libertad y el desarrollo de la democracia. Esto es, los libros a estas alturas constituyen un documento ineludible para contribuir al relato de la historia y a desentrañar el contexto en el que la violencia se mezcló en una movilización popular. Porque como decía recientemente el historiador y politólogo Iñaki Egaña «Sin contexto no somos nadie. El contexto nos ha hecho nacer, crecer o llegar a este trozo de tierra. El contexto nos ha hecho que en nuestros genes perdure el ADN del desafío y del compromiso por un mundo más justo, incluido el de la aplicación integral de los derechos humanos».
 
Conviene recoger aquí unas palabras de la investigadora ecofeminista Yayo Herrero «La contraparte de la memoria es el olvido. Un recuerdo poco repetido pierde capacidad de evocación. Un recuerdo que no adquiere sentido en la memoria no lleva al aprendizaje. La represión obliga al olvido activo. Los recuerdos reprimidos no se pierden pero no son accesibles a la conciencia. Lo reprimido, nos recuerda Freud, es el componente central del inconsciente y genera un malestar que no sabemos de dónde viene y que salta por donde menos lo esperas».
 
Con este libro, con los tres precedentes, con el archivo y la catalogación de la documentación de todo tipo generada a lo largo del tiempo de la controversia y sobre todo con el esfuerzo de los lectores y de los historiadores y estudiosos interesados, podríamos contribuir a contrarrestar las tesis simplistas y manipuladoras de que «ETA acabó con Lemoniz», como si la razonada, la pacífica y argumentalmente contundente movilización popular contra el proyecto hubiera sido un mero humo, unas inofensivas salvas de artificio, y que el controvertido proyecto electronuclear era algo así como el bendito y santo grial infalible mediante el que una empresa y sus partenaires políticos lograrían la salvación socioeconómica de Euskadi.
Y de paso acabar de una vez con el recurso tan común y manido de que «es mejor olvidar y mirar hacia adelante».

NOTA. El texto que precede está recogido literalmente del recientemente publicado IV Libro Informe de la Comisión titulado “La confrontación nuclear en Euskadi. Lemoniz”, coeditado por la asociación Enaden Begiak Euskal Kostalde Berreskuratzeko Elkartea y Txalaparta.

Recherche