Juan Mari Zulaika
miembro de Goldatu

¿Cuándo el desarme del franquismo?

Muy sintomática la reacción del Gobierno español y prensa afín ante la celebración del desarme de ETA en Bayona. Por no admitirle, no le reconocen ni el derecho al desarme, que por otro lado le exigen. Sólo desean la caza del hombre, perseguirles hasta dar con el último de ellos. Es una forma de abordar el conflicto, aplicar el derecho penal del enemigo.

Su contrariedad por el desarme me transporta a los años siguientes a la muerte de Franco y de Carrero. Los hombres del Caudillo se apresuraron a proclamar la Ley de la Amnistía con la que  asegurarse su propia impunidad por los crímenes de guerra y de la dictadura de los 40 años. El objeto era sustraer al pueblo español el derecho a reclamar justicia. Víctimas de Tribunales fascistas, los presos políticos no precisaban ser amnistiados. Al contrario, había que haberles premiado por su resistencia heroica contra el régimen franquista. Los partidos demócratas transigieron este paso debido a la presión militar que les amenazaba.

El franquismo no se extinguió con la desaparición de Franco, quien todavía preside el país desde el alto del Valle de los Caídos. Nos impuso sin más al monarca Juan Carlos. La monarquía es un hecho preconstitucional no consensuado. «Todo atado y bien atado». Para nada se depuraron las Fuerzas Armadas del ejército vencedor. Se erigieron las Cortes de aquella manera y se parió la Constitución bajo el auspicio de los militares, quienes de modo autoritario se arrogaron la defensa de la unidad española. Los partidos demócratas volvieron a transigir por el ruido de los sables.

Los elementos destacados del franquismo como Fraga, Martín Villa, etc. se mantuvieron en la cúspide política de la transición, que en absoluto supuso una ruptura con el anterior régimen. Si algo cambió la estructura militar, fue debido al cambio generacional y su entrada en la OTAN. La estructura judicial persistió, sin embargo, tal cual se heredó del Régimen con ligero cambio de nombres y perdura aún. ¿Quién no reconoce la Audiencia Nacional como el TOP de antaño? Buena prueba de la impunidad y del inmovilismo inherentes al franquismo ha sido el bipartidismo que ha guiado la transición. 

La legislatura anterior de Mariano Rajoy ha agravado, si cabe, la naturaleza seudo-democrática del sistema. La corrupción sistémica, las progresivas reformas laborables, los recortes sin cuento, la represión que recrudece, la violenta reacción y el frentismo contra los partidos emergentes –cualquier cosa por mantener el status quo–, el bloqueo sostenido contra la izquierda abertzale pese a su legalidad, la vengativa política contra los presos de ETA, la impunidad de la tortura, tan habitual como expoliada de toda posibilidad de pruebas en los escasos procesos, la gratuidad de innumerables encarcelamientos sin causa, etc. son demasiados tics heredados del franquismo. Sobran ejemplos para ilustrar todas y cada una de las afirmaciones del párrafo.

Ni Fraga, ni Martín Villa, nunca nadie de los prohombres del franquismo, han pedido perdón por la sangrienta guerra con sus bombardeos y sus fusilamientos, ni por la cruel dictadura en cuarenta años. Entienden la Ley de Amnistía como ley de punto final y pretenden burlar todos los crímenes de lesa humanidad cometidos. Olvidan sus compromisos con la Justicia Universal. Les favorece en esta amnesia la torticera trampa de datar el origen del conflicto en el año sesenta en lugar de 1936, como ocurre con los Decretos de Jaurlaritza.

Los aludidos niegan en redondo que haya otro conflicto más que el terrorismo de ETA. Niegan  igualmente que el fenómeno ETA naciera de la resistencia contra la dictadura, –en ningún modo fue un fenómeno meteorológico–, y que tan responsable del proceso es el Estado como la propia organización armada. De ahí que se aferren con furor a su tesis: «El único conflicto ha sido ETA. Solo le queda pedir perdón y disolverse». Y por si cuela, extienden la acusación a toda la izquierda vasca.

Pero, los hechos evidencian lo contrario. Basta ver la reacción virulenta que ha despertado la decisión de ETA de entregar las armas. Una vez más se abre en toda su crudeza el conflicto del relato, el conflicto de la verdad, de la historia. Cierto que la entrega unilateral de armas, única vía que le quedaba al no colaborar los Estados, equivale a declarar una derrota. Pero, los susodichos no tragan que la izquierda abertzale suba a Bayona rodeada de un apoyo electoral y social que a ellos les falta. Les irrita, y cómo, la salud que disfruta el partido hoy legal, que ha mucho requirió a ETA el abandono de las armas, hasta lograrlo hace cinco años.

Lógicamente, el acto de Bayona acompañado por todos los partidos democráticos, salvo el PP y el Frente Nacional francés, por decenas de asociaciones civiles y colaboradores «bakegileak» y miles de visitantes abre un capítulo importante en ese relato que atiende a todas las víctimas, sin discriminación de ninguna. Quien no lo quiere ver así, tiene que hacerse mirar ante la doctrina internacional de los DD.HH.

En conclusión, queda mucho que desarmar al franquismo sobreviviente. Qué menos que reconocer en el 80 aniversario la autoría de los bombardeos a la población civil, que recuperar y honrar a los 140 mil desaparecidos, resignificar el Valle de los Caídos, que reconocer las ejecuciones de Franco y más tarde el asesinato de los cinco obreros en Gasteiz, o los 16 asesinados en la segunda semana de la amnistía en su 40 aniversario, por poner algunos ejemplos. En definitiva, reconocer su pasado terrorista y extender una condena igual a la apología del franquismo. Y puestos a ello, habría que desarmar los artículos netamente franquistas de la propia Constitución, sometiendo a referéndum la Monarquía y la carpetovetónica unidad española. Cuando se dé ese desarme, gustosos pasaríamos a celebrarlo. 

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