De tontos útiles y autócratas
Es tal el nivel de degradación en gran parte de la sociedad actual que cualquier necio puede llegar a ocupar espacios de poder con incidencia capital para la vida e intereses de millones de personas y su futuro.
Una vez más se cumple el axioma de cuanto más, menos. A más IA, menos lógica, sentido común e inteligencia natural. Se gastan miles de millones en las nuevas tecnologías al servicio e inmoral enriquecimiento de una minoría, y lo escatiman en las personas y en sus cuidados, generando más desigualdad y conflictos. Nunca reparan, por no interesarles, que la solución a los vigentes problemas y a los que están por llegar debe venir a través de la inversión en formación y cultura democrática, libertad, justicia, respeto e igualdad.
Actualmente y simplificando, podíamos decir que en el reparto del tablero mundial intervienen tres actores, un tonto en los EEUU, al que los poderes financieros y corporaciones tecnológicas y armamentísticas consideran útil para sus propósitos económicos, y en consecuencia ideológicos. Y, por otra parte, dos caudillos de nuevo cuño y época (China y Rusia), uno consolidado, paciente y silencioso como ejemplo de su genética cultual oriental, y el otro inquieto y decidido a no volver al pasado que ha conocido y del que ha participado hasta hace no mucho. Resueltos ellos, con la inestimable colaboración de sus marionetas o satélites, a participar y ser agentes activos en el reparto del botín y nuevo orden mundial.
El problema de un tonto surge cuando él no es consciente de ello, como es el caso del inefable señor Trump, a la sazón presidente de Estados Unidos, todavía el país más poderoso del planeta, no se sabe por cuánto tiempo. Automáticamente, esta inconsciencia le hace peligroso, ya que acaba creyéndose lo que no es, considerándose capaz y autorizado a hacer lo que se le antoje.
No entienden que alguien pueda pensar de forma diferente, que no comparta sus ambiciones e intereses, o que simplemente su conciencia y valores le impidan actuar a su imagen o semejanza. Todo su poder lo basa en la fuerza y el dinero, en su pensamiento no existe razón alguna, ni humana ni divina, capaz de cuestionar su supremacismo. La ética y la moral le son totalmente desconocidas e inservibles. Ejemplos tampoco faltan en nuestro entorno y sobre todo en el vecino Estado.
Las relaciones humanas o entre países y el arbitrario derecho internacional, lo interpretan en términos de prácticas mafiosas. Actúan con total impunidad al más puro estilo matón. Cobran mordidas a cambio de protección; vía aranceles, bases militares, oficinas de sus servicios de inteligencia, inversiones en infraestructuras, etc. De lo contrario, los incluyen en sus listas de los que llaman terroristas por querer mantener su integridad y plena soberanía de su país. Cortándoles los accesos a la financiación o tecnologías a través de los fondos monetarios, bancos u organismos internacionales, como el que llevan padeciendo desde hace décadas democracias y repúblicas soberanas
Intentan ahogar sus economías para desestabilizar y generar confusión social al objeto de conseguir el propósito de total sumisión, dominación y dependencia. Es tal su desfachatez e injerencia que abiertamente y de forma insultante presionan y chantajean a estados libres e independientes, y a sus ciudadanos, a dirigir sus sufragios a los candidatos y listas electorales que ellos «recomiendan».
En muchas ocasiones escenifican desencuentros entre ellos y conflictos de intereses, con intensidad variable, derivando algunos de ellos en enfrentamientos armados o guerras, donde siempre van a perder los mismos, pero con daños controlados o estudiados tanto los directos como los colaterales. Se trata de crear enemigos a terceros, que curiosamente en la mayoría de los casos ni los conocemos y ni nos han agredido u ofendido.
Sus razones son de quita y pon: el futuro de la sociedad, la paz mundial, la guerra al narcotráfico, control de fronteras, la lucha contra el terrorismo u otras mentiras o actividades de las que ellos son los promotores. Tratan de justificarse ante la sociedad por el expolio de bienes ajenos, y la anulación o la eliminación del diferente.
No deja de ser un reparto de los recursos mundiales a medida de sus necesidades y las generadas por las nuevas demandas industriales o tecnológicas. El objetivo permanece invariable, enriquecimiento y dominación o control.
Entre ellos siempre se pondrán de acuerdo, los grandes intereses son comunes, lo demás somos accesorios o peones. Teatralizarán o dramatizaran con argumentos ficticios para representar diferencias, pero al final, como si de un reparto de cromos se tratara intercambiaran, Ucrania, Taiwán, Venezuela, etc., o cualquier otro estado con interés económico o geopolítico: Palestina, Sahara, etc.
Han desaparecido, salvo excepciones a las que les están haciendo pagar muy cara su «osadía» y honradez, los dirigentes o estadistas que basen su gestión en el bien público o social. Se han instalado vividores que cambian votos por cañas de cerveza y que su objetivo es hacerse notorios y millonarios, son los tontos útiles utilizados por sus sombras y por los autócratas, aunque ellos piensen, o nos quieran convencer, que les confrontan. Esta premeditada y «recreada» confusión ideológica está resultando ser el mejor nutriente en el crecimiento de la extrema derecha o fascismo
Lo de Aristóteles, Sócrates y otros que nos decían que la ética es armonía. O Platón, cuando aseveraba que: «el bien es la idea suprema y el mal la ignorancia o necedad», le suena a música celestial. Mientras tanto, Europa mirándose, ¿o chupándose?, el dedo como si de una colonia asimilada, sometida, desconcienzada o falta de valores se tratara.
Podéis enviarnos vuestros artículos o cartas vía email a la dirección iritzia@gara.net en formato Word u otro formato editable. En el escrito deberán constar el nombre, dos apellidos y DNI de la persona firmante. Los artículos y cartas se publicarán con el nombre y los apellidos de la persona firmante. Si firma en nombre de un colectivo, constará bajo su nombre y apellidos. NAIZ no se hace cargo de las opiniones publicadas en la sección de opinión.