Iñigo Jaca Arrizabalaga
Ex director general del Instituto Oncológico

Del Radioquirúrgico a Onkologikoa

No solo proceden al desmantelamiento de lo que fue el Oncológico, también a algo mucho más irresponsable en época de pandemia: a la infrautilización de sus recursos.

El 13 de agosto se cumple el 88 aniversario de la inauguración de aquel centro de diagnostico, prevención y tratamiento del cáncer ubicado en Aldakonea. Inicialmente llamado Instituto Radioquirúrgico, fue uno de los pioneros del Estado, y surgió del interés y compromiso de unos médicos para ofertar lo mejor a sus conciudadanos. Adoptaron el entonces novedoso modelo monográfico francés para la atención del cáncer.

Se caracterizó por ser el primero en implantar las nuevas tecnologías, el primer acelerador lineal y sus sucesivas nuevas versiones, la braquiterapia, la radiocirugía y practicar novedosas técnicas diagnosticas y terapéuticas. Por su acreditación docente en él se formaron profesionales que hoy trabajan en los hospitales de Basurto, Galdakao y Txagorritxu.

El Instituto Oncológico tenía el mismo Código de Identificación Fiscal (CIF) de Kutxa, tras haberse hecho cargo del Centro en 1952, incorporando a sus trabajadores en la Obra Social de la entidad. También se hizo con la propiedad de los terrenos de Aldakonea cedidos por el Ayuntamiento de Donostia.

Por decisión del Ayuntamiento de Donostia tuvimos que cambiar de emplazamiento y la Kutxa construyó el actual edificio, de fachada fantástica y de amplios espacios interiores que lo embellecen pero que son inutilizables, nada acorde con la austeridad de otros nuevos hospitales construidos en la Unión Europea, pero primaba la operación marketing de la entidad. La dotación tecnológica fue la más avanzada del momento. Se había buscado la proximidad con el HUD facilitando así las sinergias deseables para mejor atender el cáncer.

Fue tras el traslado a Onkologikoa, del que ya no fui director por voluntad propia, cuando la Kutxa creó una Fundación con tres patronos: la Fundación Kutxa, el Departamento de Salud y el Colegio de Médicos de Gipuzkoa. Su objetivo era cambiar el CIF y la pertenencia de sus trabajadores. No entendí qué pintaba el Colegio de Médicos en una operación que solo traería incertidumbre a los médicos de Onkologikoa, cuando el asesor jurídico del Colegio siempre nos recordaba, ante la Magistratura de Trabajo, que la tenencia del mismo CIF era demostrativa de que eran plantilla de Kutxa.

En enero de 2019 se integraron funcionalmente en Osakidetza y observo lo que en aras de la integración está sucediendo. No solo proceden al desmantelamiento de lo que fue el Oncológico, también a algo mucho más irresponsable en época de pandemia: a la infrautilización de sus recursos (quirófanos, URPA, camas...) mientras en el HUD se demoraba temerariamente la intervención en un caso que conozco o se derivaban cirugías a otros recursos privados. Sería grave infrautilizar recursos de Onkologikoa ya financiados por el Departamento de Salud, mientras derivaban a los pacientes (PCR negativa) a un centro privado con un costo adicional o que por agravarse el problema en la demora, el paciente terminase recurriendo a la CUN pagándoselo de su bolsillo.

El Oncológico era la Obra Social emblemática, el resultado del ahorro de los guipuzcoanos en las Cajas-Kutxa. Ofrecía a los guipuzcoanos el libre y rápido acceso a los tratamientos de una enfermedad indemorable en la atención. Los guipuzcoanos ya no podemos acudir a lo que queda de ese centro sin pasar previamente por la casi siempre colapsada o demorada red de Osakidetza.

Gipuzkoa pierde un gran valor histórico y sanitario si desmantelan el Oncológico, con la desaparición de su cultura organizacional y funcional y de un trato muy valorado por los pacientes. Su tamaño y organización permite que muchas exploraciones complementarias se hagan en el mismo día de la consulta, asegurando siempre la rapidez en el diagnostico y tratamiento.

Ahora tocan la renovación del Convenio con el Departamento de Sanidad y conocer el futuro que tienen previsto para sus trabajadores, a quienes animo a luchar por sus puestos de trabajo para que, al igual que hicieron con los de Basurto, el Hospital de Gipuzkoa y el Centro Asistencial de Mondragón, les contrate Osakidetza en su integración. Sería imperdonable que Kutxabank no estuviera a la altura de velar por su integración como personal laboral de Osakidetza.

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