A lo largo de estos días, algunas instituciones junto con algún colectivo, nos están obsequiando con un serial aburrido con el tema: ¿qué hacer con ese monumento al horror con cúpula edificado al final de la avenida Carlos lll?

La verdad que tanto las formas como el fondo nos ha dejado perplejos y estupefactos. Puede que sea la edad de 3 viejos, los abajo firmantes (con nula disciplina), militantes por la memoria, lo que motive esa sensación; pero creemos que los motivos son otros. Como miembros de ese mundo abertzale y de izquierda no podemos entender esa posición que mediante las actuaciones que se están realizando, intentan blanquear la opción de mantener el edificio en pie.

Nos han traído grandes técnicos, para confirmarnos lo que ya sabíamos de antemano, que su interés arquitectónico y técnico es de muy baja calidad y que toda la importancia del mismo no es otro que el simbólico, o sea el enaltecimiento y homenaje perpetuo a los responsables de aquella escarda criminal de miles de navarros y el aplauso de su actuación en las torturas, los encarcelamientos, humillaciones a las mujeres, el expolio... Ese es precisamente el valor que tiene y por tanto es urgente hacerlo desaparecer.

Cuando un movimiento político abandona o deja un hueco en sus principios, no tardan otros en ocuparlo, los hay que son honestos, hacia ellos todo nuestro respeto, también los hay oportunistas que acuden prestos aprovechar el momento; ojalá nos equivoquemos pero quizás en pocos días veamos cómo nos adelanta por la izquierda el motorizado memorialista y su equipo a ocupar la cabeza, tal como ha ocurrido en esa comisión parlamentaria, teniendo como único merito el haber echado el freno durante 40 años en el tema memorialista.

Como miembros del colectivo Zurbau de la Zendea de Oltza y recogiendo el sentimiento de mucha gente os animamos a los que tenéis la responsabilidad de hacerlo, que os dejéis de dudas o de cálculos electorales, acabéis con este sainete esperpéntico y cojáis al toro por los cuernos, os pongáis manos a la obra y hagáis efectivo ese anhelo de tantos navarros de eliminar ese símbolo de humillación.

Ahora es el momento, quizás más adelante no sea posible y si no sois-somos capaces de hacerlo, estamos seguros que cientos de jornaleros, obreros acompañados por el amor a los asesinados enarbolando picos y azadas e incluso con sus uñas irán desmontando ese mamotreto piedra a piedra y cuando sus rostros estén bañados de sudor y lagrimas nos gritarán: ¡Qué cojones hacéis!