Blanca Esther Lacarta Segura

¿Dónde estamos los enfermos en tiempos de covid?

Pero, ¿qué pasa con las personas enfermas que, con un diagnóstico, no podemos acceder a los cuidados de los especialistas porque están desplazado a labores de atención en centros covid?

Consultas que no se dan, consultas programadas que se cancelan sin fecha, diagnósticos nuevos sin realizar, pruebas sin hacer, médicos especialistas desaparecidos, trasladados de sus puestos para reforzar centros covid, ¿quién me ayuda si necesito un tratamiento especial? ¿Mi tratamiento urgente dónde ha quedado? ¿Y si necesito ya uno experimental?

Son las preguntas que me hago hoy. Entiendo la preocupación por el contagio del coronavirus, me ha tocado de cerca: mi padre, mi madre, mi hermana… Entiendo que les hayamos tenido que llevar comida o medicinas porque veía su mejoría, sus recaídas, cómo sus facultades estaban mermadas; pero tenían atención, recibían llamadas telefónicas, la asistencia ha sido un gran esfuerzo, lo constato, pero, era covid-19, había recursos y atención y, aunque no hemos tenido todas las pruebas cuando nos hubieran gustado, no nos hemos sentido solos.

Pero, ¿qué pasa con las personas enfermas que, con un diagnóstico, no podemos acceder a los cuidados de los especialistas porque están desplazado a labores de atención en centros covid? ¿Por qué no pueden acceder a su tratamiento? La respuesta de los profesionales es descorazonadora, me pueden atender por teléfono pero, ¿y las pruebas? ¿Y el tratamiento? No hay. No pueden. No saben.

Sé que la enfermedad es algo que no podemos controlar, que nos aboca a abismos de miedo, de inseguridad. Hasta ahora, los servicios de salud han sido quienes nos hacían ver siempre un rayo de luz, quienes nos decían qué salida tendríamos, cómo nos podríamos tratar, qué podríamos hacer. Ahora no. Ahora nos rompen la confianza y nos lleva a estadios en los que la esperanza, lo único que hace que nos abría una puerta a la vida, se nos cierre. ¿Y qué nos queda? Sentimientos de enfado, de frustración, porque no hay esperanza, porque ese médico que me puede tratar, ese servicio médico que trabajaba en enfermedades complejas ha desaparecido del mapa y tienen que atender a enfermos de coronavirus.

Mi conclusión no es otra que lo mejor es enfermar de covid-19, porque, aunque muera, voy a saber qué tengo y me van a tratar y atender, pero, si tengo síntomas de cualquier otra enfermedad, cuidado, Osakidetza ni me va atender ni a tratar.

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