Iñaki Uriarte
Arquitecto, víctima del terrorismo cultural

Donostia, destrucción democrática

El poder público en sus diferentes ámbitos tiene el inexcusable deber de garantizar la conservación, restauración y divulgación de todos los bienes que integran el patrimonio cultural en todas sus facetas, inmueble, mueble e inmaterial como un modo de enriquecimiento y arraigo del derecho social a la cultura.

Hoy primer lunes de octubre se celebra el Día Mundial de la Arquitectura, instaurado por el Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) de 1985 celebrado en San Francisco, USA, coincidiendo con la anterior conmemoración del Día Mundial del Hábitat instituido por Naciones Unidas. Con tal motivo parece obligado hacer algunas reflexiones dado que la Arquitectura, como la más social de las bellas artes, afecta a la sociedad en la que se implanta. En esta ocasión resulta ineludible analizar la debacle patrimonial, cultural y urbana que está aconteciendo en Donostia en estas décadas democráticas más brutales que en la dictadura ya que el conocimiento, la cultura, la autoestima y el aprecio por lo propio han evolucionado hasta estar enraizados en gran parte de la población.

Recientemente la presidenta de la delegación en Gipuzkoa del Colegio de Arquitectos Vasco Navarro Judith Ubarrechena difundió un comunicado interno para los colegiados, se supone que consensuado por toda la junta, que puede ser calificado de desfachatez, prepotencia, social  y culturalmente retrógrado y ofensivo y al que es más que necesario, obligatorio se produzca una contundente respuesta. Incluso imaginando que ya solamente en Gipuzkoa habrá un significativo grupo de arquitectos que entiendan su actividad laboral como una profesión con gran responsabilidad  humana y cultural.

Bajo el título “Patrimonio premio o castigo” alude a cierta zozobra de los arquitectos y ciudadanos al contemplar obras que afectan a edificios notables y critica que se produzca «un debate más o menos público» y también a una oposición social «más o menos ruidosa». Lo que es un modo de conciencia cultural ciudadana es para ella un incordio que impide avanzar en lo que define que «requiere el dinamismo de una ciudad del siglo XXI», a costa claro de todo lo precedente ya que afirma «no nos podemos permitir que nuestras ciudades y pueblos se queden anclados en un pasado que ya no existe», es decir el exterminio de la memoria material como antídoto y finaliza tan brutal posicionamiento afirmando «El patrimonio es un valor… pero se puede convertir en una losa que nos aplaste». Jamás había oído de un arquitecto con responsabilidad pública semejante muestra de insensibilidad y desprecio al legado y reflejo arquitectónico del paso de la historia y a la identidad urbana de una ciudad y un país. Un cántico a la violencia patrimonial que moralmente le inhabilita para un cargo de esta envergadura, a la vez que una claudicación y vasallaje al poder político municipal.

Lamentable retroceso de un colectivo profesional antaño siempre implicado en la vanguardia reivindicativa cultural, social e incluso política en tiempos peligrosos por la dictadura y ahora auto temeroso por otros miedos.

No se sabe si quienes suscriben este alegato conocen la Ley 7/1990, de 3 de julio, de Patrimonio Cultural Vasco que en el Título I, reconoce la acción pública de los ciudadanos para actuar en defensa de dicho legado cuando proclama en su artículo 3: «Cualquier persona estará legitimada para actuar en defensa del patrimonio cultural ante las Administraciones públicas de la Comunidad Autónoma del País Vasco y/o tribunales competentes exigiendo el cumplimiento de lo dispuesto en esta ley…»

O si entendieron el sentido de la extraordinaria y masivamente visitada exposición «Galdu genuen hiria / La ciudad que perdimos» entre diciembre pasado y enero de este año en Santa Teresa Komentua. Paradójica declaración cuando continuamente se está apelando por todas las administraciones a la implicación y participación ciudadana especialmente en asuntos de incumbencia urbana, patrimonial y cultural.

El declive de Donostia

Donostia actualmente es una ciudad objeto y en este caso al contrario de 1813 lenta y creciente autodestruida por unos dirigentes que evidencian un analfabetismo ilustrado, una docta ignorancia ante una ciudadanía que asiste más que espantada, insultada por esta agresividad del poder. Es decir del PNV en coalición destructiva con el PSE, que conocida entre otras varias incapacidades su apatía cultural, incomprensiblemente posee una capacidad decisoria superior al ostentar el departamento foral de Cultura con un diputado Denis Itxaso de nefasta por negligente e irresponsable gestión.

Basta con oír su populista excusa ante la grave situación y desprestigio cultural de lo que sucede en Chillida Leku respecto a la financiación para su posible adquisición pública, con el agravante de aportar 4 millones a la remodelación de Anoeta para aumentar la recaudación de una entidad privada que quincenalmente vende el futbol que sus millonarios jugadores contratados ofrecen a sus abonados. Asimismo, la incomprensible por no razonada necesidad amparada como es habitual por un justificativo fraseo insustancial del caprichoso y costoso, nada menos que nueve millones de euro, proyecto de reforma del Koldo Mitxelena del arquitecto Ramón Cortázar y Luis Elizalde (1896).

Es despreciable su represiva acción para destituir a dos destacadas personalidades culturales vascas como Socorro Romano y Jose Mª Usain directores de Untzi Museoa que durante 25 años desde que se inauguró en 1991 han hecho una inmensa labor cultural con 34 exposiciones temporales, tareas de investigación, pedagogía, editorial con revistas, numerosos catálogos y libros y recuperación de embarcaciones, ingente trabajo lamentable y escasamente reconocido socialmente. Este político es un peligro para la arquitectura vasca y la cultura. La cultura es inherente al cargo pero no a quien lo ocupa; ocupar no es sinónimo de ejercer sino de simplemente estar y cobrar inmerecidamente.

Resulta decepcionante lo sucedido en Donostia desde hace años con el continuo derribo de referencias urbanísticas y arquitectónicas de gran calidad como sucedió en 1999 con la desfiguración incluso comercial de Bretxa Azoka, el mercado municipal, de Antonio Cortazar (1870 y 1898 José Goicoa) y la pérdida del espacio público compartido con el edificio de la Pescadería y ahora parece ser reconsiderada después del fracaso total. La mutilación de la Fábrica Municipal de Gas (1893) en 2007 en sus dos elementos principales, el edificio del Gasomotor y el Gasómetro, trasladados y descontextualizadamente emplazados en el barrio de Morlans en 2011. Villa Sobrino en Ondarreta sobresaliente y reconocida arquitectura de un estilo neovasco contemporáneo del prestigioso arquitecto Javier Carvajal (1971) desprotegida y demolida por la inmobiliaria Etxa en 2008 para especular. Pionero atentado en el bello conjunto de ciudad jardín de Ondarreta con arquitecturas de gran calidad objeto de intervenciones más que sospechosas, corruptas, amparadas en la negligencia y facilidad municipal (alcaldía PSE) y que persisten hasta la actualidad como luego se señala y también por una apatía social y profesional.

San Martín Azoka de José Goicoa (1882 y reformas posteriores) derribado en 2003 con pretextos comerciales (ignorando voluntariamente que un edificio, incluso sin desmontarlo, con esta estructura puede perfectamente mantenerse excavando en sus bajos como inteligente y cultamente se ha hecho en varios mercados del siglo XIX en Barcelona). El derribo para construir viviendas en el frente fluvial del Urumea, ahora denominado Aldunaene, de Bodegas y Bebidas (Savin) del ingeniero Victor Otaola (1963) inscrita en el registro Docomomo (Documentación y Conservación del Movimiento Moderno, 1926-1975) como una de las 21 arquitecturas industriales modernas más sobresalientes en el ámbito vasco-navarro (de las que ya se han derribado 8 y 7 deformadas con total indiferencia del arquitecto representante en Euskal Herria de dicho movimiento y ex decano del Colegio de Arquitectos) y también de la contigua fábrica de Koipe. La prolongada incerteza, dudas, cambios de criterio institucional y sumisiones al poder económico de SADE sobre el Palacio de Bellas singular edifico de Ramón Cortazar (1914) con acciones ilegales sobre su cúpula e intervención de tribunales e instituciones europeas.

Las incomprensibles insinuaciones, afortunadamente olvidadas por la fuerte presión social y que no originaban negocio, de cubrición en Trinitateko Plaza magistral intervención urbanística de Luis Peña Ganchegui (1963) a pesar de su degradada entrada por unas txoznas hosteleras y la incomprensible injerencia en su fondo por la ampliación de San Telmo Museoa. La reciente leve alteración parcial del Club Náutico una frágil, pequeña pero excepcional arquitectura de rango europeo magistral proyecto de José Manuel Aizpurua y Joaquín Labayen (1929). La impune alteración del perfil entorno a la cúpula del Hotel Londres de Luis Elizalde (1922) por la nula sensibilidad y delicadeza en la ampliación de 2013 con una séptima planta que en su extremo colisiona con la belleza del singular remate, un insulto, a pesar de ser denominado como el “El Séptimo Cielo”, a la bella silueta del paisaje celestial del frente de La Concha.

Especialmente significativa es la barbaridad cometida en el extraordinario edificio industrial de Tabakalera construido entre 1888 y 1913 según proyecto del ingeniero de caminos Mauro Serret, el ingeniero José Tarancón y del arquitecto municipal José Goicoa, amparada por un concurso internacional de ideas en 2008 para la «Renovación arquitectónica del edificio». Con esta ambigüedad todo era posible como desgraciadamente sucedió con la desaparición de su espíritu fabril, que como tal requisito constaba en las bases del concurso y la complicidad de un jurado de incluso responsables de patrimonio de Diputación y Ayuntamiento. Inaugurada en 2015 se considera el actual hito cultural referencial, solo conserva las fachadas, con la posterior amenazada por la plataforma ferroviaria prevista y la escalera, coronado con un volumen acristalado de muy difícil justificación funcional y formal cuyo destino final no es difícil imaginar.

La euforia oficial por la celebración de la Capitalidad Cultural, en realidad la calamidad, distrajo convenientemente la atención social sobre el amparo municipal al furor destructivo con dos derribos significativos en Ondarreta, en 2016, la villa donde se emplazaba el restaurante Chomin en mayo y la villa Kanimar-Kanasi en septiembre, con la excusa de no estar catalogadas. Es decir la dejadez de la administración sirve de impulso a la destrucción. Es preciso indicar que el área urbanística AU A0.09 Ciudad Jardín de Ondarreta hace ya años que debía ser declarada Conjunto Monumental por su evidente singularidad arquitectónica, tipológica y paisajística. Y el concepto de conjunto incluye la diversidad de estilos, tipologías e incluso edificaciones aunque singularmente no tuviesen la misma relevancia y que carecieran de protección legal especifica, lo que se valora es la unidad y coherencia urbana de la totalidad,.

La destrucción parcial de la antigua sede del centro de Estudios Universitarios y Técnicos de Guipúzcoa (EUTG) actualmente Universidad de Deusto en San Sebastián. Iniciado en julio de 2008 con la torre y otras edificaciones adjuntas y culminado en julio de 2017 con la demolición de interesantes edificios de aulas que configuraban el recinto para sustituirlos por unas construcciones rutinarias y descontextualizadas. Una de las obras de la arquitectura del siglo XX más originales e interesantes de la ciudad, incluso como hito referencial del entorno del paisaje fluvial y de los más emblemáticos proyectos de Miguel Oriol de 1961 y 1973.

La desaparición en enero de 2017 de un bello edificio ecléctico de 1888 de Adolfo Morales de los Ríos con un carácter de hito urbano en Miracruz 19 en el barrio de Gros, para sustituirlo por una banal construcción descontextualizada y demagógicamente presentada con el hipócrita nombre de Olatua, en realidad una ola de barbarie. Como síntoma de implicación ciudadana sensible con su cultura arquitectónica hay que felicitar a la Plataforma SOS Miracruz 19 por sus intentos de salvar el edificio pero rendidos ante la imposición de una caución económica por el juzgado que había paralizado temporalmente su derribo. Otro de los fuertes casi concluyentes impedimentos en la salvaguardia del patrimonio so0n los gastos jurídicos que implican, abogados, procuradores y fianzas.

La demolición y desfiguración en agosto de 2017 de un entrañable e íntimo lugar la plaza-frontón Arroka en Amara construido en 1986 basándose en un manipulador proceso instaurado por el concejal de Impulso Económico, Empleo, Turismo, Comercio y Hostelería Ernesto Gasco (PSE) uno de los políticos más despreciados socialmente por sus turbios antecedentes. (Hay que recordar su indecente actitud siendo viceconsejero de Vivienda, Obras Públicas y Transportes en 2011 durante el nefasto gobierno rapiña de Francisco Javier -alias Patxi- López (2009-2012) expulsando al eficaz director de Burdinbidearen Euskal Museoa, el del ferrocarril de Azpeitia, dependiente de Euskotren, Juanjo Olaizola para sustituirlo por una incapacitada amiga que duró poco tiempo gracias a las protestas incluso internacionales que avalaron a Olaizola dado su indudable prestigio). En un simulacro de participación social impulsiva con asistencia del 49,6 % del vecindario implicado, y resultado de 58,2 % a favor de la destrucción que lo hicieron sin argumentos ni debate previo llamados por los partidos gobernantes y 41,79 % por la conservación, es decir por la identidad del entorno y la cultura del lugar.

El absurdo derribo con agosticidad en 2018 del notable y potente edificio industrial moderno como OASA Transformadores del ingeniero industrial Vicente Mendizabal (1957) en Añorga de grandes posibilidades de rehabilitación con otros usos. Otra arquitectura industrial del movimiento Docomomo registrada entre las 21 más sobresalientes del ámbito Vasco-Navarro de cuyo congreso en Donostia en 2016 tan satisfecha se muestra la citada presidenta y en el que se censuró impidiendo toda ponencia crítica para no incomodar a los patrocinadores.

Con el mismo síndrome de alevosía destructiva en agosto de este año se ha procedido demolición de la villa Zerutxo de Lucas Alday de 1916 en el ámbito de la demencial catástrofe urbana del borde del Ensanche con el cerro de San Bartolomé que promueve la promotora San Bartolomé Muinoa, una maquina de destrucción masiva.

En Ategorrieta, otro bello conjunto urbano de ciudad jardín, en octubre de este desdichado año la furia especulativa procede con idéntico espíritu de violencia cultural contra la Villa Saga (Pedro Gaiztarro, 1923). La histórica finca situada en el alto de Miracruz adquirida por el arquitecto navarro Jabier Lekuona, quien impulsa su derribo para desarrollar una nueva edificación de adosados con el apoyo gremial, de la delegación del Colegio de Arquitectos que ha desaconsejando su protección con un informe desfavorable como ya era previsible. Otra ejemplar actitud. Parecido amenazante destino se puede producir en el mismo barrio en la extraordinaria Villa Narcisa con su entorno arbolado de Eduardo Lagarde en 1938 que fue adquirida y reformada en 1976 por el destacado arquitecto vasco Luis Peña Ganchegui (1926-2009) para su residencia, estudio y posterior archivo con lo que adquiere incluso un rango de espacio cultural. A pesar de estar inscrita en el inventario de villas sus descendientes también arquitectos no encuentran ningún valor en la finca, ni siquiera el sentimental. Cuando se agota la sensibilidad ya todo es posible.

En febrero de 2017 el Ayuntamiento para disimular su instinto destructor y ante recientes protestas por la continua destrucción de singulares arquitecturas y ante la revisión del Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico Construido (Peppuc) encargó a Alberto Fernández D’Arlas de la Agrupación Cívica Áncora un inventario de las villas históricas de la ciudad realizado en colaboración con Eneko Oronoz. Se ha recopilado un amplio repertorio, 319 fichas clasificadas en dos rangos fundamentales, las imprescindibles y las prioritarias pero el estadio solo tiene un carácter orientativo informativo, un gesto popular para lavar la pésima imagen del (ir)responsable de urbanismo Enrique Ramos. Es preciso proclamar que este tipo residencial se desarrolla principalmente a finales del siglo XIX y principios de XX con muy diversas tipologías es una de las características urbanísticas, arquitectónicas sociales más importantes de Donostia especialmente cuando están integradas en conjuntos residenciales de ciudad jardín. El interés no solo se refiere al edificio en si mismo como fachada sino a su interior, dotaciones decorativas, escalera, jardín perimetral en ocasiones y su cercado de herrería. Y no solamente se trata de palacetes burgueses sino que también comprende conjuntos de viviendas de trabajadores, las conocidas como casas baratas

Gracias al empeño de Uliako Auzo Elkartea desde 2015 y hasta este año con el respaldo de cerca de 5.000 firmas se ha conseguido salvar el parque que comprende los antiguos viveros municipales, el valioso arbolado de la finca y los antiguos depósitos subterráneos de agua, Buskando y Soroborda, unas magníficas arquitecturas industriales del siglo XIX que incluso estaban ya protegidos por el Plan Especial de Patrimonio Urbano Construido (PEPPUC).

Es preciso reaccionar ante atentados planeados que pueden acontecer en poco tiempo como la reciente desconsiderada intención de intervenir en Miramar Jauregia de Selden Wornum y José Goicoa (1889) y de convertir su jardín en un aparcamiento. O la brutalidad que se anuncia en la Estación del Norte proyecto de los ingenieros franceses Alexander Casimir Letourneur (1883) y Albert Biarez (1880) con el polémico propósito del TAV.

Otra operación urbanística a medio plazo sobre la que ya se anticipan intenciones demoledoras y especuladoras es el destino de los Cuarteles de Loiola en Martutene construidos en 1926 por ingenieros militares sobre un extenso recinto de 171.024 m2 adquiridos en 1920 y unido al barrio mediante un puente sobre el Urumea. Grandes espacios urbanizados con correctas edificaciones aptas que sin apenas derribos ofrecen oportunidades de usos de todo tipo, equipamentales o residenciales.

¿Por qué el Ayuntamiento se niega a catalogar los bellos portales y vestíbulos del Ensanche alterados por intervenciones incultas, y permite el fachadismo, una degradación arquitectónica con el vaciados de edificios para habilitar hasta cuatro plantas de sótanos? Esta pandemia ya ha sido criticada desde hace años y especialmente significativo es el artículo La Ciudad destripada (Gara 2017.10.26) del arquitecto y licenciado en Arte Juan Ramón Lombera.

Es reciente la ridiculez supina de vender fragmentos de un elemento tan singular como la barandilla de la Concha de Juan Rafael Alday (1910) para sustituirla por una reproducción sin valor de autenticidad y comercializar vendiendo y banalizando sus tramos originales como souvenir donostiarra que podría repetirse en cualquier lugar del mundo convirtiéndose en un elemento del mobiliario urbano globalizado.

Una de las razones de la inseguridad del patrimonio arquitectónico de las ciudades vascas es que su protección y autorizaciones de intervención dependen del área municipal de urbanismo muy vulnerable y propensa a descatalogar por presiones económicas como reiteradamente se ha evidenciado, y no de cultura. En Donostia el departamento de Urbanismo y de Proyectos y Obras que dirige Enrique Ramos (PSE) es por su especificidad el gran culpable de esta catástrofe cultural, incapaz de entender el sentido cultural de la arquitectura que considera como mercancía manipulable para favorecer a los mercaderes inmobiliarios. Si a esta dolosa circunstancia unimos que Cultura de Diputación con competencia en la tramitación de las licencias de obra de los bienes culturales calificados e inventariados por Eusko Jaurlaritza, es de la misma ideología política, se llega a la conclusión de que peor es imposible, la violencia patrimonial está garantizada.

Urbicidio y martirio de San Bartolomé

Una de las mayores aberraciones urbanísticas que se pueden contemplar en la actualidad en un ciudad civilizada europea es el gravísimo atentado urbano que se esta cometiendo entorno al cerro de San Bartolomé por un Ayuntamiento entregado a los especuladores que han esperado más de 20 años para perpetrar esta multiagresión histórica, urbanística, arquitectónica y paisajista que merecerá un artículo específico en otra ocasión. Con un Colegio de Arquitectos en cómplice silencio como en todos los demás casos expuestos arrodillado, lo mismo que en Bizkaia, a todas las administraciones locales para no molestar y esperar alguna cortesía, subvenciones para la festivalación de la arquitectura y quizás algo más discreto y jugoso. ¿Por qué no interviene la delegación en Gipuzkoa de este Colegio como lo ha hecho la de Araba? analizando, acreditando y advirtiendo al Ayuntamiento de las evidentes vulneraciones a las normativas vigentes que ha detectado en expedientes urbanísticos en el Ayuntamiento de Gasteiz obligando, de oficio, a tener que reconocer la prevaricación del director del Departamento de Urbanismo para favorecer a determinados promotores y constructoras y permitir incumplir las ordenanzas con el gigantesco beneficio económico que suponen estas corruptas decisiones.

A ello también contribuye la existencia de algunos arquitectos arrolladores que sin escrúpulo alguno proyectan para la destrucción de valiosas arquitecturas sin el deber ético de hacer ver al promotor que una rehabilitación culta, cuidada y sensible de acuerdo a los singulares e irreproducibles valores espaciales, ornamentales y materiales del edificio es compatible formal y funcionalmente e incluso económica y ecológicamente más beneficiosa, en todos los sentidos y atractiva comercialmente que la destrucción que la arquitectura precedente ha legado a una sociedad para integrarse en la biografía cultural de una ciudad y transmitirlo a las generaciones futura en las mejores condiciones. O los que redactan informes, falseando, al negar otras posibilidades de mantener edificios o partes de ellos sin desmontar y pseudo reconstruir cuando no reproducir. Todo ello en contra de como se está haciendo en la mayoría de las ciudades civilizadas de Europa

Donostia denostada

En realidad autodenostada, despreciada, devaluada. Toda esta alarmante degradación de Donostia tiene un año de referencia, 2016 el de la Capitalidad Cultural Europea una gran ocasión para proyectarse al menos en el continente europeo como la ciudad de una nación, Euskal Herria, culta convertida en una banal serie de intrascendentes y despilfarradores festejos. En parte manipulando los recursos económicos para lucro de una serie de empresas muy concretas alguna de personas que previamente habían pertenecido a la administración e instituciones culturales, una actitud mafiosa. Un ridículo universal. Nada se hizo de importancia, trascendencia y herencia para el futuro y una de las referencias más elementales de una ciudad es mostrar con autenticidad la imagen que constituye su paisaje urbano que radica básicamente en su patrimonio arquitectónico, urbanístico y paisajístico.

El Plan Especial de Rehabilitación de la Parte Vieja (iniciado en 1988 y aprobado definitivamente en 1992) en cuanto al patrimonio ha servido para poco, perdiendo en parte su coherencia con absurdas demoliciones y levantes de edificios sobre su estado original. Se establecieron tres grados de protección. En el grado 1º se incluyeron los «edificios históricos de notable valor cultural» entre ellos el tramo de la muralla medieval que se salvó del derribo en 1863 de todo el resto del encintado defensivo y que desde hace demasiados años desdichadamente no es más que el respaldo de un aparcamiento de superficie.

Actualmente y debido a esta plaga, sino maldición, del turismo descontrolado y alentado por las administraciones públicas Alde Zaharra presenta una pésima imagen con su patrimonio y paisaje urbano prostituido por una permisividad municipal inadamisible que ha transformado este antaño entrañable centro histórico, el lugar más representativo de la identidad de Donostia en un vulgar lugar con gran pérdida, salvo contadas excepciones, de su valor ambiental tradicional, un modo de vida y relación humana propia de un barrio y de interés para el resto de la ciudad. Se prefiere recrear un tipismo pintoresco, vulgar, rutinario, globalizado para agraciar al fugaz turista como un consumado consumidor.

Resulta impropio de un centro histórico, ahora catalogado, y sumamente dañino a la estética y rigor compositivo de sus edificios la proliferación de añadidos degradantes en forma de rótulos, toldos exagerados, focos halógenos, banderines, carteles publicitarios, (es inaudito que se tolere la agresión visual del rotulo luminoso Led con mensajes multilingües desfilando y las fachadas usurpadas con las fotos de los menús del bar restaurante Bartolo en Fermín Calbetón kalea, puede sentar un peligroso e impune precedente que tenga seguidores). Las comunidades de propietarios y el vecindario no pueden permanecer más tiempo indiferentes ante la agresión física y formal que suponen los escaparates adosados y los carteles de bares y comercios clavados en los paramentos de las fachadas de sus notables edificios, algo inexplicable en una ciudad civilizada.

La acaparación abusiva sino legal del espacio público por inmensas terrazas, en muchos casos micro arquitecturas fijadas al suelo, con cerramientos, incluso puertas, cubierta, acondicionamiento térmico, iluminación, televisión, en realidad un aumento de la superficie útil del local, para acomodar a gentes convocadas por campañas de publicidad turística tragando pintxos (por cierto en toleradas pésimas condiciones higiénicas, prevaricación del Servicio de Salud Pública y Bienestar Animal dependiente de la Dirección de Medio Ambiente, concejala Ana Oyarbide del PSE) y bebiendo en cualquier lugar a modo de abrevadero. A este desorden se añade la rutinaria mercancía turística, baratijas de todo tipo ocupando las calles. Un chabacano paraje consentido por el Ayuntamiento sometido ante la intolerable e inmensa influencia y presión de la omnipotente hostelería, como siempre con honrosas excepciones, el nuevo poder urbano lo mismo que en otros muchos municipios, como Bilbao en idénticas circunstancias de turismo abusivo, actúa como un cártel.

Otro aspecto deprimente y síntoma de dejadez que debía haber quedado resuelta con motivo de la Capitalidad Cultural es la carencia de una campaña institucional de instauración del paisaje lingüístico de la capital más euskaldun de Euskal Herria. Desgraciadamente es muy frecuente en numerosos pueblos de todo el país, que apenas muestra esa condición cultural propia, un gravísimo síntoma de dejadez, en los múltiples rótulos comerciales, carteles reglamentarios de publicidad, anuncios de menús, etc., por auto claudicación al turismo con un dominio del español compartido con el inglés; es el forastero el que debe adaptarse al lugar y la idiosincrasia y normas del país y no al revés

¿Cómo se han tardado tantos años en solicitar, en esta ocasión a instancias de Eusko Jaurlaritza a la que se ha añadido el Ayuntamiento de Donostia el pasado 11 de abril incoar el expediente de declaración de Alde Zaharra y el Puerto, como bien cultural con rango de Conjunto Monumental?

¿Se contemplará también la valoración, catalogación y protección otro aspecto del patrimonio muy frecuente en los centros históricos como son los establecimientos antiguos en todas sus facetas desde los correctos revestimientos pétreos de mármol o granito, fachadas superpuestas de carpintería ornamentadas de calidad, la iconografía comercial original, el repertorio decorativo interior desde techos y suelos hasta lámparas, mobiliario de todo tipo, elementos publicitarios y obviamente la correcta distinción mediante una placa de estos comercios algunos centenarios y muchos con más de 50 años de actividad continua así como en la medida de lo posible la transmisión de la actividad y un tratamiento fiscal favorable?

Después de la incomprensible pasividad municipal de tantos años permitiendo esta pornografía visual que agrede al paisaje urbano, confiemos en que la aplicación de la nueva normativa elimine toda esta basura que altera lo que debe ser un centro histórico.

Todos estos atentados cometidos en diferentes años y legislaturas por los partidos que han dominado la capital, PSE (1991-2011) y PNV (desde 2015) destruyendo edificios de diferentes épocas, estilos tipologías, emplazamientos que componían con un amplio, armónico y coherente repertorio la imagen de Donostia. Una muestra de elegancia urbana, de un refinamiento arquitectónico propio de una cosmopolita sociedad que exigía belleza y mostraba cultura con unas administraciones constituidas por personas solventes, respetables y cultas que gobernaban con honradez y eficacia. Se denotaba un gusto y sensibilidad hacia las bellas artes, con un urbanismo equilibrado, rico en inserciones de pequeñas agrupaciones de viviendas unifamiliares a modo de ciudad jardín integradas en ámbitos de cualidad paisajista en relación con la naturaleza inmediata y circundante ha sido una constante desde hace 150 años, un siglo y medio, y ahora se está destruyendo impunemente para convertirlo en una ciudad de inmuebles manejada por individuos y promotores influyentes sin escrúpulos.

Este terrorismo cultural tiene culpables fácilmente identificables y son los mismos en casi toda Euskal Herria, Donostia compite con Bilbao en conquistar el liderazgo de capital europea de la destrucción arquitectónica, no hay ciudades ni países en el continente que en tiempo no bélico estén destruyendo tanta arquitectura de calidad. El PNV al que la cultura arquitectónica le molesta ya que impide su concepto de desarrollo: expansión-especulación y euroenriquecimiento Un partido antaño nacionalista y abertzale y ahora un refugio de todo lo más éticamente rechazable, las continuas denuncias y juicios lo confirman, prevaricadores, corruptos, especuladores, malhechores y avariciosos apátridas súbditos del euro. Hay que recordar que un anterior viceconsejero de Cultura Gurutz Larrañaga (PNV) entre 2003 y 2009 y anteriormente concejal de Cultura en Donostia desde 1991 está implicado en una sucia operación, dela trama del llamado «caso De Miguel».

Este histórico partido hace ya demasiadas décadas ha renunciado a sus más elementales principios cuando reniega de lo que la Ley 7/1990, de Patrimonio Cultural Vasco indica en su Exposición de Motivos: «El patrimonio cultural vasco es la principal expresión de la identidad del pueblo vasco y el más importante testigo de la contribución histórica de este pueblo a la cultura universal. Este patrimonio cultural es propiedad del pueblo vasco. La protección, defensa y enriquecimiento del patrimonio cultural, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad, es uno de los principios ordenadores de la actuación de los poderes públicos.».

Poder y deber

Al alcalde de Donostia Eneko Goia, ¿le importa algo de todo esto que sucede en la ciudad que gobierna con las incesantes barbaridades urbanísticas que se cometen, casi todas rodeadas de sospechas? El poder público en sus diferentes ámbitos tiene el inexcusable deber de garantizar la conservación, restauración y divulgación de todos los bienes que integran el patrimonio cultural en todas sus facetas, inmueble, mueble e inmaterial como un modo de enriquecimiento y arraigo del derecho social a la cultura.

Esta obligación garantista sobre el patrimonio incluye a todos los elementos de relevancia y significado para la historia de la ciudad y su arquitectura y es independientemente del grado de catalogación e incluso debe comprender aquellos bienes que carecen de ella. Además los bienes que poseen un reconocimiento legal de amparo no pueden estar sometidos al mercadeo de unos intereses particulares. La catalogación es imprescindible que sea permanente, para siempre, debe ser una afirmación, no es una postura, ni puede depender de apreciaciones temporales, de una legislatura diferente de aquella que lo registró. El paso de un político por su capacidad destructiva puede ser tan efímero, frente a una historia en ocasiones de siglos, como peligroso. Debe prevalecer el criterio indubitativo de interpretar del modo más favorable para el mantenimiento y disfrute social de un valioso legado artístico, histórico y cultural.

En este aspecto son inadmisibles ante la próxima Ley del Patrimonio Cultural Vasco en trámite de aprobación, las concesiones que la actual ley hace, respecto de los Bienes Culturales Calificados, en su artículo 15.

«1.- El decreto de Consejo de Gobierno por el que se acuerda dejar sin efecto una declaración de bien cultural calificado deberá someterse a los mismos requisitos y trámites que para su declaración.
2.- El acto administrativo por el que se acuerde dejar sin efecto la calificación deberá ser motivado.
3.- La alteración de las condiciones que motivaron la califi0cación no podrá ser causa determinante, a los efectos previstos en el apartado anterior, si el nuevo estado en que se encuentra el bien afectado se debe al incumplimiento de las obligaciones exigidas por esta ley.».

Y respecto de los Bienes Inventariados el artículo 19.

«1.- La exclusión de un bien cultural del Inventario General del Patrimonio Cultural Vasco deberá ser sometida al mismo procedimiento contemplado para su inclusión.
2.- A efectos de excluir un bien cultural del Inventario General se tendrá en cuenta lo dispuesto en los apartados 2 y 3 del artículo 15.».

Hay que atenerse a la Ley 7/90, de Patrimonio Cultural Vasco que obliga, primero, a que el gobierno desafecte siguiendo el Decreto 306/1998 que regula las situaciones de ruina de los bienes declarados, y admite desafectaciones parciales de “partes con independencia constructiva”, y, segundo, a que después de la desafectación del gobierno autorice el derribo por la diputación correspondiente.

Pero al margen de estas situaciones de ruina, siempre tan dudosas en sus orígenes y causas, estos bienes no pueden estar sometidos a criterios temporales, subjetivos de irrelevantes e insolventes responsables. Y jamas la falta de respuesta de la administración podrá interpretarse con el concepto de silencio administrativo positivo para el derribo, principio a desterrar en materia cultural, como una autorización pasiva, disimulada en realidad concertada

Conviene recordar las Sentencias del Tribunal Supremo español de 6 de junio de 1988 y 12 de noviembre de 1991: «No constituye, pues, según la interpretación respaldada por esta línea jurisprudencial, requisito integrante del tipo penal el de que preceda la declaración del interés cultural de los bienes dañados, pues la protección penal se dispensa respecto de los que, con calificación formal o sin ella, integran el ámbito objetivo del Patrimonio Histórico.».

Resulta imprescindible y urgente un cambio de actitud y sin duda ejercitar las acusaciones publicas a los responsables de esta hecatombe con denuncias ante las diferentes instancias judiciales. Es imprescindible que la sociedad vasca conozca los recursos defensivos a los que puede acudir. Entre otros el policial, al Área de Medio Ambiente y Urbanismo que está integrada en la Sección Central de Investigación Criminal y Policía Judicial de la División de Policía de lo Criminal de la Ertzaintza. Es competente para la investigación de aquellos supuestos que presenten indicios de criminalidad relacionados con el espectro medioambiental, y que presenten características de especial gravedad o complejidad. Entre ellos están recogidos los supuestos relacionados con el Patrimonio Histórico. La sección tiene el mismo ámbito de actuación que la Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo, ejerciendo también las labores de policía judicial. Aquellos supuestos que no revistan especial gravedad o complejidad son investigados directamente por las Comisarías del ámbito territorial correspondiente, siendo éstas las encargadas, en todos los casos, de la recogida de denuncias.

En toda esta prolongada era destructiva resulta decepcionante la pérdida de interés de la Escuela de Arquitectura de Donostia y de sus alumnos que contrasta con la implicación que años atrás teníamos como estudiantes y futuros arquitectos cuando conocíamos propuestas que destruían referencias esenciales en la ciudad ¿Qué concepto se instaura en el alumnado? el de la arkleneextura, como una arquitectura kleenex, de usar y tirar? En todos estos recientes años no se han alzado voces de entidades a las que se supone implicadas en la cultura del país, Aranzadi, Eusko Ikaskuntza, Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, GPAC Grupo Investigación Patrimonio Construido de la EHU, Cátedra Unesco Kultur Pasaiak eta Ondarea, o alguna docta historiadora tan propensa a redactar escritos e informes de arquitectura muy parciales según sea el cliente.

Asimismo la total falta de interés de los medios de comunicación como ETB una cadena a la deriva totalmente desvinculada de la cultura y por supuesto del patrimonio, ni siquiera ofrece noticia de los derribos, que con el poder de la imagen podrían ayudar a describir esta tragedia, sus consecuencias y las acciones de defensa. La cultura es solo considerada cuando se trata de espectáculo, excepto afortunadamente del bertsolarismo y poco más. Son, según sus directrices, el deporte la gastronomía y la hostelería los valores que salvarán la identidad de este país.

Reconocimientos

Finalmente es obligatorio reconocer la actividad en defensa de los valores del urbanismo, la arquitectura, en suma de la cultura urbana y el coraje cívico que realiza la Asociación para la Conservación del Patrimonio Áncora además de la necesaria, más bien imprescindible, implicación de otros destacados y concienciados arquitectos y personalidades de la vida cultural vasca así como la de sensibles ciudadanos que están arraigados con la identidad de Donostia.

Asimismo, la Asociación Vasca del Patrimonio Industrial y Obra Pública (AVPIOP) en numerosas ocasiones durante muchos años se ha manifestado públicamente y también con escritos dirigidos a los diferentes responsables advirtiendo sobre el peligro o el error que supone la eliminación de arquitecturas, edificaciones y otros elementos que refieren la cultura industrial de la capital.

Desideratum

Debe finalizar inmediatamente esta paranoia destructiva y surgir una cordura urbana, la sociedad no puede asistir a esta hecatombe de modo pasivo, la energía ciudadana que en otros importantes aspectos de la vida colectiva cultural se ha posicionado tan eficazmente necesita reaccionar. Ante las próximas elecciones municipales y forales en 2019 esta debacle cultural debe ser un motivo argumental que castigue a sus responsables y partidos que representan. La facultad decisoria y destructiva demostrada en demasiados años por estos individuos incrustados en partidos políticos e impuestos para cargos en materias que jamás les han interesado, no son fiables y en las que reiteradamente muestran su inutilidad e incapacidad, es enorme e intolerable. Sus intereses son la inmerecida y desmesurada remuneración, los irracionales pactos entre grupos para perdurarse, el lucro personal diferido o un nuevo destino lo que se conoce como el agradecido sistema de “puertas giratorias”que por influencias satisfechas llegará posteriormente.

Esta agresividad debe ser respondida contundentemente por la insuperable razón y fuerza que otorga una sociedad concienciada con su ciudad y con uno de los derechos fundamentales del ser humano como es la cultura. Hay que superar la pedagogía del miedo que han instaurado ciertas administraciones. Como colofón deberían instaurarse unos galardones concedidos popularmente, incluso con gran ceremoniosidad; Nerón Saria a la destrucción de la ciudad y Atila Saria a la del territorio y que después de todo lo relatado tiene unos indiscutibles merecedores, Goia e Itxaso y así quedarían reconocidamente igualados lo mismo que en su alianza política destructiva.

En este 2018 designado como el Año Europeo del Patrimonio Cultural por la Comisión Europea. cuyo objetivo, se proclama, es animar a más personas a descubrir y comprometerse con el patrimonio cultural europeo y a reforzar el sentimiento de pertenencia a un espacio europeo común. El lema del año es: «Nuestro patrimonio: donde el pasado se encuentra con el futuro». Aunque a juzgar por la magistral manifestación de la Presidenta de la Delegación en Gipuzkoa del Colegio de Arquitectos «el pasado que ya no existe». Una de las aportaciones culturales más relevantes expresadas en lo que va de siglo.

Con el fin de aliviarle tan sensible perdida de memoria, parece saludable suministrarle estas letanías a modo de recetario.

«El pasado es un prólogo» (William Skakespeare, 1564-1616)

«Si crees que el pasado es un aspecto del futuro, entonces te sorprenderías de lo que puedes hacer». (Enric Miralles, 1972-2000) arquitecto

«No se debe olvidar que el futuro y el pasado son contemporáneos».(Eduardo Chillida,1924-2002)

No podemos dar un solo paso adelante en la cultura sino conocemos el pasado, lo olvidamos, lo destruimos.

Buscar en el pasado es un acto progresista. Olvidar el pasado es una acción derrotista

Contemplamos en la actualidad lo que pertenece al pasado, y corresponde al futuro considerar lo que está presente.

Lo que nunca será igual es nuestro pasado.

Todo lo presente deriva de un pasado

El pasado es un valor de actualidad

El pasado está definido y escrito se puede descubrir y escribir pero no cambiar

El presente es el pasado del futuro.

«Cuida el presente porque en el tendrás que vivir el resto de tu vida» (Facundo Cabral, 1937-2011)

La enorme magnitud de esta provocada catástrofe cultural exige movilizarse socialmente, el patrimonio lo destruyen los políticos desequilibrados pero lo salva el pueblo en la calle, apelando a la acusación popular y si la justicia no procesa a estos culpables que al menos sea la historia urbana la que los juzgue.

Mientras la Donostia más bella desaparece ¿usted qué hace?

Escrito con la sinceridad y el dolor que produce contemplar la impune destrucción democrática de Donostia por un Ayuntamiento dominado por una estirpe que lo convierte en culturalmente corrupto, así como también en otros tantos, demasiados, lugares, de Euskal Herria. Evidentemente soy consciente de las represalias de todo tipo que comporta la libertad de expresión, las he padecido, especialmente cuando señala la avaricia, ignorancia y brutalidad evidente que permite la permisividad, prevaricación y corrupción total, ética, cultural y económica que implican actos dolosos sino delictivos que perpetran políticos incapaces infiltrados en las administraciones y otras entidades que atentan a la identidad y la cultura de Euskal Herria.

En Europa los países culturalmente avanzados desde hace unos 40 años, como reacción a la destructora ignorancia de las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo que desfiguraron numerosas ciudades, emprendieron un proceso de revalorización y recuperación de su patrimonio urbanístico y arquitectónico consciente de su enorme significado. En Euskal Herria, al menos en una parte, el final de la dictadura con la posesión de atribuciones y competencias propias y exclusivas por el Estatuto de Autonomía de 1979 no tuvo ningún reflejo esta conciencia de autoestima y todavía padecemos la fase más pretérita y primitiva intentando evitar los continuos atentados culturales con continuas demoliciones; el retraso cultural es gigantesco, vergonzoso y lo peor que que apenas importa. Basque Country Vending, Good by.

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