Amaia Zubieta Garciandia
Jubilada

Educación en venta

La educación no es una mercancía, y no debe estar en venta. Las alumnas y alumnos no son clientes

Quizás, ahora que estoy jubilada tengo más tiempo para oír la radio o leer la prensa con detenimiento desde por la mañana y me estoy indignando más que nunca con la campaña de matriculación en educación: cuñas en radios anunciando las bondades de centros privados y públicos, anuncios en periódicos, cínica publicidad institucional que promociona la escuela pública mientras sobrefinancia la privada y hasta mi sindicato se suma a esta vorágine defendiendo, como es lógico, la enseñanza pública con uñas y dientes.

La publicidad de las ofertas subraya sus puntos fuertes: educación bilingüe-plurilingüe, educación en valores (cristianos, los demás no son valores), nuevas tecnologías, proyectos… ¿Sería imaginable algo semejante en Sanidad? El consejero pidiendo a la ciudadanía que use la sanidad pública; los centros de salud anunciando que atienden en diversos idiomas o que usan terapias alternativas… Imaginemos que hubiera una sanidad a la carta y que cada centro ofreciera modalidades terapéuticas diferentes para que el usuariado pudiera elegir entre ellas: medicina tradicional china en Mendillorri, acupuntura en San Jorge, homeopatía en la Txantrea… Parece absurdo, ¿no? Sin embargo esto es lo que ocurre en educación. Enseñanza a la carta: con mucho o poco inglés; con, sin o en euskera, con religión o sin religión; con Skolae o sin Skolae…

El descenso de la natalidad, entre otros motivos, hace que la dos redes sostenidas con fondos públicos (la pública y la privada concertada) e incluso los distintos centros de ambas redes, se pongan a luchar por su «cota de mercado», intentando atraer a su clientela mediante la publicidad.

La educación no es una mercancía, y no debe estar en venta. Las alumnas y alumnos no son clientes. Por ello, es necesario que durante la educación obligatoria no haya ni oferta diversificada ni segregación temprana, sino un currículum común para todo el alumnado en todos los centros educativos que garantice la igualdad de oportunidades, el aprendizaje de las lenguas propias de Navarra y la cohesión social. Para ello, hay que olvidarse del paradigma de «la libertad de elección de centro» y de la competencia entre los mismos, y apostar por una educación de calidad para todo el alumnado dotando a los centros de  los recursos humanos y materiales suficientes para ofrecerles una atención educativa individualizada y adaptada a sus necesidades.

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