José Luis Úriz Iglesias
Exparlamentario y exconcejal del PSN-PSOE

El asesinato de Julio César

Quizás exista una «maquiavélica» operación de largo alcance detrás de este episodio, para llevar a Ayuso a la Moncloa, no necesariamente a través del PP.

Como señalaba Zygmunt Bauman vivimos en una sociedad líquida, con una política líquida dirigida por líderes de las mismas características, donde los acontecimientos suceden a una velocidad de vértigo y las reflexiones hechas hoy ya no valen a las 24 o 48 horas.

Por eso mi reflexión escrita el jueves 17 a la tarde, una vez asesinado políticamente Julio César-Casado por los Brutus-Feijóo y Cassius de turno, puede parecer que haya quedado obsoleta y fuera de contexto.

Como considero que salvo la desaparición del líder nada ha cambiado mantengo y expongo mis tesis.

En el vodevil vivido en el PP existe un protagonista clave; Miguel Ángel Rodríguez. De él se conoce que tiene contactos periódicos con los máximos gurús de la derecha extrema, Steve Bannon y Dominic Cummings, maestros de la manipulación y las fake news, como quedó demostrado con las campañas para llevar a Trump a la Casa Blanca y el Brexit que sacó a Reino Unido de la UE.

El extraño episodio que abrió el sainete, al más puro estilo MAR, de supuesto espionaje intentado por la cúpula, más la aparición de un siniestro y a la vez torpe personaje como Carromero («carroñero» le conocen por allí) con indicios de tonto útil y que ya ha abandonado el PP, han logrado su efecto.

Pero quizás exista una «maquiavélica» operación de largo alcance detrás de este episodio, para llevar a Ayuso a la Moncloa, no necesariamente a través del PP.

MAR, que es el más listo de la clase, ha entendido que con Ayuso ha encontrado un verdadero «mirlo blanco» y es consciente de que va a tener muy difícil, quizás imposible, liderar el PP porque caído Casado ahora aparece un Feijóo que ralentiza la operación.

También es consciente de que todo lo ocurrido ha potenciado su aurea mística y victimista que tanto gusta entre sus seguidores y podría hacerlo entre los votantes. Ayuso y MAR siguen en su empeño de llegar en el corto plazo a la Moncloa y para ello necesitan antes liderar el PP.

Quienes hayan creído que Ayuso queda fuera de batalla se equivocan, porque en la compleja situación actual o bien es capaz, una vez caído Casado, de que Feijóo le ceda liderar el cartel las próximas elecciones (cosa poco probable) y él quedarse en Génova, o con la «presión» de sus seguidores (al más puro estilo Sánchez en 2016), crear una nueva fuerza en el espacio de la derecha extrema, a la que MAR augura un excelente futuro, que incluso tuviera ya nombre; «Libertad».

Una fuerza de carácter liberal que conecte con la idea lanzada en las últimas elecciones en Madrid potenciada al final de la campaña en CyL, de confluencia entre las dos derechas.

Ayuso en estos momentos sigue yendo a por todas, como demuestra el hecho de que a pesar de levantarle el expediente, no fue capaz de desactivar la concentración convocada ante Génova el domingo, a la que han acudieron miles de personas.

Conviene tener en cuenta que en la misma se escucharon gritos a su favor, a pesar de que fueran ciertas las acusaciones de corruptelas y precisamente se vieron cientos de camisetas con la palabra «Libertad». Lo que indica que el electorado conservador es inmune a las prácticas de corrupción o corruptelas de su líder natural.

¿Quién gana?

A corto plazo la operación diseñada e impulsada por Ana Botín, con la gran banca, patronal y poderosos grupos de presión informativos, que defienden una «gran coalición» PSOE-PP que excluya a los nacionalismos y los extremistas de ambos lados, y también Vox y Podemos.

Pero podría darse la paradoja de que la vencedora final de este pulso a medio y largo plazo, sea una sibilina Ayuso con esta novedosa «Libertad» y aplicar a partir de ese momento su tesis de pactos globales con Vox sin ningún pudor.

Sólo le quedaría esperar con paciencia ver pasar delante de Sol el cadáver del nuevo líder, si Feijóo fracasa en las próximas elecciones al sacar menos de 135 diputados que le daban a Casado hace apenas 15 días.

¿Quiénes pierden?

Desde luego la democracia, la lealtad, la dignidad, el prestigio de la política, que ha contemplado a un líder con la valentía de poner el foco sobre prácticas de corruptelas en su partido, que en lugar de ser aclamado ha sido defenestrado cruelmente.

El lamentable espectáculo dado por la mayoría de dirigentes y cargos públicos peperos que en apenas cinco días han dado giros lamentables así lo expresan. Comparar sus tuits del 17 y 22 produce vergüenza ajena.

Han enfangado y ensuciado absolutamente la praxis política al traicionar a su líder con nocturnidad y alevosía. Todas y todos si tuvieran un mínimo de dignidad deberían dejar sus cargos antes que su líder.

Que Casado se haya despedido del hemiciclo del Congreso justo un 23-F tiene mucho de simbólico, porque él ha sufrido un golpe de estado político despreciable, en este caso triunfante.
Mientras, una izquierda con cataratas se frota las manos imaginando una importante pérdida de apoyo al PP en las próximas elecciones, aunque sea con Feijóo de líder.

Las izquierdas, sus ideólogos si es que aún le queda alguno, deberían tener en cuenta ambas circunstancias para no errar su diagnóstico, debiendo recuperar con rapidez el entendimiento que llevó a Sánchez a la Moncloa, con PNV-ERC y EH Bildu, ahora quebrado por la reforma laboral.

El futuro abre tres posibilidades, o gobiernos Ayuso (sea dentro o fuera del PP)-VOX, PSOE-PP-Botín, o continuar con este gobierno de izquierdas apoyado externamente por las fuerzas nacionalistas, PNV, ERC y EH Bildu.

Ese es el dilema, aunque para el que escribe esta reflexión la respuesta es clara y evidente.

Veremos...

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