Txus Pérez Artuch
Iruñea

El despoblamiento aporrea la puerta

Aunque pueda parecer un asunto novedoso, el hecho de que muchos pueblos estén sufriendo gran despoblamiento y muchos de ellos tengan los años contados, lleva muchos años aporreando la puerta sin que sucesivos inquilinos/as del trono presidencial navarro hayan activado propuestas de manera clara y decisiva para, al menos, frenar o estabilizar, si no ya iniciar el repunte de dicho decaimiento frenético. Se han dedicado a observar a pie de cama el empeoramiento del enfermo hasta que cuando ya, ante una previsible defunción, parecen alarmarse y estar dispuestos/as a mover ficha.

A más grande es la localidad, mucho más cómodo, fácil y accesible es vivir en ella. No digamos si lo hacemos en la capital. De la misma manera, desde la ciudad buscamos en muchas ocasiones momentos de relajación, naturaleza, turismo, tranquilidad, gastronomía e incluso un viaje a nuestras raíces en pueblos pequeños, que no encontramos en el mapa.

Para poder seguir manteniendo ese capricho, esa escapada de fin de semana o veraneo, debemos mantener vivos esos lugares y eso supone dar opciones de trabajo, de una vida digna, ya no digo lujosa, realizando labores de mantenimiento de los entornos naturales y promocionando que la gente pueda quedarse o volver a vivir allí si así lo desea. Es decir, borrar esa idea de inaccesibilidad, soledad, precariedad laboral, que convierte la odisea de subsistir en zonas rurales en una continua dificultad.

Muy plausibles y meritorias las movilizaciones y propuestas que se vienen llevando a cabo buscando dar visibilidad a que no todo está perdido y que mucha gente está dispuesta a luchar para que su pueblo y el entorno sigan vivos, porque nos interesa a todos/as, independientemente del lugar donde vivamos.

El pastor Aritz Ganboa que unió corriendo sus dos lugares de origen familiar Arruazu e Isaba, también los apenas 60 habitantes de Etayo que quieren revertir su destino, Legarda que apostó por la sostenibilidad o las reuniones para recoger iniciativas en los valles pirenaicos son solo algunos ejemplos de que las personas de piel con piel van al grano directamente y con más interés y conocimiento que la clase política. Estoy seguro que en muchas otras provincias ocurrirá parecido.

Hemos puesto los pueblos a calentar en una olla cuya agua está ya templada y los políticos/as, ignorando la riqueza natural y con su soporífera y habitual palabrería, solo esperan a lamentarse con el bur bur de las burbujas al hervir.

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