Antonio Alvarez-Solís
Periodista

El nuevo paso de la oca

La postura del Gobierno griego «de rechazo a la humillación y pobreza en que vive su población» dice Alvarez-Solís, «ha puesto de relieve ese fondo germánico de dominio que la República Federal ha heredado de la Alemania imperial y de la Alemania hitleriana». Hoy serían dos las preocupaciones esenciales de esa Alemania de la Sra. Merkel: impedir a Norteamérica adueñarse de Europa y que Europa no se deje llevar por los estímulos de rebeldía que llegan de Atenas».

La Sra. Merkel no puede evitar el paso de la oca aunque sea en zapatillas. Un paso de la oca menos sonoro que «entonces», pero paso de la oca al fin. Frente a la «nación necesaria» en el mundo, del Sr. Obama, la «nación decisiva» en Europa, de la Sra. Merkel. La postura griega de rechazo a la humillación y pobreza en que vive su población ha puesto de relieve ese fondo germánico de dominio que la República Federal ha heredado de la Alemania imperial y de la Alemania hitleriana. Alemania sufre de un über alles congénito. Incluso fue imperial su Ilustración. Su pretensión del «Uno» hegeliano llega hasta nosotros en una interpretación tan azarosa como dañina. La Europa Unida –vamos a aceptar formal y momentáneamente este término– está viviendo su frágil unión merced al ceñidor alemán. De ahí la reticencia con que soportan el nuevo dominio alemán los países de su entorno, como Chequia, Eslovaquia o, sobre todo, Hungría. No hablemos ya de Polonia, Francia o Italia, sometidas a alianzas férreas. Sobre este fondo biohistórico hay que situar la clamorosa y justa rebelión griega. ¿Pero quién es Grecia para alzarse contra Alemania y su administración del entorno? Berlín podría atenuar la ruina griega, al menos parte sustancial de ella, con solo entregar a Atenas el importe de las reparaciones que aún le debe por daños de guerra, pero a Alemania le irrita profundamente que se hable de este asunto, ante el cual ha escrito su famoso Achtung!, olvidando que gran parte del «milagro alemán» se apoyó en el suministro cuantioso de ayuda por parte de los vencedores de la guerra del 39. Su ministro de Hacienda, el moralmente sordo y políticamente ciego Sr. Schäuble, se ha permitido estas dos lindezas: que el Gobierno griego «se comporta de modo irresponsable» y que España es un «ejemplo para el resto del mundo».


No sé cuál de las dos expresiones resulta más detestable, aunque la primera se hace inmaduramente respecto a algo aún no probado –humanamente debiera permitirse antes a Grecia experimentar su fórmula– y la segunda niega una evidencia tristísima de desgobierno y falsedad constante –políticamente debiera mandarse ya a hacer puñetas al Gobierno del Sr. Rajoy. Sobre la situación española hay que leer el desolador estudio que hace el economista Guy Standing como introducción a la edición española de su ya famoso y brillante libro “El Precariado”, en el que, entre otras cosas, escribe lo siguiente: «En 2013, mientras la sociedad se descompone, el Estado español se muestra incapaz de hacer frente a la situación. Aunque las élites gobernantes neoliberales permanecen formalmente en el poder, solo lo ejercen para imponer mayor dolor al precariado y a cuantos lo rodean. Ya no pueden pretender que su modelo vaya a producir mayores ingresos y seguridades para la mayoría. Aunque la estrategia de austeridad triunfara en sus propios términos ¿qué es lo que puede ofrecer». Luego sigue a este párrafo una serie de datos verdaderamente espantables que pretenden desvirtuar una serie de servidores nacionales y extranjeros del Sistema, entre ellos el secretario general de la OCDE, José Angel García, que emite este encendido homenaje al Gobierno del Sr. Rajoy, literatura que el Sr. Standing compara con la ridiculizada del personaje volteriano Pangloss, defensor de que vivimos en el mejor de los mundos posibles: «Las autoridades españolas han emprendido un valiente programa de reformas para combatir desde su raíz las causas de la crisis actual, algo totalmente encomiable. Aunque la incertidumbre en la zona del euro y la desaceleración económica mundial complican la recuperación de España, estamos seguros de que el país va por buen camino. El coste de las reformas es alto, pero la recompensa será mayor y dejará una economía española fuerte y mejor preparada para combatir a nivel global». A todo lo anterior el Sr. Standing pone este broche: «El precariado podía preguntarse si es que (el Sr. García) hablaba de alguna otra España situada en algún rincón ignoto del planeta».


En suma, que el habitual discurso del Sr. Schäuble necesita un buen cundido para poder deglutirlo ¿O existe ya ese cundido? La respuesta a este interrogante está entre los secretos del Banco Central alemán o, en el caso español, en las profundidades del estanque de El Retiro madrileño.


La situación nos traslada una Alemania con dos preocupaciones esenciales: impedir que Norteamérica se haga dueña de Europa con el pretexto de que ha de frenar a Rusia, lo que exige a Alemania una política muy oscilante, y una segunda preocupación consistente en que Europa no se alce contra la metrópoli germánica, lo que podría ser estimulado por la abierta rebeldía griega, que va sosteniendo con gran habilidad, al menos por ahora, su postura antiprecariado. Acerca de esta segunda preocupación no debemos perder de vista que las próximas elecciones españolas podrían situar en primera línea a un partido populista como Podemos, que agavilla en gran proporción a una masa de precarizados que quizá no soportarán una nueva pérdida de esperanza. Es muy fácil que el mismo Podemos concluyera por reforzar al nacionalismo vasco y, sobre todo, al catalán si deriva hacia el Sistema en cosas tan fundamentales como el paro y los recortes crecientes en servicios sociales, en primer término la sanidad, la educación y la vivienda.


Alemania comanda de modo inflexible, desde su cumbre miope, una Europa de velocidades diversas que consecuentemente hacen imposible una conducción homogénea. Si el socialismo francés recupera algo de su viejo perfil y destrona, para no deteriorar más su cimiento social, a ese pequeño neoliberal repintado que es el Sr. Valls, Alemania puede asistir a una ruptura de su gran coalición, lo que dejaría a los cristianodemócratas alemanes en una situación proclive al socialnacionalismo que tanto favoreció a Hitler. El recuerdo de acontecimientos pasados cobra un relieve inevitable en todo análisis que no se deje llevar por las confusas malandanzas de la política actual.


Parece claro que el enfrentamiento al Sistema que Norteamérica y Alemania conducen, dentro de su inevitable oposición interna, ha de causar mayores males aún en el mundo de los precarizados antes de quebrar definitivamente. Pero esos males no serán nunca superiores a los que el mundo oprimido sufre en la hora presente. Por otra parte toda explotación tiene su momento crítico, lo que hoy se manifiesta en un cambio de la economía dominante, que pasa por sostenerse mediante la guerra continuada a una fase agotadora de economía de preparación para la guerra, mucho más costosa y difícil de mantener. En definitiva lo que ha de considerarse es si ha de intensificar la lucha social presente o se debe esperar a la caótica destrucción interna del Sistema, mucho más sangrienta.

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