José María Pérez Bustero
Escritor

El PSOE recoge su regalo de reyes

E insistir a votantes y militantes del PSOE que, por más que se vistan con el apelativo de socialismo, están tragando importantes trozos de franquismo

Dado que el PSOE aparece un día y otro en los medios de comunicación por la cuestión de la investidura y el diseño de un nuevo gobierno, resulta significativo mirar el proceso y trasfondo de dicho partido. Además, estos días en que celebramos la visita de los reyes magos al niño Jesús, llevándole «oro, incienso y mirra», nos llevan a observar que el PSOE tiene a su vez un regalo-herencia de los reyes. No de los magos sino de los reyes españoles. ¿Y cuál es ese regalo? ¿Una España socialista? No. ¡Una España unida!

¿Por qué citar este hecho ahora? Porque ha sido ratificado, y envuelto en drama en estos dos últimos años. El 10 de octubre de 2017, el Parlamento de Cataluña declaró la independencia de Cataluña tras el referéndum del día 1 de ese mes. ¿Ese fue el drama? No. El drama empezó 21 días después, cuando el gobierno del Partido Popular decretó la prisión incondicional de los responsables. Y el día 2 de noviembre ya estaban en la cárcel 10 parlamentarios catalanes.

Cuando dimitió Mariano Rajoy tras la moción de censura del 1 de junio de 2018 tras el escándalo Gurtel, el PSOE entró de nuevo a gobernar. ¿Y qué hizo con respecto a las y los presos catalanes? Tuvo el detalle de trasladarlos en junio de 2019 a cárceles catalanas. Pero tenía claro que debía mantener la unión de las zonas hispanas bajo su gobierno.

Cabe hacerse una pregunta: ¿pero es que ignora cuándo arrancó esa «España unida» y cómo evolucionó? Desde luego, le vendría bien echar un vistazo a ese proceso y percibir esa unión al desnudo. Que ha tenido diversos partos.

l primero tuvo lugar cuando los «reyes católicos», que aportaban como patrimonio de boda el reino de Aragón-Cataluña por parte de Fernando, y el de Castilla por parte de Isabel, conquistaron por las armas el reino de Granada en 1492, y el de Navarra el año 1512. Y esa unidad fue mantenida por los nietos y bisnietos que les sucedieron.

Un paso más tuvo lugar a principios del siglo XVIII. Al morir sin sucesión el rey Carlos II el año 1700, hubo una guerra entre franceses y austríacos, que duró 12 años, disputándose el trono español. Y finalmente entraron como reyes los Borbones. ¿Qué hicieron estos? No solo retuvieron bajo su control todas las zonas sino que además uniformaron la forma de gestión. Excepto las de Navarra y resto de tierras vascas que habían estado de su parte.

Sucedía, sin embargo, que las zonas y gentes deseaban recuperar o asegurar sus propios fueros y estructuras de gobierno. Y lo intentaron cuando en 1833 quedó como heredera del rey Fernando VII su hija Isabel II, que tenía entonces 3 años. Y pusieron como alternativa real al hermano del difunto: Carlos María Isidro, que les prometía respetar sus instituciones. Pero los militares, que veían más fácil controlar el gobierno teniendo como pantalla a la niña, decidieron intervenir. Y tras vencer por las armas (en la guerra de 1833 –que duró siete años–, y en la de 1872 –que duró cuatro–) a quienes requerían su propia forma de gobernarse, fortalecieron dicha unidad, colocando en el trono nuevos monarcas y desechando intentos republicanos.

Dicho esquema cobró una estructura dogmática desde 1936, durante el régimen franquista, con su imposición militar, policial, y penal bajo el eslogan «Una, Grande y Libre».

Ante esa unidad fruto de guerras y dictaduras, cabe preguntarse: ¿qué tiene que ver el PSOE en ello, si había sido fundado el 2 de mayo de 1879, tenía como objetivo agrupar al proletariado, y operó en la clandestinidad desde 1939?

Además, tuvo una declaración muy significativa en octubre de 1974, en el congreso celebrado en Suresnes –cerca de París–, cuando el dictador se hallaba en la última fase. En ese congreso, el PSOE se declaró a favor del derecho de autodeterminación de los pueblos del Estado español, incluyendo la disolución de las instituciones represivas, la promoción de la constitución de una república federal, afirmando que las diversas regiones «podrán tener órganos e instituciones adecuadas a sus peculiaridades».

Dicha perspectiva se ratificó en su conferencia política en noviembre 2013, ya que propuso la configuración de un Estado español republicano-federal, asumió la pluralidad de España, y planteó introducir en la Constitución el carácter federal del Estado.

Pero el banquete de gobernar, –que empezó a probar en 1982– le creó una profunda indigestión ideológica. Había asumido la existencia de 17 comunidades autónomas en julio de 1981. Y una vez en el gobierno se mostró de acuerdo en que el poder legislativo, judicial, penal y presupuestario global quedase en manos del aparato central.

¿Qué opina a día de hoy el PSOE que lleva año y medio al frente del gobierno? Pues, no ve nada que deba cambiar al respecto. Tiene recogido ese regalo de «unidad de España» heredado de reyes y de militares, y se ve consolidado en el gobierno: la derecha española está dividida; la independencia de Cataluña, detenida; el país vasco lleva años sin lucha armada, en Madrid le da la mano Unidas Podemos.

Ante esa actitud, ¿qué se le podría sugerir al PSOE respecto a la citada unidad? Desde luego, hay que recordarle que él funciona desde Madrid como heredero de reyes y militares. Y seguidamente hacerle una petición substancial: que sea él mismo. Que asuma sus propósitos del 1974 en el congreso de Suresnes, y que esté abierto a una república federal de nacionalidades que asumió entonces.

Como anexo a dicha demanda, exigirle que devuelva a su casa a los presos catalanes, que están presos desde octubre de 2017. Y también a los presos vascos, que llevan años y décadas dentro.

E insistir a votantes y militantes del PSOE que, por más que se vistan con el apelativo de socialismo, están tragando importantes trozos de franquismo. Y pedirles que sean un PSOE obrero, el PSOE de Suresnes, un PSOE que vomita las herencias de reyes y militares que todavía lleva en su estómago.

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