Larraitz Ugarte Zubizarreta
Abogada

El transporte público es un servicio público y sí, se paga entre todas

Lo que de verdad no quiere es «malgastar» el dinero en algo que no luce. Malgastar el dinero en estudiantes, migrantes, mayores y mujeres que son el grueso de los usuarios del transporte público no es glamuroso

Los donostiarras tienen que pagar la mitad de mi Mugi?» Fue el desafortunado titular en forma de pregunta que soltó el Sr. Alcalde de Donostia Eneko Goia hace unos días. La puesta en escena que lo acompañó no podía ser más ridícula pues aparecía blandiendo en su mano derecha una tarjeta de transporte para enfatizar que es a cada uno a quien compete pagar sus gastos, faltaría más.
No es fácil saber si no había llegado ya a la conclusión de que los donostiarras ya vienen pagando sus viajes de transporte desde mucho antes de la existencia de la txartela. Que los donostiarras ya pagan para que la institución que capitanea él contrate servicios de autobús y ofrezca trayectos de movilidad a esos mismos ciudadanos. Eso aparece en sus presupuestos y en los de todas las instituciones que cuentan con servicios de transporte. Pero es que (y esto sí que es fuerte) los donostiarras también pagan su médico y el profesor de sus hijos. Como también pagan las reformas de los edificios como el Kursaal o el Victoria Eugenia... y hasta pagan los 410.000€ de las luces de la Navidad que se avecina.

Ahí no ha habido problema en que los donostiarras paguen. Cuando la mayoría de las capitales han rebajado sus costes en las dichosas luces (salvo Maya que los dispara) Goia ha decidido con Marisol Garmendia (alcaldable socialista) mantenerlas, que para las cosas importantes como los recientes incendios en Osakidetza y las luces de Navidad rápido se convierten en piña. Pero claro, son junto con la italiana Génova la Capital de la Navidad 2022 (lo que sea que quiera decir eso) y claro, los donostiarras deben pagar las luces de Navidad a todos aquellos turistas que vengan para que digan que la ciudad estaba preciosa.

Pagar por las luces es una cosa y pagar la mitad del viaje de un donostiarra otra. Dice el alcalde que es por un tema de financiación. Que no está claro si España pagará, o si será el Gobierno Vasco; que la Diputación solo pagará los viajes de Lurraldebus y una amalgama de argumentos de quinta regional para que una acabe deduciendo que lo que de verdad no quiere es «malgastar» el dinero en algo que no luce. Malgastar el dinero en estudiantes, migrantes, mayores y mujeres que son el grueso de los usuarios del transporte público no es glamuroso ni aun cuando quizá alcancen algo más de transversalidad en las capitales siendo más común para distintas capas sociales el uso del autobús urbano o el metro (ese metro que ya están pagando los donostiarras con sus impuestos, puesto que el 70% de ellos va a quien compete pagar la obra, al Gobierno Vasco).

Que la gente tenga mejor calidad de vida a través de que las instituciones por lo menos alivien los ingentes gastos en constante aumento que deben afrontar en su día a día producto de la inflación (los salarios del Estado son los que más poder adquisitivo van a perder según la OCDE), a la par que desciende el uso del vehículo privado y favorece los objetivos climáticos, no son razones suficientes que motiven al Sr. Goia.

La txartela Mugi se implantó el 4 de marzo de 2013 pero fue acordada varios meses antes en el seno de la Autoridad del Transporte de Gipuzkoa estando EH Bildu en la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia y Errenteria y el PSE en el Gobierno Vasco y el Ayuntamiento de Irun. (Otros ayuntamientos de Gipuzkoa gobernados por la izquierda independentista que contaban con transporte urbano se fueron adhiriendo). El gran valor de la txartela Mugi no es el método de pago sino la cartera única. El acuerdo político entre diferentes para conseguir establecer un único sistema tarifario, con una política de descuentos común dirigida a colectivos específicos homogéneos, consiguió que la ciudadanía de Gipuzkoa contara con un sistema de transporte mejor, más eficaz, sin que importara qué institución era la competente en qué medio. Un único sistema de transporte que creó una gran adhesión por parte de la ciudadanía y un aumento de los trayectos en transporte público. Y sí, supuso que los presupuestos de las instituciones tuvieran que dotar mayores cuantías para sufragar el transporte público.

Lo que la gente no sabe es que en octubre de 2012 hubo unas elecciones autonómicas que ganó el PNV y que desde ese momento hasta marzo del 2013 a punto estuvo la Mugi de no ver la luz en sucesivas crisis que se produjeron porque no querían pagar más por el transporte. Gracias a que el acuerdo se había hecho público y había tenido una gran acogida en los medios de comunicación y en la ciudadanía, y a que la implantación tecnológica estaba en un estado muy avanzado, al final no tuvieron valor suficiente para echarse atrás.

Ya desde entonces pudimos ver que el entusiasmo que presenta el PNV con el Tren de Alta Velocidad o con el metro de Bilbo no es tal cuando se trata de transporte público. Será que lo que de verdad les entusiasma es el cemento.

Las declaraciones del Sr. Goia son aún más preocupantes porque no solo afectan al transporte público, afectan a todos los servicios públicos. De eso se trata, de que entre todos paguemos los servicios públicos más elementales y que antes no se cuestionaban. No se puede tratar la res publica como una sociedad mercantilista, centralizando servicios para abaratar costes, como en Osakidetza, o resistiéndose a sufragar parte de los viajes de los usuarios del transporte público o aumentando el número de niños por profesor o empeorando las condiciones de las trabajadoras de la limpieza de los edificios públicos... Esta gestión de los presupuestos públicos afecta a la calidad de los servicios, los empeora o los hace desaparecer y los desacredita deliberadamente. No debemos permitir ahora que todavía estamos a tiempo que este «cambio cultural» como eufemísticamente lo llaman se implante en la ciudadanía.

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