En el 32 aniversario de nuestro despido
Hace unos días tuvo lugar en el programa "Boulevard" de Radio Euskadi una mesa redonda sobre la UPV/EHU en la que, además de otras personas, participaron tres antiguos rectores y la actual rectora, Eva Ferreira, que no estuvo presente. En nuestra opinión, la razón del programa era la de ensalzar el funcionamiento de esa universidad en los últimos 20 años y de paso criticar duramente las movilizaciones de un sector estudiantil que recientemente han dado lugar a la publicación de un manifiesto firmado por 1.700 universitarios. Aquí vamos a intentar resumir algunos fragmentos del contenido de esas intervenciones: La incorporación del sufragio universal ponderado en 2004, en unas elecciones a rector ganadas por Ignacio Pérez Iglesias, supuso una mayor democratización de la UPV. A partir de ahí se visibilizó una universidad investigadora, superando, según Ignacio Pérez Iglesias, la anterior cultura menos centrada en esta tarea. Esa labor fue continuada por sus sucesores, llegando en tiempos de Iñaki Goirizelaia al «Campus de Excelencia». Según Ferreira, disfrutamos así de una UPV muy vertebrada, asentada, estable y con un grado importante de conformidad por parte de la sociedad y la comunidad universitaria.
La participación estudiantil es muy baja. En los últimos comicios solo votaron 400 estudiantes, el 1% del total. En opinión de la rectora, esto es normal y ocurre en otras universidades, pues los estudiantes tienen derecho a no implicarse. Por su parte, Pérez Iglesias se quejaba de que en los inicios de su mandato las finanzas eran penosas, pues había un escaso presupuesto de 300 millones y una deuda del 10%. A pesar de ello, los sucesivos equipos rectorales han conseguido que exista una calma académica, que era un fin que se perseguía, y que se trabaje fundamentalmente el aspecto académico. Para Goirizelaia ello se ha debido a la conformación de equipos con gente muy diversa, logrando que ahora la UPV sea la institución más reconocida por nuestro país. La propia pandemia ha servido para visualizar muchas aportaciones docentes e investigadoras de esa institución, que cada vez está más presente en la sociedad.
Sin embargo, para los participantes también existen «malos» en la película. Principalmente, un sector de estudiantes creadores de conflictos y que para Pérez Iglesias «existen porque hacen eso, el objetivo es tener presencia, si no, no existirían». Y Goirizelaia remacharía: «hay grupos de personas que se lo pasan bien haciendo esto». Es decir, son unos «rebeldes sin causa». Balluerka desgranó un juicio más ponderado: «Hay descontento en la universidad que está mal canalizado». Por eso la necesidad de sacar un manifiesto contra los ataques «violentos» a la UPV. El otro enemigo de la normalidad académica son las leyes (se supone que solo las estatales). En opinión de Goirizelaia no son leyes que permiten gestionar la universidad, pues con ellas es imposible poder contratar bien. Pérez Iglesias se mostró así de contundente con nuestros representantes políticos: «los partidos vascos no saben lo que votan y vienen aquí y se sorprenden»
Un contrapunto al resto de las intervenciones lo puso la profesora Estitxu Garay. Afirmó que el manifiesto se saca en medio del conflicto que protagonizan los docentes e investigadores precarios y que ese texto no se redactó para consensuarlo con la mayoría social y sindical universitaria. Denunció que se hizo de él un uso instrumental, apareciendo en plena campaña electoral y que la defensa de la universidad debe ir más allá de estos manifiestos, pues las movilizaciones son necesarias para defender la universidad pública. La profesora citó algunos graves problemas que existen en la UPV: escasez de recursos, un claustro muerto, una falta de debate universitario, un alto grado de precariedad... Ante tantas contradicciones, los presentadores se plantearon la necesidad de realizar un segundo programa.
Aunque no fuera la intención primera de los diseñadores del programa, el debate universitario sí que está abierto y por eso nosotros nos permitimos exponer ciertas líneas de discusión que sería necesario desarrollarlas más adelante.
1) La democracia estamental universitaria no es tal democracia. En ese año de 2004, los profesores funcionarios doctores disponían del 51% del voto. La universalidad del voto no altera esta ponderación
2) La escasez financiera en 2004 era cierta, pero en el programa no se menciona que el Gobierno vasco de entonces liquidó la deuda y aumentó el presupuesto durante el rectorado de Pérez Iglesias en un 50%, pasando de esos 300 millones a 450 en 2008. Este incremento financiero permitió el desarrollo de los ambiciosos planes de infraestructura e investigación que se fueron desarrollando en el tiempo.
3) Desgraciadamente, a partir del 2009-2010 el presupuesto se redujo y no volvió a superar al de estas fechas hasta 2023. El pretexto que se utilizó fue la crisis económica
4) El apoyo financiero otorgado por el Gobierno vasco de la época se debió a las posibilidades instrumentales que le otorgaba la ley vasca de universidades («ley Iztueta») para el control universitario. En aquel ambiente neoliberal y la irrupción del plan Bolonia, el PNV vio una oportunidad para su proyecto político de aumentar la productividad económica y la valoración mercantil de la universidad pública, aunque posteriormente ha habido una marcha atrás en esas ambiciones.
5) La estabilidad universitaria conseguida a partir de 2009 se debe en nuestra opinión a diversos factores: la desaparición del movimiento de profesores a raíz de la aprobación de la ley Iztueta; el debilitamiento del movimiento estudiantil a raíz de la imposición del plan «Bolonia»; el apoyo de la mayoría sindical abertzale universitaria, de la totalidad del los partidos políticos y del grueso de los medios de comunicación a las políticas universitarias y a sus dirigentes.
6) El movimiento de los profesores contratados y el de estudiantes organizados fueron, por lo menos hasta 2007, motores de transformación social y académica en la UPV, aunque todavía su aportación no ha sido reconocida por la institución
7) En el balance de la llamada «violencia universitaria» tenemos que colocar en lugar preferente las intervenciones históricas de guardas jurados y policía vasca. En vez de bomberos han actuado como pirómanos de los conflictos. Y en este capítulo la responsabilidad máxima recae, en nuestra opinión, en los dirigentes universitarios. No hay universidad en todo el estado en la que el teórico aforamiento universitario se haya violado en tantas ocasiones.
8) Los estudiantes han participado en elevados porcentajes cuando en las diversas consultas electorales se les garantizaba un protagonismo resolutivo, se jugaban decisiones importantes para ellos y la comunidad universitaria o apostaban por candidatos con programas innovadores.
9) Se critica mucho a las leyes universitarias españolas y entre ellas a la última, la LOSU. Pero no hemos escuchado hasta ahora ni a políticos, ni a universitarios defender la elaboración de leyes propias del país o modificaciones en la ley Iztueta. Una ley propia es el mejor instrumento para abordar una verdadera carrera académica, eliminar la precariedad actual y sobre todo trazar las líneas orientativas de un modelo universitario de acuerdo con la realidad nacional de nuestro pueblo.
10) No necesitamos tanto un segundo programa sobre la Universidad en los medios de comunicación, sino un debate amplio sobre esta en la sociedad, en las tribunas políticas y en la propia Universidad. Porque este debate está ausente en esta campaña electoral.