Regino Ayesa Sola
Vecino de Uxue

Estado español: genio y figura...

Con ese «currículum» no es difícil comprender los graves problemas que ahora tiene en Cataluña.

 

Nos encontramos a la espera de la sentencia que dará el aparato judicial español en este paso correspondiente al Proceso Catalán. Por eso, pienso que es buena oportunidad para hacer una retrospectiva histórica y ver cómo ha actuado el Estado Español con sus diferentes sistemas políticos en casos parecidos o semejantes, así como cuáles han sido los desenlaces.

Si profundizamos un poco en el devenir histórico veremos como en el S. XI el condado de Castilla, hasta entonces vasallo del Reino de Pamplona que más tarde pasará a denominarse Reino de Navarra, se constituirá en reino. Eso sí, con una guerra fratricida de por medio.

Posteriormente Castilla mediante políticas matrimoniales y conquistas como las de Navarra, Canarias, colonias americanas, Filipinas y demás completará el imperio donde «no se ponía nunca el sol». Lógicamente esto le acarreó gran poder y muchísimo conflicto ya que su objetivo era imponer tanto su lengua y cultura como su religión y modelo socio-económico.

Cronológicamente el primer conflicto se dio en tiempos de Felipe II con la insurrección de los Países Bajos, provocada por las desavenencias religiosas, el absolutismo del monarca y los abusos del duque de Alba. La respuesta castellana fue militar y el desenlace la firma del edicto que estipulaba la retirada de las tropas españolas.

En el S.XVII encontramos la sublevación de Portugal que se hallaba dentro del imperio de Castilla. No hubo acuerdo político y tras el conflicto armado se les reconoció la independencia. Por cierto, en esta misma ocasión también lo intentó Cataluña; pero esta insurrección fue sofocada.

Ya a principios del S.XIX los levantamientos independentistas dirigidos por San Martín y Simón Bolívar, entre otros, generarían la independencia, vía armada, de la mayor parte de las colonias americanas.

Posteriormente, en la época de la Restauración, a finales del siglo, vendrían las de Puerto Rico y Cuba tras varias insurrecciones, así como la de Filipinas.

El S. XX comienza como terminó el anterior: en este caso los problemas sociales y nacionalistas de Cataluña acarrearán el levantamiento conocido como La Semana Trágica. El gobierno de Alfonso XIII responderá con una fuerte represión: arrestos, cargas y ejecuciones, entre ellas la del pedagogo Ferrer Guardia, creador de la Escuela Moderna. El fusilamiento del intelectual produjo en Europa multitud de protestas contra la actuación española.

Además, en esta primera mitad del siglo España se encontrará con las sublevaciones de Marruecos que terminarán en los años cincuenta, ya en plena dictadura franquista, con la pérdida de la mayor parte de sus dominios en esa zona. Posteriormente, excepto Ceuta y Melilla, cederá el resto. Su último abandono fue el del Sahara, dejada de forma humillante en 1975 ante la Marcha Verde organizada por Marruecos.

Por medio de los casos anteriores, puede apreciarse que la actitud del Estado Español en los momentos conflictivos, dentro de sus diferentes posesiones, nunca ha sido la de hacer política; es decir, la de dialogar o aplicar medidas democráticas.

Con ese «currículum» no es difícil comprender los graves problemas que ahora tiene en Cataluña. Resulta que la mayor parte de ese pueblo quiere hacer un referéndum para decidir su futuro político. Pues bien, la respuesta del Estado ha sido la acostumbrada: represión y represión, en este caso sobre todo judicial; pero también ha habido policial, aunque el aparato estatal intente convencernos de lo contrario. El argumento constitucional es un pretexto porque la auténtica democracia debería estar por encima de las leyes, incluso de la suprema. Así que en aras a la convivencia si hay que cambiar un punto constitucional se cambia y no pasa nada porque lo más grande que hay es que los pueblos puedan decidir libremente su futuro. Futuro que no siempre pasa por la independencia, tal y como hemos comprobado en otros estados con talante más democrático. Pero eso sí, que lo decida cada pueblo, en este caso el catalán. Lo contrario es imperialismo y ya hemos visto como suelen terminar estos casos. Así que si el Estado no cambia de táctica política, tarde o temprano, veo a Cataluña fuera de él. Al tiempo.

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