José Luis Úriz Iglesias
Afiliado al PSC viviendo en Navarra

¿Estamos ante una nueva era política?

Las próximas elecciones generales del próximo 20 de Diciembre pueden tener un carácter histórico en nuestra ya madura democracia. Algunos teóricos consideran que pueden ser el preámbulo de una II Transición en un momento en que la primera se encuentra absolutamente agotada, amortizada.

Uno de los mejores pensadores que ha tenido la izquierda en los últimos tiempos, mi amigo y desaparecido Enrique Curiel, comentaba hace apenas cuatro años que o el PSOE impulsaba esa necesaria nueva Transición, o la impulsarían otros de manera menos controlada.

No conoció la aparición de Podemos, aunque de alguna manera la impulsó como profesor de Políticas en la Universidad de Madrid, esa misma de la que han salido Pablo Iglesias o Juan Carlos Monedero, incluso me consta que recibió de la misma persona que ellos una oferta para iniciar un proyecto parecido, que su lealtad al PSOE le impidió aceptar, o quizás las condiciones que le pusieron que sí ha aceptado en esta ocasión Iglesias.

Nadie le escuchó entonces, “cosas de Enrique, ya se sabe, aún le queda un poso comunista” decían los sabios del lugar (el PSOE), ignorando que les estaba abriendo una puerta de salida al callejón en el que nos estaban metiendo.

Ahora vienen a mi memoria esas palabras de Curiel. Si estuviera, nos estaría advirtiendo que la I Transición, aquella, que él vivió en primerísima persona tuvo grandes aciertos y algún error Quizás los lideres actuales deberían releer aquella historia para fortalecer los primeros y corregir los segundos. A veces en este país (ponga aquí cada cual lo que desees) olvidamos con demasiada facilidad nuestra historia reciente y especialmente en los momentos actuales debiéramos volver hacerlo.

Resulta profundamente injustas las críticas despiadadas que ha recibido desde una parte de la izquierda, especialmente de quienes no la vivieron de cerca. A veces da la sensación de que muchos de esos críticos si hubieran vivido el instante previo, el franquismo, habrán estado acobardados debajo de la mesa camilla. Hubo que dejar muchos pelos en la gatera cierto, pero en aquellos instantes la dialéctica era democracia sí o democracia no.

También al igual que en la primera esta va a requerir grandes dosis de imaginación, audacia y generosidad, mucha generosidad. Porque las gentes, las bases de esa izquierda maltratada estos últimos seis años hasta límites insoportables, deben decir basta, dar un puñetazo en la mesa en forma de votos para el cambio el próximo 20-D. No deben consentir que se le hurte ese cambio imprescindible sólo por intereses puramente tácticos o partidistas.

Hace falta altura de miras, líderes que como los de hace casi 40 años que antepongan el bien común de su base social a los suyos propios, incluso hasta la inmolación, como le ocurrió al PCE en el que en aquella época militábamos Enrique y yo.

Ese va a ser el inmenso trabajo de las semanas venideras, porque la izquierda tiene el deber histórico de responder a las demandas de su electorado, al mandato que les manifiestan desde las calles y esperemos que también desde las urnas: hacer realidad que ese cambio se pueda consolidar con las concesiones que procedan, con aquellas que sean necesarias.

Las sucesivas encuestas aportan dos elementos comunes, que ya no es sólo cosa de dos sino de cuatro y que la época de las mayorías absolutas queda atrás y va a necesitarse dos o incluso tres partidos para poder constituir el nuevo gobierno.

Existen cuatro fuerzas con capacidad de liderarlo, PP, PSOE, Podemos y quien goza del apoyo del IBEX 35, de los poderes fácticos más poderosos conscientes de la decadencia del primero: Ciudadanos. Una operación de laboratorio, de marketing perfectamente diseñada desde despachos oscuros que no desean perder las riendas del poder, el control del mismo.

La cuestión es que quizás ninguna suma a dos pueda ser suficiente y ahí entran los partidos denominados minoritarios, IU, PNV, e incluso una ERC vacunada ya contra el influjo perverso de CDC.

Va a ser una campaña electoral dura, compleja, en la que los medios de comunicación más influyentes van a tratar de jugar un papel decisivo. Con una sociedad tan influenciable los últimos votos se recogen desde campañas mediáticas dirigidas desde expertos sociológicos y de marketing político.

Desde que la izquierda clásica renunció a transformar la sociedad y ahora solo se conforma con interpretarla, la política ha perdido muchos quilates rindiéndose a las que pensábamos obsoletas tesis de Francis Fukujama del “Final de la historia” o final de las ideologías. Ahora la batalla electoral dicen los expertos que se desarrolla en la clase media, curiosamente en un país con siete millones de personas en la marginación o en el umbral de la pobreza. Esperpéntico.

No se puede, no se debe consentir que en nuestro país si el 20-D da mayoría a esa izquierda por muy descafeinada que pueda resultar, pueda seguir gobernando una derecha que nos ha esquilmado, destruyendo el Estado de Bienestar y avergonzando a la ciudadanía con sus innumerables casos de corrupción.

Mariano Rajoy, su gobierno del PP nos deja un país quebrado en lo económico, financiero, pero también en los valores, cubierto de corrupción con la política valorada bajo mínimos. Cuatro años en los que los poderosos han aumentado sus riquezas mientras las capas populares se han ido empobreciendo.

Pero no solo en estos terrenos el PP ha practicado una política de “tierra quemada” también se he empeñado no mover un solo dedo para resolver los dos grandes problemas heredados de la primera transición, la consolidación de la paz y acabar con las tensiones centro-periferia. Sólo ha provocado enquistarlos y agravarlos y deberá ser la segunda la que consiga resolverlos.

La situación actual va a obligar a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, si como se prevé la izquierda accede al gobierno, a dialogar, negociar y pactar. Ambos tienen el deber histórico de recuperar ese poder para las clases más desfavorecidas. Con la ayuda inestimable de otras fuerzas de progreso como IU, Bloque, ERC, incluso Bildu y PNV.

Si alguno de los dos, o ambos, por egoísmo o torpeza lo impiden, la historia les castigará por permitir a un púgil noqueado como el PP recuperar el aliento y ganarles, ganarnos el combate.

Veremos si son capaces de emular Pablo Iglesias a Santiago Carrillo y Pedro Sánchez a Felipe González, aunque hayan sido figuras irrepetibles en la historia de este país.

Probablemente el 21-D se abra una nueva era política, el tiempo de la II Transición que mejore los resultados de la primera. Ojalá.

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