Elias Anton Murgiondo

Galeusca

Coincidiendo con intenciones y deseos de confirmar la existencia de «naciones sin estado» en la vasta extensión españolizada, me vienen a la memoria viejos intentos históricos por parte de las fuerzas soberanistas de Galicia, Euskal Herria y Cataluña cuando allá, por 1926, dieron los primeros pasos para hacerse notar contra la imposición y ninguneo de un atroz centralismo de marcado poder imperial que ninguneaba los deseos de libertad y reconocimiento de dichas naciones. De dichos contactos unitarios surgió Galeusca como referencia reivindicativa y como señal de la existencia de países sometidos dentro de una España impuesta y reaccionaria. Hubo diferentes representantes en las diversas reuniones para mantener el poder reivindicativo de Galeusca (1933 se reunieron en Gernika bajo el árbol, también en Santiago de Compostela con Castelao; en 1941 lo hicieron en Buenos Aires; en 1944 fue en México...) y la Dictadura de Primo de Rivera y el levantamiento franquista fueron quienes guillotinaron el desarrollo de la idea unitaria de las «naciones sin estado» por luchar unidas para ser reconocidas y aceptadas en el tablero geopolítico internacional.

Todo esto viene a cuento a partir de lo que está sucediendo en la España «democrática» que nos toca sufrir tras los esperpénticos momentos que nos está tocando vivir tras las elecciones del pasado 23-J y que nos colocan, de nuevo, ante la posibilidad de un neofranquismo puro y duro, con amenazas reales y con deseos de venganza y opresión sin ningún tipo de escrúpulos. Lo dice Vox sin cortapisas y lo reafirma el PP con sus alianzas y memeces fascistas a partir de unas predicciones amañadas sobre mayorías absolutas. El hecho de haber frenado desde la actual Galeusca el avance irracional de la ultraderecha neofranquista tiene que hacer pensar a los unionistas de «izquierda» (PSOE, SUMAR, etc.) que es hora de dar pasos para el reconocimiento de las justas reivindicaciones de Galicia, Euskal Herria y Cataluña, para lograr un entendimiento a partir del respeto a sus deseos de autogobierno, la libertad para el uso de sus idiomas y por el establecimiento de una amnistía real y eficaz para seguir con el diálogo, el entendimiento y la solidaridad internacionalista.

Hay mucho que hablar de la Constitución española, de la Amnistía de 1977 y de la imposición de la Monarquía Borbónica. Sobre todo cuando emergen peticiones que confrontan con la legislación actual que proviene de aquellas fechas reformistas e impuestas por una administración surgida del miedo y el poder vertical. Es así que los números para las alianzas y la formación de gobierno va a posibilitar que la actual presidencia del PSOE vuelva a ser convalidada para gobernar en la España «irrompible» y regionalista del insolidario «café para todos». El hecho de tratar a todos por igual no es un gesto de buen gobierno, pues todos no somos iguales ni tampoco aspiramos a lo mismo; otra cosa es la solidaridad internacionalista y el desarrollo según los deseos mayoritarios poblacionales. Cómo quieran vivir y desarrollarse los andaluces les compete a ellos y sus decisiones deben ser respetadas, de igual modo debiera suceder con vascos, catalanes y gallegos y para ello se requiere libertad de opinión y formas de gobierno autónomo para planificar su desarrollo presente y futuro.

Si repasamos la historia, la negra historia de la opresión monárquico-franquista, concluimos que la España sufrida está plagada de asesinatos y cunetas llenas de cadáveres y cárceles, de imposiciones y torturas, de influencias religiosas siempre unidas al poder para amedrentar conciencias a través de las mentiras tradicionales sobre lo divino contra lo humano, lo cual supone un punto de amarre para la alienación poblacional utilizando el miedo y la ignorancia como argumentos tangibles para una mejor dominación.

La Constitución española fue impuesta a partir del amnistiado aparato franquista con la colaboración de los partidos reformistas que cedieron ante el poder real de la dictadura sin el asesino de Ferrol, pero con la vanguardia de sus esbirros y exministros (Fraga Iribarne, Martín Villa, Suárez...) al frente de los partidos de extrema derecha recién fundados (AP y CDS) y con la ventaja del apoyo de las fuerzas vivas del régimen, como eran la judicatura, el ejército, la policía y la Guardia Civil, además de los poderes económicos coetáneos del régimen. La Constitución no fue aprobada por los vascos y sí impuesta, por ello no se entiende la boutade de Urkullu al reclamar «dentro de la Constitución española el reconocimiento de la nación vasca como tal...». Todo ello después de dejar aparcado el nuevo estatus debatido y negociado entre fuerzas soberanistas para, desde su mayoría innegable, pelear por un futuro firme y alejado de controles e imposiciones centralistas y foráneas. No resulta extraño que ello ocurra así, pues a la hora de pactar para reivindicar, el PNV se une con el centralista PSOE para humillar y marginar al soberanismo real, a EH Bildu.

En Catalunya exigen la reforma constitucional para lograr que la amnistía y el derecho a decidir resulten posibles para un entendimiento y racionalizar las relaciones cara a la autodeterminación y la convivencia. Reforma que no solo es posible, sino necesaria para lograr un futuro en libertad: la Constitución impuesta puede y debe ser reformada, democratizada y posibilitadora de nuevas puertas y ventanas para mejorar las relaciones con España y Europa. La amnistía debe ser posible, pues si se amnistió al régimen franquista y a sus colaboradores en 1977, de igual modo puede y debe hacerse en 2023. Por medio del diálogo y el debate pueden corregirse los desaguisados del pasado, pues son ya muchos los años transcurridos desde la imposición de la Reforma y resulta necesaria la Ruptura, objetivo necesario para lograr una República vasca que reúna nuestros territorios dispersos entre Francia y España; cuestión parecida concurre en Catalunya.

Para lograr las Repúblicas resulta necesaria una confrontación sobre la Monarquía, también impuesta por el asesino de El Ferrol, tras jurar los Principios del Movimiento Nacional (ideario falangista) por parte del Borbón Juan Carlos I. No resulta ni ético ni democrático que en la actualidad ejerza como Jefe de Estado un rey impuesto y nunca elegido o sometido a votación por parte de los «súbditos» territoriales; resulta anacrónico a estas alturas de los tiempos la existencia de monarquías con privilegios a costa de la población que debe guardar pleitesía a una casta innecesaria y obscena, de buen vivir gratis y fruto del servilismo y la derrota de la dignidad y el respeto humano.

El nuevo gobierno lo será con el apoyo del progreso y la modernidad o no lo será. Es el momento de pelear contra las fuerzas oscuras del pasado irracional y asesino para forjar un futuro nuevo de entendimiento y comprensión, y es al nuevo gobierno a quien corresponderá atender las justas demandas de las naciones sin estado, objetivo nada fácil, pero sí lograble con un debate limpio y claro para reconocer los justos derechos que a las partes corresponden. El PSOE debe liberarse de las rémoras cobardes de la socialdemocracia colaboracionista y avanzar hacia normas de justicia y libertad compatibles con relaciones antiimperialistas y cercenadoras de derechos identitarios y sociales. Los cantos de grillo de la oposición resultan un «cri-cri» cansino y molesto que debe servir para aprender contra la imposición y el desastre, cuestión pendiente para ofertar un futuro más humano y solidario que destierre la humillación y el sometimiento a las formas malvadas de control faccioso que hemos padecido. Apoyo sí, pero siendo conscientes de que los derechos son inherentes a los pueblos y que los mismos son fundamentales para su desarrollo. Unidos en el amplio frente que nos está haciendo avanzar se encuentra el futuro de una Euskal Herria republicana y libre, cuestión que se va comprobando con el paso del tiempo y que nos va dando la razón en el acierto del trabajo solidario y comunicacional: el futuro nos pertenece y la línea de trabajo lo corrobora. Tanto los enemigos como los adversarios coinciden en el enfrentamiento contra el soberanismo de EH Bildu, lo cual demuestra nuestra presencia y el temor a nuestro mensaje, pues las adhesiones minan las mentiras regionalistas y truncan los objetivos negacionistas. Gora herria!

Euskal preso politiko eta iheslariak etxera!

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