Toni Ramos
Miembro de Alternatiba

¿«Guerra» entre Hamás e Israel?

Empiezo respondiendo la pregunta del título con otra pregunta: ¿no lo podríamos llamar ocupación, colonización o limpieza étnica? Estas últimas semanas hemos asistido a manifestaciones multitudinarias en contra de la masacre que está llevando a cabo el Estado de Israel contra la población civil palestina. Hubo movilizaciones en Donostia, Londres, Barcelona y París, donde se manifestaron unas 100.000 personas en cada una de esas ciudades. En otras muchas capitales europeas y de todo el mundo salieron miles de personas a la calle, incluso en Nueva York, donde la noticia fue que se realizaron 150 detenciones sin decir nada de las otras 100.000 personas que protestaban y no fueron represaliadas por la policía.

Y uno se pregunta: ¿cómo es posible que salga tanta gente a la calle usando el pensamiento crítico sin dejarse adoctrinar ante la manipulación mediática?

Un medio de comunicación de ámbito estatal de los calificados como «progre», se ha empeñado en levantar a sus oyentes cada día con la cantinela de la guerra entre Hamás e Israel. Guerra, sí, así lo llaman, guerra entre Hamás e Israel. Pongámonos en antecedentes: Israel como estado nació en Palestina en 1948 con la declaración de independencia. La zona ha sufrido diferentes guerras que han servido para fortalecer militarmente el Estado de Israel y hacerse con los recursos de los territorios palestinos, incluso con algo tan básico para la vida como el agua. En 1967 comenzó la ocupación de territorios palestinos por parte del Estado de Israel mediante la confiscación de tierras y la creación de asentamientos colonos. Las fronteras se estrecharon para la población palestina y se vulneraron sistemáticamente sus derechos. Durante más de setenta años se han ido repitiendo ataques del Ejército de Israel sobre territorios palestinos que han traído muertes inocentes y abusos en forma de detenciones ilegales, acoso y restricciones de libre movimiento. Mientras, Israel construía cada vez más asentamientos y estrechaba cada vez más las fronteras. A todo esto, en 1987 nació Hamás, organización político-paramilitar financiada por el Estado de Israel, a quien le pareció bien que surgiera un grupo potente que hiciera oposición a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). 20 años después, Hamás se había hecho demasiado fuerte e influyente en Gaza y en casi todo oriente medio, así que a finales de diciembre de 2008 comenzó un ataque sin precedentes de Israel sobre Gaza cuya intención era eliminar a Hamás. La sangría se extendió en el tiempo hasta mediados de enero de 2009. En menos de un mes que duró la invasión israelí, el número de muertos palestinos ascendió a casi 1.500 personas, la inmensa mayoría de ellas civiles. Recientemente, desde el pasado 7 de octubre, cuando tuvo lugar el atentado de Hamas hasta el día de hoy, se calcula que han fallecido más de 11.000 palestinas y palestinos, y tal y como ocurriera en 2008, la inmensa mayoría son civiles.

Por cierto, nada o muy poco dicen esos medios de comunicación «progres» acerca del cómo se les han podido colar terroristas armados por la frontera controlada por el Ejército israelí, y mucho menos que esos terroristas campen a sus anchas en territorio israelí secuestrando gente y asesinando a diestro y siniestro durante más de tres horas sin ningún tipo de oposición. Hay que tener en cuenta que el Mossad es uno de los servicios de inteligencia mejor preparados del mundo, y que Israel es el país del mundo con más militares por habitante.

Y un último detalle: los ataques de Israel se han extendido a Cisjordania, región palestina en la que Hamás no tiene presencia.

En definitiva, no cabe duda que los atentados cometidos por Hamás fueron terribles, terroríficos y tremendamente dolorosos para aquellas personas que los sufrieron e incluso para las que vimos el horror desde nuestros sillones, pero igual llamarlo guerra entre Hamás e Israel no es lo más justo.

Lo peor de todo es que seguramente, mientras escribo estas líneas, hay decenas de civiles inocentes sentados en el suelo, llorando, desnutridos, heridos, muertos de frío, mirando al cielo con los ojos vidriosos en busca de un rayo de esperanza... pero lo que ven en el cielo son varios F-35 del Ejército israelí preparados para bombardear y además descubren que están sentados sobre la desolación, la destrucción y la muerte.

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