Siamak Khatami
Politólogo

Guerras que interesan, y otras guerras que no tanto

Creo que la comunidad internacional debe implicarse más para aliviar la crisis humanitaria de Yemen. También creo que debe llegarse a un acuerdo de paz duradero entre todas las partes yemeníes en el conflicto, un acuerdo en el que sean satisfechas las demandas y necesidades mayores de la sociedad civil yemení.

Seguramente a la mayoría no nos gusta admitirlo, pero hay guerras que generan bastante interés a nivel mundial, mientras hay otras guerras que apenas sabemos que ocurren, y tampoco escuchamos, o leemos, noticias sobre esas guerras. Hoy, la atención mundial se encuentra enfocada en la guerra en Ucrania. También tenemos el conflicto entre Israel y sus vecinos árabes, que parece interminable, aunque todo el mundo hable de alguna «solución» esa solución sigue en el horizonte muy lejano, pero nunca se acerca. También tenemos la guerra en Siria: aunque ese país tiene algunas reservas de petróleo, son minúsculas; pero dispone de una situación estratégica lo suficientemente importante para que Rusia haya tomado el lado del Gobierno de Siria, mientras el Occidente intenta ayudar a los rebeldes que luchan contra ese gobierno. Pero cada regla tiene una excepción. Y como excepción tenemos el caso de Libia, otro  país con grandes reservas de petróleo donde hay una guerra civil. Pero el resto del mundo parece haber dejado a los propios libios resolver sus conflictos. Otros países no se involucran.

En el continente africano, cuando empezó la guerra en Congo-Kinshasa, muy pronto se la llamó la «Primera Guerra Mundial Africana». Y no sin razón: La República Democrática de Congo (Congo-Kinshasa) tiene una de las reservas mundiales más grandes del oro (junto con Rusia), además de otras reservas importantes de minerales preciosos, y muchos otros países se han involucrado en esa guerra intentando beneficiarse económicamente. Pero, ahora, seguimos teniendo conflictos militares en Etiopía y Somalia que, aunque empezaron como conflictos civiles, ha habido múltiples ocasiones en las que los dos países que acabamos de mencionar, se han involucrado en las guerras uno del otro. Etiopía y Somalia no tienen tantas reservas importantes de material económicamente precioso, como tiene Congo-Kinshasa. Y esa es precisamente la razón por la que el resto del mundo no se involucra, dejando a etíopes y somalíes resolver sus propios conflictos como puedan.

Pero creo que la mayor tragedia de este tipo es la guerra en Yemen que, aunque tiene orígenes civiles, rápidamente se ha transformado en un conflicto internacional. Arabia Saudí se ha posicionado al lado del Gobierno yemení, mientras que Irán ha tomado el lado de los rebeldes huthíes. Yemen carece de cualquier reserva importante de cualquier material económicamente valioso. Lo único importante que tiene es una situación estratégica en el sur del Mar Rojo, controlando los accesos a ese mar desde el lado sur. No es solo que los yemeníes padecen hambruna; es más: en una población total de unos veinticuatro millones, hay ocho millones de ellos que pueden morir de hambre: 25% de toda la población del país. Eso es como toda la Ciudad de Nueva York desapareciendo del mapa mundial. Pero en Occidente nadie parece interesarse. Echamos la mirada a otro lado. Miramos hacia Ucrania y Rusia, pero nos olvidamos de Yemen.

La Guerra Civil yemení es consecuencia del golpe de estado que sucedió en 2014 contra el presidente Al Hadi, Las fuerzas leales a Al Hadí se enfrentan a los huthíes (un grupo de guerrilleros concentrados en el sur del país) y fuerzas leales al expresidente Al Saleh. La organización Al Qaeda en la Península arábiga y el Estado islámico de Irak y el Levante también han participado en el conflicto.

Hay una intervención militar extranjera en curso que empezó cuando una coalición de Estados árabes, liderada por Arabía Saudí, emprendió una campaña aérea y terrestre en territorio de su vecino al sur, Yemen, el 25 de marzo de 2015, para intentar repeler a las fuerzas huthíes, supuestamente respaldadas y armadas por Irán. Pero la mayor parte de las víctimas resultan ser población civil.

Amnistía Internacional ha denunciado que se han cometido crímenes de guerra contra la población civil de Yemen y que las fuerzas leales al presidente Al Hadí son los responsables de esos crímenes. Ambas partes usan como armas cohetes de granizo, mortero y artillería, imprecisas y que no distinguen objetivos en zonas muy pobladas.

Al principio de 2021, las agencias de la ONU estimaron que al menos 250.000 personas habían muerto como consecuencia de los combates y la crisis humanitaria. Para finales de 2021, el número de muertes relacionadas con esa guerra había subido a 377.000, según la ONU.

Los huthíes, un grupo de religión zaidí (cercano al Islam chiita), tienen sus orígenes en la frontera norte de Yemen con Arabia Saudí. Comenzaron una guerra de baja intensidad contra el Gobierno de Yemen en 2004. La intensidad de aquella guerra ha variado a través de los años, y múltiples negociaciones de paz han fracasado.

Durante la Revolución de Yemen en 2011 (el año de la Primavera árabe), el líder huthí Abdel Malik Al Huthí declaró el apoyo de su grupo a las manifestaciones para pedir la renuncia del entonces presidente Saleh. A finales del año, con Saleh preparado para dejar el cargo, los huthíes sitiaron el pueblo de mayoría suní de Dammaj, en el norte de Yemen, para conseguir la autonomía virtual para las regiones bajo dominio de los huthíes. Boicoteando las elecciones de 2012, los huthíes forzaron negociaciones para extender el mandato del presidente Al Hadí. Este luego se volvió contra los huthíes y se mantuvo en el cargo como enemigo de ese grupo.

Tanto Estados Unidos como Arabia Saudí han acusado a los huthíes de recibir armas y entrenamiento de Irán, mientras que los líderes huthíes e Irán niegan cualquier relación. La nación africana de Eritrea también ha sido acusada de filtrar armas iraníes para los huthíes, algo que el gobierno eritreo niega. Pero incluso Estados Unidos cree en privado que las acusaciones de apoyo iraní han sido exageradas por razones políticas. Mientras, el gobierno yemení disfruta del apoyo de Arabia Saudí y Estados Unidos.

Los misiles que los huthíes y Arabia Saudí han lanzado el uno contra el otro, causan destrucción incluso en los países vecinos, como Emiratos Árabes Unidos.

El gobierno saudí tiene el propósito de consolidar su influencia como la potencia dominante en la península arábiga, donde Yemen es uno de los vecinos al sur de Arabia Saudí. El propósito de Irán es establecer influencia como una potencia grande en el Oriente Medio en general. Tanto Arabia Saudí como Irán saben que Yemen es uno de los países más pobres del mundo, y no tiene recursos naturales importantes como petróleo y gas natural. Pero también saben que tiene una posición estratégica importante, controlando el acceso sur del Mar Rojo, y, además, con 24 millones de habitantes, tiene una población considerable en la península arábiga, una población mayor que cualquiera de sus vecinos en aquella península. Aunque Arabia Saudí puede tener una población parecida, muchos de los residentes en Arabia Saudí son inmigrantes que residen allí, no ciudadanos. Tanto Arabia Saudí como Irán querrían que Yemen esté a su lado en cualquier conflicto futuro.

Todas las partes implicadas en el conflicto yemení han reprimido la libertad de expresión y asociación mediante la detención arbitraria, la desaparición forzada, el acoso, la tortura y otros malos tratos bajo custodia, y los juicios injustos.

Además de su responsabilidad por las decenas de miles de civiles muertos y heridos, las partes al conflicto han empeorado una crisis humanitaria que ya era grave, desatada por años de pobreza y mala gobernanza, y han causado un sufrimiento humano inmenso. Una crisis empeorada por la pandemia del covid-19. No es solo que la población yemení esté sufriendo una hambruna, es que ocho millones de yemeníes pueden morir de hambre.

Creo que la comunidad internacional debe implicarse más para aliviar la crisis humanitaria de Yemen. También creo que debe llegarse a un acuerdo de paz duradero entre todas las partes yemeníes en el conflicto, un acuerdo en el que sean satisfechas las demandas y necesidades mayores de la sociedad civil yemení. Y además creo que hacen falta recursos internacionales para el desarrollo económico de Yemen, para asegurar que los yemeníes se involucren en la reconstrucción y el desarrollo de su país, especialmente considerando que es una guerra que no beneficia a ninguna de las partes involucradas yemeníes. Solo con estas medidas podemos esperar un futuro mejor en Yemen para sus ciudadanos.

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