Los aliados extrajeron varias enseñanzas de esta guerra: a) los Estados Unidos asimilaron la idea del espacio vital para su economía; b) los aliados europeos necesitaban conseguir medios para la suya, pero no podían iniciar otra guerra en Europa; c) Necesitaban controlar los medios de comunicación para engañar a la ciudadanía. Por lo cual, desde 1945 tanto EEUU como Europa hicieron de la guerra un instrumento imprescindible y no han dejado de propagarla por todo el mundo.

Mientras duró la Guerra Fría, se dio un cierto equilibrio entre las potencias occidentales y orientales y las guerras que se hacían eran de pequeña intensidad, aunque con un gran sufrimiento para la población. Pero, cuando en 1991 cayó la Unión Soviética, EEUU y la Unión Europea no quisieron perder la oportunidad de reforzar su economía y de extender por el mundo su fuerza militar (OTAN), siguiendo la misma idea de Hitler, para controlar todos los medios económicos del mundo.

Hay una pequeña diferencia entre EEUU y la UE. El primero basa casi toda su economía en la industria militar y necesita la guerra a cualquier precio; además, las fuerza armadas yanquis controlan la OTAN. La segunda camina hacia un ejército unido y su economía hasta ahora se basaba en el bienestar de la ciudadanía. Sin embargo, tanto el uno como la otra necesitan las riquezas que hay en el mundo y para conseguirlos están dispuestos a hacer la guerra y a destruir cualquier país libre. La ayuda humanitaria, la democracia, la guerra contra el terrorismo... son meras excusas para engañar a sus propios ciudadanos y a la izquierda.

Desde 1991, EEUU, con la ayuda de Israel y la UE, están haciendo todo lo posible por conseguir el objetivo que siempre han deseado, es decir, rodear Rusia y China y apoderarse de todas las riquezas del mundo (petróleo y gas). Pero para ello tienen que someter a los países musulmanes. De dos formas han actuado contra estos. Por una parte han armado a las guerrillas islamistas en contra de los gobiernos independientes o progresistas que no son sus aliados; y por otra, viendo que esto no era suficiente, han realizado agresiones militares directas en contra de estos países. Dentro de la UE Gran Bretaña, Francia y Alemania son los que más se han destacado. Hace ya veinte años que la administración de EEUU (las multinacionales) estaba planeando una táctica militar de atacar país a país y en esto los gobiernos de Europa han tenido una participación directa. Que Sarkozy diga ahora que Francia está en guerra es puro cinismo. Francia ha participado en guerras en África, Iraq, Afganistán y sigue participando, ahora contra Siria; ha bombardeado con uranio pueblos y ciudades de aquellos países y matado a miles de ciudadanos.

Los gobiernos de EEUU y de la UE son los responsables directos y los máximos culpables de todo lo que está pasando. Están en guerra contra todo el mundo y están haciendo la guerra en favor de las multinacionales. Esos gobiernos han provocado lo sucedido en París y ahora se valen del sufrimiento de los ciudadanos para restringir sus libertades y sus derechos. Hacen un negocio redondo, mientras ellos se enriquecen, nosotros padecemos el sufrimiento y la restricción de derechos.

Por lo tanto, ¿es suficiente decir «no a la guerra» y reivindicar la paz? ¡Por supuesto que no! Hay que hacer frente a los gobiernos de EEUU y de la UE y exigirles que paren de una vez ese negocio sangriento. Por desgracia, las declaraciones de la mayoría de la izquierda europea no van por este camino y no parece que vaya a cambiar. Simplemente rechaza lo sucedido en París, nada más. Seguimos como antes, se desaprueban las consecuencias, pero no se aborda el origen del problema. Mientras sucede todo esto, la izquierda de Europa no ha planteado ninguna iniciativa en contra de los gobiernos que nos han metido en la guerra.

Hay tres puntos básicos para la solución: a) EEUU y la UE deben sacar sus fuerzas armadas de África, América y Asia, y dejar de vender armas; b) Dichos gobiernos y las multinacionales deben dejar de robar las riquezas a los demás países; c) Además deben de conceder una ayuda económica a los países pobres en base a sus necesidades, haciendo caso omiso a los intereses de las multinacionales. Para ello, la izquierda europea debería salir a la calle, impulsando grandes movilizaciones y promoviendo desde las instituciones que gobierna acciones de insumisión, desobediencia, plantes en contra de la guerra.