Joseba Iruzubieta
Enfermero y ciudadano

¡Indignaos!

Pero a nuestros directivos no les gusta la protesta, ni violenta ni pacifica. Así lo han hecho saber los ertzainas

En octubre de 2010, el francés Stéphane Hessel, escribió el manifiesto titulado "¡Indignaos!".
Hessel llamaba a la «insurrección pacífica» contra el sistema. 

Este escrito fue determinante para que, unos meses más tarde, en mayo surgiera en el Estado español el denominado movimiento 15M.

Fruto de ello aparecieron múltiples movimientos sociales, entre ellos, en Madrid, la marea blanca en defensa del sistema sanitario público y de calidad, que el pp se había empeñado en desbaratar. Se organizaron entre sanitarios y ciudadanos que, durante años mantuvieron la lucha en pro de mantener derechos para todos y todas. Al norte del Ebro nos parecía entonces que el «modélico Sistema sanitario vasco» era intocable.

Sin embargo estos once años nos han enseñado que quienes quieren desmantelar los servicios públicos no han perdido el tiempo, han estado trabajando a la vista, a veces, en la sombra, casi siempre.

E incluso durante la pandemia casi nos llegaron a convencer, rodeados de aplausos y de sirenas de policía a las 8:00, que se iban a invertir cantidades ingentes de recursos en sanidad, se iba a revertir la marcha del maltrecho sistema sanitario.

¡Quá dóciles somos, cuánta ingenuidad gastamos, nos tragamos el anzuelo en la primera lanzada! Al contrario de lo prometido, poco a poco nos hemos quedado sin PAC de San Martin, sin Urgencias de Santiago, sin medicos, enfermeros y administrativos en centros de salud y hospitales. Ahora nos cierran centros de salud, o nos tendremos que desplazar a otras poblaciones para ser atendidos. Y donde no los cierran recortan los horarios. Hoy mismo, trabajadores y trabajadoras de la sanidad y ciudadanos en general, estábamos convocados por todo el movimiento sindical, (salvo vergonzosas excepciones), que ya llevan tiempo de acuerdo, a protestar pacíficamente contra este desmantelamiento brutal, en este caso de la Atención Primaria.

Así, a las cinco de la tarde, cuando se cerraba el centro de Salburua (hasta ayer el horario de cierre eran las 20h) han aparecido los sindicalistas y algún que otro ciudadano o sanitario de a pie, entre los que me incluyo.

La idea era realizar un encierro de protesta de tres horas, hasta las ocho, horario habitual de cierre.

¡¡¡Pacificamente!!!

Pero a nuestros directivos no les gusta la protesta, ni violenta ni pacifica. Así lo han hecho saber los ertzainas que, al menos esta vez sin levantar la voz, han amenazado a los asistentes con multas desorbitadas, amparados por la ley mordaza, o incluso con ser desalojados violentamente si su elección era no abandonar el público local. Quizás en otra situación se habría decidido mantener la protesta en el interior, por ejemplo si el apoyo popular hubiese sido masivo, o evidente.

Pero hoy, para nuestra desgracia, lo único evidente, lo único que ha quedado claro, ha sido que ni la ciudadanía que se queja de tener unos servicios cada vez peores, ni los miles de sanitarios que sufren el maltrato de sus direcciones han entendido que los derechos hay que conquistarlos día a día.

Quizás sea hoy un buen momento para volver a leer a Stéphane Hessel, "¡Indignaos!"

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