Esther Formoso y Eva Rodriguez, Nera de Egurrola, Berna Martin
Trabajadora no cualificada y compañeras

Junio, vuelven las rebajas a las jangelas

Así es, como desde las jangelas, vivimos cada fin de curso. Como trabajadoras sentimos que se abre el periodo de saldos, que a muchas de nosotras se nos recorte la jornada con la excusa de la jornada continua.

Se acerca el periodo estival y con el las ofertas en los comercios, empiezan a engalanarse los escaparates con ofertas interesantes. Encontraremos aquel pantalón que nos gustó a mitad de precio.

Seguramente a estas alturas, al leer esta entrada, muchas de vosotras os preguntareis que tiene que ver esto con las jangelas.

Así es, como desde las jangelas, vivimos cada fin de curso. Como trabajadoras sentimos que se abre el periodo de saldos, que a muchas de nosotras se nos recorte la jornada con la excusa de la jornada continua.

Nunca sabemos a quienes va a tocar ni en que centros. Pero lo que si sabemos es que el trato que recibimos como trabajadoras es el de una mercancía.

No dejamos de oír hablar de la importancia de una dieta saludable, que la jangela ha de ser un espacio educativo, de calidad.

Se habla de productos locales, productos bio, y como no, las empresas de catering contratadas por el gobierno vasco se quieren apuntar el tanto presumiendo de calidad, unas dando charlas y otras hasta reparten diplomas de honor de escuelas saludables.

Todo esto tendría cierta lógica si no tuvieran la connotación de «negocio» para estas empresas.

Poco se habla de nuestra situación como trabajadoras, es por lo que, llegados a este punto, quiero trasladar mi humilde opinión de trabajadora considerada no cualificada, pese a llevar trabajando 25 años en el sector.



Mi primera consideración es que, para hablar de una alimentación saludable, en un espacio saludable, debemos tener en cuenta la importancia del ambiente y las condiciones en las que atendemos a los niños, cuestión que debería considerarse primordial por el Departamento de Educación, pero que pasa a un segundo o tercer plano, cuando entra en juego el factor económico.

Lo primero es el negocio y lo segundo la pasta y no precisamente la rica en hidratos.

 Nuestro colectivo sufre, como consecuencia de los recortes, una mayor precariedad, unas modificaciones de nuestras condiciones laborales que se traducen en reducciones de horario en los meses de jornada intensiva, que dificulta el desempeño de nuestra labor, ya que es hacer el mismo trabajo en menos tiempo, con la carga de estrés que esto implica, tanto para nosotras como para nuestros niños.



Para nuestro colectivo, formado por un 90% de mujeres con unas jornadas, ya de por si mínimas, se dibuja un futuro incierto a la hora de la jubilación, alguna compañera, de hecho, habiendo llegado a ese punto, sigue trabajando, porque según nos relata «es eso o vivir de la beneficencia».



Para las empresas sin embargo, no hay recortes, se les perdonan los 18 millones de sanción impuesta por la autoridad vasca de la competencia por el «Cartel de los comedores».

Las familias de los comensales también sufren las consecuencias de los recortes, en junio, pese a pagar lo mismo por el servicio, muchos padres no dejan a sus hijos, debido al horario de salida de las jangelas que, al adelantarse les obliga a pedir permisos en sus empresas para poder recogerles. ¿Así facilita la Administración la conciliación familiar?



Quiero denunciar también que el curso pasado representantes del Departamento de Educación visitaron las jangelas para comprobar la capacidad de estas últimas, midiendo mesas y bancos con el fin de poder reducir el numero de turnos de comida, es indignante ver como niños de 11 años tienen que comer encogidos en las mesas utilizadas normalmente por los de 3 años, o pese a la prohibición del acceso al office por personal ajeno por motivos de prevención de riesgos, verles comer en una mesa de esa dependencia.

Con el fin de evitar esos «abusos» hemos pedido varias veces a la empresa los planes de autoprotección de los centros para comprobar la capacidad de los jantokis, considerando la obligación de coordinación entre empresas y centros escolares en materia de prevención de riesgos y hemos podido comprobar que las empresas no se implican.

No entiendo este modelo de servicio público, no entiendo estos recortes en un servicio publico que no duda sin embargo en gastar y pagar el doble a empresas subcontratadas en vez de asumir y facilitar un servicio digno y de calidad.

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