Félix Ligos Rivas
Familiar de una persona dependiente

La Ley de Dependencia y la lógica del cálculo y del beneficio

El fracaso sistemático del Estado o de los diferentes gobiernos autonómicos, en la protección de las personas dependientes, no es, en nuestra opinión, coyuntural sino que es el resultado de una lógica inscrita en el ADN de nuestra sociedad y que por sus consecuencias hemos convenido de llamarla «la cruel lógica del calculo y del beneficio».

Es bien conocido que la bolsa de protección que la Ley de Dependencia prometía crear para las personas más vulnerables, las personas dependientes, tiene unas grietas a través de las cuales cientos de personas caen cada día al vacío de la desesperación y la angustia extendiendo sus brazos con la esperanza de encontrar una mano que les retenga en su caída. Algunas encuentran esa mano, pero diariamente un número importante de esas personas se estrellan contra el suelo duro de la realidad.

La cruel lógica del cálculo y del beneficio que guía la vida económica y social de nuestra actual civilización ha impregnado el ADN de todo el entramado jurídico e institucional de las diferentes instancias del Estado.

En el caso de la Ley de Dependencia esta lógica produce un proceso burocrático complejo y lento, derivado de la falta de inversión en personal humano fundamentalmente y en la centralización en la toma de decisiones (ahorro en la inversión o lógica del beneficio), que excluye y abandona a su suerte, año tras año, a decenas de miles de personas. La ayuda solicitada para «aliviar» esa angustia de las familias y de sus mayores dependientes no llega. El proceso burocrático la retiene. La etapa final de sus vidas les enseña la lección de la incomprensión, de la soledad y del abandono. El sentimiento de impotencia y de culpa les da el último adiós. ¡Qué final más triste!

Según la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales, cada día agonizan y mueren  entre ochenta y cien personas dependientes esperando las prestaciones que por derecho les correspondían. Anualmente unas 30.000 en todo el Estado y en Euskal Herria unas 3.000.

En 2006 se aprobó la Ley de Dependencia con el objeto de «proteger» a esa parte importante de la población que pudiera encontrarse en situación de dependencia y de vulnerabilidad y también para aliviar a las familias.

El fracaso sistemático del Estado o de los diferentes gobiernos autonómicos, en la protección de las personas dependientes, no es, en nuestra opinión, coyuntural sino que es el resultado de una lógica inscrita en el ADN de nuestra sociedad y que por sus consecuencias hemos convenido de llamarla «la cruel lógica del calculo y del beneficio».

Esta lógica cruel y criminal no se manifiesta únicamente en el retraso en la percepción de las ayudas. Mucho antes del reconocimiento de la ayuda, la persona dependiente ha sido sometida a una «valoración» realizada por profesionales (médicos, trabajadoras sociales, terapeutas ocupacionales, etc.), en su mayoría subcontratados por la administración a través de una empresa privada. (Externalización del Servicio-lógica del beneficio).

En ambos casos la exploración de la persona se realizará siguiendo las pautas que indique el protocolo. (El film de Ken Loach “Yo, Daniel Blake” ilustra muy bien la situación).

Este protocolo con sus ítems correspondientes, por supuesto, había sido previamente diseñado para todas las personas dependientes, por algunos «expertos» en ciencias sociales y humanas. Los profesionales presentes en el proceso de «valoración», haciendo abstracción de si mismos ejecutan al igual que Eichmann las ordenes o pautas dictadas por el protocolo.

Las respuestas registradas en el ordenador o en un cuaderno serán tratadas por un algoritmo, que algún «experto» en matemáticas habrá concebido, el cual  realizará el cálculo y dará la puntuación, un número (lógica del cálculo). Esta valoración cuantitativa será asimilada a una categoría o concepto que va a determinar el grado de dependencia o de sufrimiento de la persona y familiares indicando los servicios a los que tendrá derecho así como la cuantía de la percepción económica.  La persona dependiente será transformada en un número y se le pondrá una etiqueta. Fulanita tiene 49 puntos y es Dependiente Moderada de grado 1.

Lejos de aliviar el drama y sufrimiento en el que en la actualidad se encuentran las personas dependientes y sus familias y que proviene, ademas de lo propio a la situación de dependencia, del sentimiento de soledad y aislamiento en que se vive esta situación. La aplicación de esta ley supone aceptar ser tratado como una cosa, como un objeto que se mide y se pesa. Un proceso deshumanizado, sin escucha, sin empatía, humillante.

Sentimiento de impotencia, de injusticia, de abandono, sufrimiento por tanto, antes de recurrir a esta ley, durante el proceso de reconocimiento del derecho, y sufrimiento después, cuando se accede a las prestaciones o servicios que para los dependientes severos y gran dependientes se traducen en una ayuda económica que resulta ridícula e insuficiente para dispensar los cuidados y atenciones necesarios si la persona dependiente permanece en su hogar, con su familia, o en el derecho a residencia donde las atenciones y condiciones de vida de los residentes son en muchos casos inhumanos e indignos y que tantas veces los familiares han denunciado y que los sindicatos de los trabajadores ponen en evidencia cuando reclaman mejorar sus condiciones de trabajo para poder atender mejor a los «usuarios». La terrible experiencia vivida en las residencias de todo el mundo civilizado, durante la pandemia del covid-19 habla por si sola.

Analizar el proceso de implantación de la lógica cruel del calculo y del beneficio, en el ADN de la sociedad merece otro o más de un artículo. El ejercicio de esta lógica en el ámbito de las personas más vulnerables nos deja unos resultados apocalípticos y repugnantes y totalmente inhumanos. ¿Que ética guía esta política? ¿Donde está la responsabilidad colectiva en el desarrollo y aplicación de esta ley?

Si toda acción humana responsable debe buscar mejorar la vida de todas los seres humanos y no humanos. ¿Somos tan irresponsables al actuar así? Si la Ley de la Dependencia va contra la vida y contra toda ética y razón, no estaremos  en la desmesura, donde el crimen y la locura se confunden?
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