Bittor Martinez

La rebelión pendiente de los parias de la tierra

La opresión del capital generando miseria entre las gentes, allá donde pone el ojo, hace que sus pobladores humildes tengan que buscarse la vida en otros países, abandonándolo todo para buscar su subsistencia en la emigración… ¿a dónde? A nadie la gusta abandonar su tierra y a los suyos, para poder vivir.

Hace unos días oí comentar en un programa de radio a un tertuliano de tantos, que la disposición de acogida por parte del recientemente constituido gobierno español del buque Aquarius, con 629 inmigrantes africanos rescatados de pateras en el Mediterráneo, rumbo a la muerte o a buscarse la vida y poder comer todos los días, era un gesto para la galería.

Independientemente de valorar aquella profunda reflexión y la inteligencia que brotó a las ondas, lo primero que me vino a la cabeza fue su inoportunidad, cuando lo importante de lo que se trataba, era de la vida de cualquiera de esas 629 personas con el mismo derecho que nosotros, como humanos que somos todos. Aún más, teniendo en cuenta que este hecho tiene de excepcional, la repercusión mediática debida a las decisiones opuestas entre dos países europeos, porque por desgracia, la esencia del problema se ha convertido en algo, lamentablemente habitual.

En este caso puntual, uno más de tantos, vemos como esas personas, sean del color que sean, han sido rechazadas en Italia y en Malta, en actitudes fascistas de sus responsables. Así se catalogan a los que blindan sus fronteras ante los inmigrantes que huyen de sus países, de sus casas destruidas o precarias, de sus familiares, de su cultura y de todo lo suyo, para buscar la supervivencia retando a la muerte en el intento de llegar a un lugar que les permita sobrevivir. Donde quizá piensen, que vivimos en la abundancia. Donde cuando menos, se come caliente todos los días. O por lo menos eso es lo que creen. ¿De dónde vienen y por qué se producen esos movimientos migratorios?

Si echamos mano de la memoria retrospectiva, la Internacional Socialista pretendía unir a los parias de la tierra, a los trabajadores explotados del mundo, para reivindicar y luchar por sus derechos como personas y a vivir dignamente reivindicando el valor de su trabajo en la economía mundial...

Sin embargo, como alternativa de cambio, llegó la globalización económica. Aquel cuento que nos contaban desde el poder capitalista, que nos iba a hacer vivir mejor a todos. El mundo iba a ser un vergel de oportunidades para todos mediante la distribución de una economía globalizada para todos.

¿Cuál ha sido la realidad? Ante la caída de lo que fue arraigándose como un pensamiento trasnochado, aquella lucha de clases por la igualdad y el deslizamiento de la izquierda hacia posicionamientos claros de la derecha, cuando menos en el área económica, el capitalismo se adueñó de la situación para defender unos intereses bastardos, implantando un neoliberalismo económico con la permisibilidad del vacío intelectual que lo pondría en cuestión, y la aquiescencia permisiva de una sociedad adormilada por el engaño de un estado de bienestar manipulado por el poder económico, como objetivo estratégico en beneficio de sus intereses.

Ocurrió en el llamado mundo desarrollado, con el sometimiento brutal en los últimos años a la clase trabajadora, mediante una monumental crisis económica al servicio del saneamiento del gran capital, que segó las conquistas sociales anteriormente conseguidas.

En el mundo denominado subdesarrollado, como África, el capitalismo norteamericano y europeo ha venido saqueando sus riquezas naturales, y a cambio compraba, y sigue haciéndolo, con prebendas y buen vivir a una clase dirigente y sátrapa en aquellos países que fueron sus colonias en tiempos pasados, para controlar y contener las ansias de vivir de sus oprimidos indígenas.

Algo similar ocurre en el contexto de Sudamérica, considerada como un conjunto de países emergentes cuando interesó a las potencias económicas, y ruinosos cuando les estrangula la economía con respuestas reaccionarias del capital, limitando los movimientos de la izquierda que tomó conciencia y llegó a desplazar al capitalismo y a sus corruptos guardianes, sufriendo como respuesta provocaciones y enfrentamientos de imprevisibles consecuencias sociales.

El recurso reiterado a las guerras practicado por las potencias económicas y ejecutadas por los gobiernos de los países desarrollados, obedientes a los intereses del capital, generando el caos, la miseria, la destrucción y la muerte, entre muchos miles de personas inocentes que huyen del terror dejando atrás sus países, donde se ocultan pingües intereses a posteriori de la destrucción por la guerra.

La opresión del capital generando miseria entre las gentes, allá donde pone el ojo, hace que sus pobladores humildes tengan que buscarse la vida en otros países, abandonándolo todo para buscar su subsistencia en la emigración… ¿a dónde? A nadie la gusta abandonar su tierra y a los suyos, para poder vivir. Se van engañados, porque sobran en su país y no son bien recibidos en los demás países, porque molestan a sus gobiernos, a una parte de los oriundos y a muchos de los que les precedieron por el mismo motivo, cuando llegaron antes, víctimas de parecido escarnio.

Cabe pensar que aquellas carencias que se advertían en cuanto a la falta de pensamiento ideológico, el interés por hacer desaparecer la filosofía, el pensamiento, la racionalidad del derecho humano e impulsar la supeditación y robotización de las personas a los intereses del capital, es el campo de cultivo para continuar el suicidio de la dignidad en la humanidad, causado por el egoísmo atroz del capital.

La lucha ciudadana pasa por la solidaridad, primero en nuestro pueblo, para continuar en escala hasta recuperar una conciencia solidaria internacional, entre las personas y los pueblos, con derechos desde la escala territorial más baja hasta el amplio ámbito mundial.

Se hace imprescindible retornar a la utopía, aún a sabiendas que es inalcanzable. Pero dejémonos guiar por la metáfora: si caminamos guiados por la estrella polar, nunca la alcanzaremos, pero iremos en dirección al norte.

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