Pedro A. Moreno Ramiro

La tiranía de algunos pequeños comercios

Frente a sus despidos: verdad, justicia y lucha obrera

No es oro todo lo que reluce y es que trabajar en un pequeño comercio que venda productos a granel y menos contaminantes no es sinónimo de unas buenas condiciones laborales, un buen trato o un jefe que se crea lo que dice vender. Por este motivo, solamente los que hemos trabajado en pequeños comercios sabemos de la tiranía que se da en muchos de ellos. Uno de los muchos ejemplos que evidencia esto que digo, es la tan recurrente excusa por parte del pequeño empresariado de que ellos tienen un «negocio familiar» y cómo tal lo ha de percibir el currela de turno, eso sí, siempre en cuanto a obligaciones nunca en lo que se refiere ganancias.

En muchos de estos pequeños comercios, algo tan evidente cómo tener un calendario laboral se convierte en un coloso difícil de escalar, por no hablar, del problema que representa disponer de los días que te corresponden por convenio o algo tan de cajón cómo poner los medios necesarios para no sobrepasar el número de horas anuales que aparecen en el contrato. Estos aspectos de la vida laboral ya conquistados por la clase trabajadora y que no deberían de suponer ninguna acción de reivindicación o lucha, se convierten en muchos casos en problemáticas que hieren de manera clara la moral y la salud psicológica de muchas de las trabajadoras que están trabajando o hemos trabajado en el pequeño comercio. En mi caso, aspectos cómo reivindicar los días de libranza que me correspondían por ajuste de calendario o el simple hecho de tener un calendario laboral, es lo que ha conllevado mi despido como tendero tras un año trabajando en un pequeño negocio de venta de jabones a granel. Cómo bien dicen los Chikos del Maíz en uno de sus temas: «No hay sindicato en la tienda de zapatos» y es que muy tristemente, la realidad que vivimos en la actualidad es que el hecho de reivindicar lo que pone en el convenio o unas medidas de seguridad básicas en tu puesto de trabajo te pueden llevar a la cola del paro.

Por esto que he indicado en el párrafo anterior, es bastante inquietante ver cómo algunos sectores de la política intentan meter en un mismo saco a la clase trabajadora y la pequeña burguesía. Ante este tipo de comparativas o medias tintas en las que se sumerge parte de nuestra clase política, he de decir que el pequeño comercio puede llegar a ser igual de tirano o incluso más que cualquier gran superficie. Por lo que considero que es hora de dejar de sacralizarle, ya que en muchos casos sus trabajadores no tienen ni siquiera- cómo comentaba anteriormente- derecho al soporte sindical bajo amenaza de despido.

Con esto que digo, no pretendo criminalizar a todo un gremio, me consta que dentro de este hay de todo cómo en todas las casas. Eso sí, desde una perspectiva de clase considero que el pequeño comercio o el pequeño comerciante, deberían siempre posicionarse del lado de la clase trabajadora y hacer todo lo posible, si se viese en la obligación de contratar a más personal, de que por lo menos las condiciones del convenio se cumpliesen y que sus trabajadoras recibiesen un buen trato. Siendo conscientes en otro orden de cosas, de que siempre sería más adecuado que los comercios de microeconomía se enfocaran hacia el cooperativismo y la economía obrera. Digo esto, como herramienta frente a lo urgente de la situación que vivimos, sin olvidar, lo importante que conlleva la lucha de clases como estrategia global de acción colectiva. Cómo digo siempre, tomar los medios de producción sin olvidar que la gestión ecológica de los mismos es fundamental si queremos seguir viviendo en este planeta.

Este texto es un manifiesto a todas vosotras y vosotros, a esos trabajadores de buena conciencia y moral obrera que compráis y os gastáis los dineros en pequeños comercios que no respetan el convenio y que tratan a sus trabajadores como mera mano de obra, sin importarles un carajo sus vidas, sus necesidades vitales o su dignidad como trabajadores. Frente a la mentira, el maltrato laboral y el despotismo empresarial, boicot y lucha obrera. Suena esto último a lema facilón, pero es cierto que a veces en los pequeños lemas encontramos grandes verdades y según lo entiendo yo, si todas nosotras como consumidoras activas que somos tomásemos conciencia de lo político que conlleva el acto de consumir, muy seguramente estaríamos en proceso de construir cambios aquí y ahora que mejorarían la vida de clase trabajadora. De hecho, existe un mantra que se lleva repitiendo años en el ámbito de la economía social y solidaria que dice lo siguiente: «No hay mayor carro de combate que el carro de la compra».

Dicen que a todo cerdo le llega su San Martín según nuestro refranero y espero que le llegue también, a todo ese empresariado grande o pequeño que nos ha tratado cómo mierda. Ojalá llegue el día, en que esas personas que generan violencia con su forma de concebir el mundo del trabajo, comprueben en sus carnes la indefensión y la frustración que sentimos en nuestros cuerpos los millones de asalariadas precarias que tenemos que vender nuestra fuerza de trabajo para poder sobrevivir.

Por otro lado, estos últimos días estamos viendo en los «medios de comunicación» la forma tan vil que tienen algunos periodistas de tergiversar la realidad y poner el foco del debate dónde no habría que ponerlo mezclando churras con merinas. Es decir, vinculando los saqueos de tiendas con las manifestaciones políticas en favor de la libertad de Pablo Hasel o poniendo sobre la mesa el coste en euros de los destrozos que se han producido, en vez de hablar de la violencia que provoca la policía en Linares, Iruña o Barcelona o en cuánto paro o sufrimiento generan las políticas neoliberales. Por lo que en este punto es legítimo preguntarse: ¿Cuánta violencia encierra cobrar 1.000 euros al mes y pagar 800 de alquiler? Del mismo modo, que deberían de preguntarse estos tertulianos o directores sabelotodo, la dureza que conlleva estar en un ERTE o directamente en un ERE con familia e hijos. Por esto mismo y en conclusión yo me pregunto ¿Dónde está su moral y en que se diferencian muchos de ellos y ellas de las policías que apalean sin cabeza a la multitud manifestante?

A partir del día 10 de marzo volveré a formar parte de ese ejército proletario de reserva llamado INEM. Un despido en toda regla que se produce tras una baja médica de menos de un mes, que cada una saque sus conclusiones de lo sucio que encierra el actuar de esta manera, ya no solamente en lo que respecta a la óptica laboral, sino también, desde un punto de vista de calidad humana. La injusticia es elevada y las herramientas para contestar ante la misma son limitadas muy limitadas. La Reforma Laboral cómo la defensa de los intereses privados por encima de la vida de las personas están en nuestra contra, eso sí, nosotros y nosotras tenemos algo mucho más potente que unas leyes injustas a nuestro lado y es que, somos el 99%, sin nosotras se paraliza el mundo por lo que es hora y nunca es tarde si la dicha es buena de luchar por nuestra dignidad de clase y decir bien alto y claro: ¡Que viva la lucha de la clase obrera!

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