Ramón Contreras López
Neeten (Nafarroako Energía Eraldatzen)

La voz de su amo

En los años veinte había una marca de aparatos con ese nombre, cuyo anagrama era la figura de un perro escuchando los sonidos procedentes de un gramófono. Evoco inconscientemente esa figura cuando leo que una comisión de ministros de Competitividad de la Unión Europea ha acordado proponer al Parlamento Europeo que la entrada en vigor de la normativa «Euro 7», destinada a rebajar las emisiones contaminantes de vehículos, se retrase de 2025 a 2027 para los coches y hasta 2029 para los camiones.

Esta medida responde a las exigencias y presiones realizadas por la Asociación de Fabricantes Automovilísticos Europeos, que consideraba que las medidas aportaban un incremento de costes en la fabricación de vehículos, perjudicando su competitividad.

Este es un claro ejemplo de cómo el auténtico poder no está en los parlamentos ni en los gobiernos, sino en ciertas corporaciones agrupadas en oligopolios que manejan a las instituciones en base a sus espurios intereses.

Por supuesto, la presidenta del Gobierno de Navarra se ha apresurado a mostrar su satisfacción por esta ampliación de los plazos que permite seguir con la producción de vehículos de combustibles contaminantes en la factoría de Volkswagen de Landaben. No obstante, eso no ha sido óbice para que la empresa haya anunciado la desaparición de 400 puestos de trabajo.

Resulta de una temeridad rayana en lo criminal que, en plena emergencia climática y crisis de los ecosistemas, se opte por ralentizar las medidas para frenar las emisiones tóxicas en base a criterios de competitividad y costes empresariales.

Se colocan en uno de los platillos de la balanza los intereses de las grandes corporaciones de la industria del automóvil y en otro la vida del planeta. Y la báscula cae del lado de las corporaciones, ¡Increíble!, pero esa es la cruda realidad.

Y esto es un dato más que demuestra la hipocresía y las mentiras de los gobiernos en sus supuestas medidas contra el cambio climático. A pesar de los acuerdos adoptados en las cumbres sobre el clima para eliminar las subvenciones a los combustibles fósiles, los países miembros del G20 invirtieron en el año 2022 cantidades récord de dinero público (1,4 billones de dólares) en las industrias de carbón, petróleo y gas.

Cuando va a ser el momento de que alguien les diga a los trabajadores y trabajadoras de Volkswagen, con honestidad y valentía, que el coche eléctrico no es ninguna solución.

Que, es materialmente imposible sustituir ni la tercera parte de la actual flota de vehículos de combustibles fósiles, por eléctricos, puesto que no hay litio en el planeta suficiente para ello.

Que, una necesaria transición energética no puede estar fundamentada en incrementar la producción de una nueva mercancía que posibilite el incremento de la producción, para conseguir que cada individuo conduzca dos toneladas de metales y plásticos, con la carga contaminante que ello conlleva.

Que, lo que se necesita es reducir drásticamente el uso del automóvil y el consumo de energía.

Que, lo importante ahora es llevar a cabo iniciativas a favor del empleo climático y de una transición justa, y dotar a la sociedad de medidas que ayuden a que la necesaria e imprescindible desaparición del vehículo impulsado por combustibles fósiles, no tenga consecuencias dramáticas para las clases trabajadoras.

No hay que tener miedo en hablar de que en estos momentos resulta vital empujar el freno de mano del desarrollismo. Pero emplazar a las grandes corporaciones o a la mayoría de las formaciones políticas al decrecentismo es como pedir a la lluvia que no moje, al sol que no caliente o al fuego que no queme. El desarrollismo está en el ADN del sistema capitalista.

Debemos definir de forma colectiva cuáles son las necesidades humanas en la época de policrisis en que vivimos. Hay que trabajar en la creación de un frente antisistema que unifique las luchas por condiciones de vida dignas, por el medio ambiente, contra la guerra, contra la violencia sexista, contra toda opresión, por la libertad y democracia..., capaz de llevar a cabo fuertes movilizaciones generalizadas que consigan romper las actuales estructuras.

El problema es de modelos y de sistema. Si no cambiamos este sistema, estaremos avocados a ser títeres de «la voz de su amo» y permanecer atrapados en un sistema tan irracional y criminal al que no le importa poner en peligro la continuidad de la vida en el planeta, siempre que se mantengan los ritmos de crecimiento económico y sus tasas de beneficios.

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