Mikel Arginarena
Pentsionistak Martxan de Bizkaia

Las pensiones privadas: la solución mágica

La universidad de la vida nos ha dado argumentos para descubrir sus mentiras y engaños, porque sabemos que luchando se consigue lo que nos repetían que era imposible y, sobre todo, porque la gente trabajadora queremos una solución para todos.

El pasado sábado, 3 de marzo, José Ramón Mínguez, con una brillante tarjeta de presentación, utilizaba las páginas de "El Correo" para dar consejos a los futuros pensionistas. No seremos nosotros quienes neguemos los estudios sobre el futuro de la Seguridad Social, en los que basa su receta. Posiblemente tiene muchas horas de vuelo intentando desentrañar los entresijos de la economía pero otra cosa es que nos fiemos de él; sus recetas sólo sirven a los intereses de su amo, como los doce expertos de Rajoy, nueve de los cuales estaban en la nómina de bancos y aseguradoras que ofertan planes de pensión privados.

Ya de entrada deja sentada su tesis, por otra parte muy repetida, de que «la única solución realista es compatibilizar las pensiones públicas con los modelos privados». Esa solución se repetía con frecuencia en los años 80 en las mismas páginas de "El Correo", ante el imposible futuro de las pensiones públicas. Nuevamente nos hacían la misma recomendación cuando Zapatero dudaba si estábamos sumergidos en una crisis económica o se trataba de una simple gripe. Ya entonces desde la plataforma de Pensionistak Martxan de Bizkaia nos enfrentamos a esa fórmula como solución válida para las personas pensionistas del futuro.

Aquellas personas pensionistas del futuro hoy somos actuales pensionistas. Y vamos a exponer nuestras razones para rechazar la solución que propone usted para las futuras generaciones de pensionistas en ese artículo de "El Correo".

Hoy como hace diez años y como en los años 80 seguimos rechazando frontalmente una solución que únicamente está al alcance de una minoría. Es un fraude. Si el que suscribe el citado artículo conoce tantos estudios sobre el tema, sabe el panorama laboral con el que se enfrentan, no sólo los varios millones de parados sino también los varios millones más de «personas empleadas precariamente», que llegan con dificultad a finales de mes. Teniendo en cuenta que, por mucho que digan lo contrario, el futuro se va a parecer mucho al presente, díganos qué pensiones privadas van a poder suscribir millones de personas en edad de trabajar. Salga a la calle y pregunte a la gente joven que ve que va cumpliendo años y no acaba de encontrar suelo firme para hacer su proyecto de vida: vivienda, hijos, estabilidad… a ver si puede hacer un seguro privado que merezca llamarse así con lo que «ahorran» cada mes. Usted nos toma por gente ignorante y nos recomienda una receta que seguramente a usted y a alguna gente de su entorno y nivel económico le resulta interesante pero es un insulto a la mayoría y va en contra de muchos estudios de gente experta que no está en la plantilla de quienes intereses en las pensiones privadas.

Pero hay otra razón que nos lleva a denunciar la falacia de sus recomendaciones: si la mayor parte de la población trabajadora pudiera hacer un buen seguro sería señal de que hay unas buenas aportaciones a la caja de pensiones públicas, y en tal caso, las pensiones asimismo tendrían buena salud. En ese caso la gente no necesitaría ir a su BBVA u otras entidades bancarias o de seguros. Porque tal como está validado, también por muchos estudios que desgraciadamente no tienen eco en ese medio en que escribe usted, tienen una rentabilidad más mezquina y sobre todo estarían muy expuestos a los riesgos de los mercados. ¿Acaso se le olvidado que unos de los grandes fiascos económicos modernos, el de Lehman Brothers, arrasó en su caída las pensiones privadas de millones de ahorradores? Es decir, las pensiones privadas estarían administradas por gente no fiable.

Hay en su reflexión un punto que por sí sólo nos causa un rechazo frontal. Dice usted que «la sociedad tendrá que replantear dónde tener sus bolsas de pobreza…, en la etapa de mejor actividad de las personas con RGI y el resto de ayudas a colectivos desfavorecidos –en muchos casos necesarias y en otras un abuso– o, por el contrario, sosteniendo el sistema para las personas que cotizaron y que vivirán hasta los 120 años».

Es decir, usted tiene asumido que unos cuantos podrán solucionar afortunadamente sus problemas básicos y que, desgraciadamente la mayoría vivirá en la miseria. Esa es la filosofía que rige hoy a nivel mundial, no nos pilla de sorpresa lo que dice, pero es de agradecer que lo diga con tanta claridad: como no hay para todos, sálvese quien pueda.

Por supuesto, para garantizar ese sistema de pensión pública complementada, por quienes puedan, con un plan privado usted pide la ayuda de todos, incluso de los que no pueden hacerlo: dice que hay que incentivar de verdad la fiscalidad de este ahorro. Ya lo vemos, es lo que desde siempre buscan algunas gentes: que sus ingresos vayan ligeros de impuestos. Si los que viven holgadamente piden una fiscalidad benigna, necesariamente habrá bolsas de miseria. A eso le llaman ustedes solidaridad e incluso hacen donaciones.

Todo lo anterior se lo podemos decir desde Pentsionistak Martxan de Bizkaia sin ser expertos economistas. Simplemente porque la universidad de la vida nos ha dado argumentos para descubrir sus mentiras y engaños, porque sabemos que luchando se consigue lo que nos repetían que era imposible y, sobre todo, porque la gente trabajadora queremos una solución para todos. No nos conformamos con que una minoría pueda resolver holgadamente sus problemas.

Seguramente estas líneas le han hecho sonreír porque sólo son prueba de nuestra falta de realismo. Pero sepa que con su receta todavía los hombres y mujeres de hoy estaríamos todavía en las cavernas.

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