Amaia ZUBIETA GARCIANDIA
Militante de diversos colectivos feministas

Los retos del feminismo

El relato del feminismo, sin duda, tiene que formar parte de una historia con memoria.

Durante los días 10, 11 y 12 de este mes de noviembre tuvo lugar en la Universidad Pública de Navarra
el Primer Congreso Internacional Historia con Memoria en la Educación organizado conjuntamente por el Instituto de la Memoria de Navarra y la UPNA.

La ponencia inaugural de esta magnífica e imprescindible iniciativa, corrió a cargo de Rosa Cobo Bedía, profesora de la Universidad de La Coruña y un referente del feminismo del Estado español durante décadas.

La loable iniciativa de quienes organizaban el congreso era, sin duda, dar un lugar relevante al feminismo en el proceso de recuperación de la memoria histórica. En este sentido, la profesora Cobos hizo una clara exposición de las distintas olas del feminismo, sus principales reivindicaciones y sus consecuencias sociales, incidiendo en la importancia de recordar las genealogías para poder crear una agenda política transformadora.

Al inicio de su ponencia, la profesora Cobos manifestó estar en contra de la teoría posmoderna porque «cuestiona los grandes relatos» y por tanto, según sus palabras, excluye el relato del feminismo. En mi opinión, la iniciativa de este congreso se alinea con el cuestionamiento de los grandes relatos, de «un relato único» que no dé cabida a otras voces, entre otras, pero no solo, la de las mujeres. Aunque esta rotunda afirmación me puso alerta, fue especialmente el final de su intervención lo que me ha impulsado a escribir estas líneas.

La ponente afirmó, y en parte coincido con ella, que desde los años 80 del s.XX hasta el 2010 el feminismo dirige su mirada hacia dentro reflexionando en torno a diversos paradigmas (posmodernidad, teoría queer, feminismos negros, decolonialidad…) poniendo el foco en quien es el sujeto del feminismo. Añadió, que esta operación coincide con la aparición del capitalismo neoliberal. Aunque solo mencionó la relación temporal entre los dos fenómenos, sonó a causalidad, parecía hacer recaer en el feminismo la responsabilidad del avance del neoliberalismo. Aunque sea cierto que el feminismo, interpelado por otras voces desde los márgenes, haya dedicado tiempo a pensarse y repensarse, creo que no se puede afirmar tan categóricamente que haya dejado de lado la acción durante décadas en todos los lugares y en todos los momentos. Lo que si se puede afirmar, es que el sujeto del feminismo se ha complejizado y enriquecido; se ha hecho mas incluyente recogiendo las críticas y las reivindicaciones de las mujeres migrantes y racializadas, de las mujeres con discapacidad, de las bolleras, de los cuerpos disidentes...

Coincido también en que nos encontramos ante una cuarta ola del feminismo, una ola, esta sí, mundial y con una nueva agenda política. Muestra de ello son las reflexiones y movilizaciones de la Marcha Mundial de las Mujeres y, sobre todo, las huelgas feministas de 2018 y 2019 y las grandes movilizaciones que ha habido al finalizar la pandemia. Movilizaciones en contra de la alianza entre el patriarcado y el capitalismo neoliberal cuyas consecuencias sufre una gran parte de la sociedad, pero con mucha mayor intensidad las mujeres.

La ponente hablaba de las violencias que el sistema ejerce sobre las mujeres, sobre su vida y su sexualidad, violencias por las que el movimiento feminista debe actualizar su agenda política. Y las concretaba en tres únicos ámbitos: prostitución, pornografía y vientre de alquiler.

Sin restar importancia a estos temas, que deberían ser contextualizados, matizados y debatidos, una parte importante del movimiento feminista está preocupada por otros asuntos y otras violencias que nos atraviesan cotidianamente. La pandemia, como ya veníamos denunciando, hizo todavía mas visible nuestra vulnerabilidad e interdependencia y la centralidad del trabajo de cuidados para el sostenimiento de la vida, trabajo que mayoritariamente realizamos nosotras gratuitamente o, cuando es profesional, en condiciones laborales indignas, especialmente las de las mujeres migradas. Nos preocupa la pervivencia de la violencia machista y su creciente negación por parte de muchos hombres y la carencia de recursos para las supervivientes. Nos preocupan los mensajes de miedo y medidas de control que en aras de nuestra protección coartan nuestra libertad… Somos también conscientes de nuestra ecodependencia y de cómo los intereses del capitalismo neoliberal nos están conduciendo a la sobrexplotación de los recursos y a la destrucción del planeta.

El relato del feminismo, sin duda, tiene que formar parte de una historia con memoria. Y como dijo Rosa Cobo en su ponencia, las genealogías son importantes, tenemos que conocer nuestro pasado para proyectar el futuro. La agenda feminista es amplia y compleja, como la realidad, como el sujeto del feminismo. Pero en el camino hemos ido aprendiendo, nos hemos ido organizando, hemos tejido redes entre nosotras y con otros movimientos.

Es hora de actuar, no olvidemos de juntas somos imparables.

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