David González Cebrián y Juan Carlos Becerra Serrano
En nombre de la coordinadora antimilitarista Kakitzat

Más allá de un aniversario...

25.000 jóvenes del Estado español, 12.000 en Euskal Herria, se declararon insumisos como forma de apostar por una sociedad desmilitarizada.

Estos días se conmemora el 30 aniversario del inicio de la campaña de insumisión al servicio militar. Un 20 de febrero del año 89 se produjeron las primeras presentaciones de insumisos ante diferentes gobiernos militares del Estado Español. En concreto, fueron 57 jóvenes insumisos; de los cuales once resultaron detenidos e ingresaron en diversas prisiones militares.

Cabe recordar que 11 jóvenes vizcaínos se personaron ante el acuartelamiento militar de Bilbao; de los cuales 3 fueron detenidos y trasladados al cuartel de Mungia, al pesar sobre ellos una orden militar de búsqueda y captura.

Esta protesta antimilitarista se desarrolló entre febrero del 89 hasta el 31 de diciembre del año 2001, fecha en que se abolió el servicio militar obligatorio. A lo largo de estos 12 años 25.000 jóvenes del Estado español, 12.000 en Euskal Herria, se declararon insumisos como forma de apostar por una sociedad desmilitarizada y lejos de los caducos valores castrenses.

Debemos destacar que 1.670 insumisos terminaron en prisiones militares o en la cárcel a lo largo de los 12 años que duró esta práctica de desobediencia civil.

Cuando el 31 de diciembre del 2001 desapareció la mili, y se dio paso a un ejército profesional, el movimiento insumiso y antimilitarista subrayó que este hecho no fue fruto de la casualidad; fue un éxito de la población civil y de la movilización, la cual consiguió desacreditar el orden militar fruto de una amplia concienciación. Además, de remarcar que éste no era el objetivo último de esta iniciativa desobediente.

Un ejército profesional como el actual sólo ha supuesto un incremento de la fabricación y exportación de armas, algunas de ellas con «Label Vasco»; un mayor control social; un aumento de la participación en la OTAN. En definitiva, se ha dado un mayor incremento del gasto militar: dinero que ha ido al militarismo y las guerras y no a paliar problemas sociales tan graves como el paro, la pobreza y la carestía de la vivienda.

La apuesta por estas políticas militaristas ha supuesto un aumento de la criminalización de la disidencia y los movimientos sociales; y un incremento de las políticas xenófobas y estigmatizadoras de las clases populares y persecución de las personas migrantes.

En este contexto, en este 30 aniversario del impulso de la campaña de insumisión, remarcamos que hoy es más necesario que nunca la apuesta por una sociedad libre de ejércitos.

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