Iñaki Egaña
Historiador

Matrimonios de conveniencia

Como si se tratara de un país colonizado, los mamporreros de la colonia (Corbí y López) se asocian al Tío Tom de turno (Arregi), para presentar su candidatura nacional

La deriva de la península carpetovetónica nos ha llevado a contemplar los amaneceres y atardeceres más extravagantes de los últimos tiempos. Entre ellos, el desarrollo de una fibra política ratonera, la desfachatez de una pléyade de fanáticos que se llaman demócratas y, por si fuera poco, la elevación a la categoría divina de la unidad de un territorio que los romanos describieron como colmado de conejos. La gloria de este esperpento se completa con una parafernalia real, la de un rey que ha superado la leyenda de su padre, hoy emérito.

España no tiene remedio. O el remedio que sanaría su enfermiza naturaleza pasa por la efectividad de un cirujano que sajara sus cuartos traseros y delanteros, los deshuesara y aventara con un potente ventilador hacia las aguas atlánticas y mediterráneas. En balsas de piedra como las que alquimió el ya fallecido escritor portugués José Saramago.

Recién aterrizado en Loiu, después de un viaje transoceánico, me sorprendió el anuncio, precisamente para este sábado, de una conferencia con el tema del orgullo hispano como centro de la intervención de tres ponentes de renombre. Llegaba de las Américas, donde lo español cultural y social está cayendo en picado. Acaban de arrojar en Santiago de Chile la estatua del conquistador Pedro Valdivia al asfalto, habían comparado con el mismo demonio a Francisco Pizarro en Lima y Cristóbal Colón, icono de la fundación imperial, era vapuleado aquí y allá. Desde San Francisco a Temuco.

Por eso, tuve la impresión, al recibir la notificación de la conferencia, que España retrocedía a pasos agigantados, menguaba en su expansión, y centraba su orgullo patrio en asentar su discurso en la periferia de su territorio, destinada, más pronto que tarde, a desgajarse siguiendo la fabulación del citado Saramago.

La conferencia en cuestión maridaba a un guardia civil, a un analista político de pedigrí jeltzale y a un juez del Tribunal Constitucional apartado de su cargo por conducir borracho. El benemérito es Manuel Sánchez Corbí, el antiguo jeltzale Joseba Arregi y el juez, hoy consejero de Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, Enrique López.

La organización del encuentro está a cargo de la asociación Esteban de Garibay. ¿Saben algo de ella? Se lo cuento. Nacieron a comienzos de este año de 2019, como copia de la ultra Sociedad Civil Catalana, recogiendo los rescoldos de otros tres grupos: Basta Ya, Foro de Ermua y Fundación para la Libertad. ¿Nombres? Su presidente es Carlos Urquijo, el antiguo custodio de la presencia española en la CAV. Y entre sus afiliados María San Gil, Edurne Uriarte, Fernando Savater, Iñaki Arteta… Un granado elenco de extraordinarios activistas españoles unidos por el lema de la asociación de Urquijo: «la defensa de la libertad, el amor al País Vasco y a Navarra y la pasión por España, y la adhesión a los valores recogidos en la Constitución del 78».

Esta presentación de gala en Bilbao ha concitado un matrimonio a tres, de esos llamados de conveniencia. La cita sorprende por lo viejuno del mensaje. Como si se tratara de un país colonizado, los mamporreros de la colonia (Corbí y López) se asocian al Tío Tom de turno (Arregi), para presentar su candidatura nacional. El dios Yaveh eligió este pedazo de tierra para manifestar sus deseos nacionales, ya que los religiosos hacía tiempo que estaban copados por su hijo, en la lejana Palestina.

Sánchez Corbí es un guardia civil que torturó a Kepa Urra hace décadas y fue condenado y recondenado en recurso por ello. Una de las excepciones del sistema, cuando la evidencia es, valga la redundancia, evidente. Kepa Urra, sin embargo, cumplió una condena de 22 años a pesar de haber sido torturado probadamente e inculparse por las torturas.

El torturador Corbí fue, según la sentencia, expulsado de la Guardia Civil, pero aquello no sucedió. El Gobierno de Aznar lo indultó y gracias a su impunidad ascendió hasta las más altas cotas; director de la UCO, la Unidad de Inteligencia de la Guardia Civil. Un enfrentamiento con Grande-Marlaska a cuenta de los fondos reservados, le relevó del puesto para configurarlo como jefe del Seprose, el servicio de seguridad de la Guardia Civil. Lo recordarán como autor de una historia de su Cuerpo, en la que se plagiaban capítulos de la enciclopedia ‘Euskal Herria y la Libertad’ que dirigió Luis Nuñez, antiguo periodista de Egin.

De Enrique López López, militante del PP y apartado de la Gurtel por esa razón, no hay mucho que escribir. En 2014, siendo miembro del Tribunal Constitucional, fue detenido por saltarse un semáforo en rojo. En el control consiguiente de alcoholemia quintuplicó la tasa permitida. Fue «rebajado» del Constitucional a la Audiencia Nacional, cuando en otro lugar su carrera judicial y política habría concluido. Condenó al rapero Valtonyc a prisión y hace unos meses fue nombrado consejero de Interior y Justicia en la Comunidad de Madrid con el apoyo del PP, Ciudadanos y Vox.

El ex jeltzale Joseba Arregi, el tercero de este matrimonio de conveniencia, es el paradigma de quien cruza el Rubicón y se convierte en más papista que el papa. Necesita citar a Nietzsche o Cicerón para criticar a los no nacionalistas españoles (desde el PNV a ETA), se muestra solidario con algunas propuestas de Vox, en especial con sus críticas al feminismo y aconseja a la izquierda abertzale pasar por el confesionario y el siquiatra.

Un portento «intelectual», teólogo de formación, que recorre escenarios peninsulares por su condición de euskaldun-español, como un icono excepcional, un mono de feria, de la «penetración» hispana en territorio enemigo. Delegado de Covite, la asociación de Consuelo Ordoñez, Joseba Arregi Aranburu arrastra un gran trauma: su nombre y primer apellido coinciden con el de dos etarras: Joseba Arregi Izagirre, muerto por torturas en 1981, y Joseba Arregi Erostarbe, 27 años en prisión a seis aún de su excarcelación.

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