José Luis Úriz Iglesias
Afiliado al PSC viviendo en Navarra

Mi testimonio cuatro años después

El 20 de Octubre del año 2011 ya siempre quedará grabado en nuestra memoria colectiva y personal. ETA anunciaba el final de su actividad armada o lo que es lo mismo, finalizaban casi 50 años de pesadilla, dolor y terror. Dolor en ambas orillas, porque su actividad ha originado mucho dolor en las gentes de ambos lados de este conflicto con un origen político y un ramalazo criminal.

Dos cosas tenía claras cuando conocí la noticia y las dos están presentes en mi prólogo: que aquí existe un conflicto que se mantiene a pesar de aquella decisión, pero que ahora se está intentando resolver al igual que otros que tenemos en nuestra sociedad por vías políticas y pacíficas, que todas y todos hemos sufrido y que necesitábamos grandes dosis de generosidad para culminarlo.

En una situación como la vivida han existido canallas que hicieron canalladas en los dos lados y aunque del lado de ETA lo han sido con mayor perversión y dureza tanto cuantitativa como cualitativamente (829 asesinados, miles de heridos, extorsionados, aterrorizados, lo atestiguan), también desde nuestro bando hemos causado dolor, terror y humillación.

Pero también en ambos bandos, durante los últimos años especialmente, hubo, ha habido gentes interesadas en que esto acabara, que fueron capaces, con incomprensión e injusticia, abrir vías de diálogo y de entendimiento. Vías casi siempre clandestinas y oficiosas, prudentes, secretas. Contactos, intercambio de pareceres, de mensajes, de iniciativas que han sido el embrión de lo que vivimos ese día 20 de Octubre de hace cuatro años.

A ellas y ellos dedico estas líneas que pretenden ser un homenaje y un reconocimiento de su difícil labor. He conocido a varias que no habrán sido las únicas, pero sí que lo han hecho de manera generosa y desinteresada solo con la intención de ayudar a que llegara la ansiada paz que hoy aún no vemos consolidada por la cerrazón del PP pero que está camino de ello.

Comenzando por arriba y aunque vaya contracorriente quiero situar a José Luis Rodríguez Zapatero que no me resigno a que se haya ido sin ese reconocimiento por su valentía. Él y su fiel escudero Alfredo Pérez Rubalcaba fueron vitales a la hora de entender lo ocurrido. En el otro lado Arnaldo Otegi, que debe salir de la cárcel inmediatamente, porque jamás debió haber entrado, por haber sido el máximo impulsor del cambio producido en la Izquierda Abertzale. Hace mucho que debiera haber estado en libertad por ser más útil a la democracia fuera que dentro para consolidar lo ya conseguido, con la ayuda inestimable de Rufi Etxeberría. También por justicia.

Pero esos «generales» no habrían sido capaces de hacerlo sin los que en segundos y terceros escalones trabajaron incansablemente, generosamente para conseguirlo. He sido testigo directo de algunas y algunos de esos protagonistas: Pernando Barrena, Jesús Egiguren, Dani Arranz, Joseba Permach, Ainhoa Aznárez, Jone Goirizelaia, Xabi Oleaga, Odón Elorza, Denis Itxaso, Txema Jurado, y dejo para el final a tres vitales: Paul Ríos, Patxi Zabaleta y especialmente el desaparecido Enrique Curiel.

Si hubiera que personalizar en una figura a la que homenajear en representación del resto ésta sería sin dudar Enrique. Allí donde esté estará disfrutando de lo lindo de lo que él ayudó a conseguir.

Reconocimiento complejo debido especialmente a la presión de los poderes fácticos, especialmente los periodísticos, molestos con que su activo fundamental desaparezca. Será difícil, muy difícil que se produzca y mucho menos aún con lo que se nos viene encima si vuelve a ganar el PP, precisamente como se dio hace cuatro años con unas elecciones generales el 20-N, ahora 20-D. Pero al menos por mi parte y desde la humildad de estas líneas quiero hacerlo alto y claro.

Mi experiencia personal ha hecho que durante 26 años haya sido capaz de hablar, dialogar, contrastar e incluso a veces consensuar y acordar con gentes de la Izquierda Abertzale. Si lo hice entonces, ¿cómo no voy a defender hacerlo ahora? Porque ese fue el camino abierto con aquel nuevo escenario y debemos continuar con ese diálogo para evitar que se estropee, lo que tanto nos costó conseguir.

Cuando consigamos definitivamente esa paz ansiada, vendrán en tropel quienes antes criticaban cualquier atisbo de acercamiento cual conversos radicales, pero los que realmente hemos estado ahí dando la cara conocemos a los que estuvieron y los que no. Cuando se escriba la verdadera historia de este proceso podremos aportar nuestra propio relato de los hechos.

Por eso desde estas líneas mi agradecimiento y reconocimiento a ellas y ellos. Quizás sea el único que reciban, especialmente recordando que a mí me expulsaron hace cinco años del PSOE por señalar que «Otegi trabajaba para llevar a Batasuna por la senda de la paz» (¿se pondrá alguno colorado al recordarlo?). Creo que cada uno a su manera lo hemos hecho bien, muy bien, podemos estar satisfechos y alegres.

Quizás cuando la paz culmine debiéramos celebrarlo como sabemos hacer por estas tierras: con una buena comida, recordando en los brindis a Enrique Curiel un hombre de paz. Que ese sea el homenaje que otros no le darán.

Recherche