Siamak Khatami
Politólogo

Migraciones, pobreza y seguridad nacional

Un problema es que no hay consenso entre diferentes Estados sobre una política internacional común respecto a la cuestión de migraciones.

Desde hace décadas, asociamos la migración con la pobreza. Tenemos imágenes grabadas en nuestras mentes de personas que arriesgan sus vidas para cruzar desde desde el norte o el noreste de África al Estado español buscando un mejor futuro. Lo mismo sucede desde el norte de Africa a Italia, pero también desde Turquía y otros países del Oriente Medio y sur de Asia, hacia distintos países europeos. Puede que la mayoría esté soñando con alcanzar Alemania, Paises Bajos o algún país nórdico. Pero todos aquellos migrantes están buscando un futuro mejor, económicamente hablando.

La situación ha cambiado respecto a los años 1970 o principios de los 1980 –por aquel entonces, emigraban al Estado español muchas personas de América del Sur huyendo de dictaduras militares–. También había muchos iraníes que emigraron a los Estados Unidos o Europa huyendo del régimen de los Ayatolás que se instaló en Iran en febrero de 1979. También había muchos afganos que buscaban emigrar a cualquier país que les acogiera cuando la antigua Union Sovietica invadió y ocupó Afganistan. Pero incluso por aquel entonces, existían muchísimos casos, especialmente de turcos, que emigraban a Alemania Occidental (todavía existía el bloque sovietico y dos Alemanias) buscando mejorar sus perspectivas económicas. Se suponía que aquellos turcos, después de trabajar unos años en Alemania, iban a volver a Turquía. Pero se quedaron en Europa, y ahora sus hijos son alemanes de segunda generación y se quejan de discriminación contra ellos por su origen étnico-nacional. Comunidades de personas de origen turco también se han instalado en Holanda y en los países nórdicos.

También hay millones de migrantes de México y América Central que arriesgan sus vidas, y muchas veces mueren, para llegar a los Estados Unidos, normalmente en condiciones infrahumanas, también esperando mejorar sus futuras perspectivas económicas.

Ppero también hay otros casos: hay millones de afganos que han emigrado ni a Europa ni a América del Norte, sino a Irán y Pakistán, huyendo de la violencia y la represión talibán en Afganistán; también hay cientos de miles, si no millones, de ciudadanos de Siria e Irak que huyen a cualquier país europeo que les acogiera (muy destacado, como país de destino, encontramos Alemania), buscando un futuro mejor, o ciudadanos de países de Asia Central como Tayikistán y Kyrquizstán, que emigran a Rusia porque, a pesar del conflicto en Ukrania y a pesar de los graves problemas económicos que la propia Rusia tiene, y a pesar de la naturaleza dictatorial del régimen que lidera Putin, Rusia es un país cercano para Asia Central, con una lengua familiar, y muchísimo más rico que países de Asia Central. De hecho, en contraste con varios países europeos que surgieron de la antigua URSS y no quieren nunca volver a formar parte de una nueva «URSS reconstruida», los países de Asia Central que formaban parte de la antigua Union Sovietica, nunca quisieron separarse, pero en 1991, con la disolución de la URSS, ya no les quedó otro remedio.

La migración tampoco tiene solo una dimensión económica. También afecta a cuestiones de seguridad nacional. Esto se ha hecho obvio en la cuestión de la ampliación de la OTAN para dejar que Suecia y Finlandia entren en dicha organización. El Gobierno de Turquía ha exigido que Finlandia y Suecia dejen de proveer residencia a kurdos que Turquía considera como terroristas marxistas independentistas antiturcos. Tengo la impresión de que en privado, Turquía ha obtenido la promesa que quería de Suecia y Finlandia.

Cuando vemos a migrantes del Tercer Mundo viniendo a Europa o a América del Norte, muchos norteamericanos o europeos no piensan que esas personas incluso arriesgan su vida y pueden morir en su intento de migrar; más bien, reaccionan mostrando su lado más racista y xenófobo. Esto también afecta a la seguridad nacional –trae consigo la necesidad de intervenciones por parte de Ministerios de Justicia e Interior, además de cuerpos de Policía, de cada país europeo o norteamericano en cuestión–.

Recientemente, ha salido a la luz pública que Hainan Xiandun, una empresa china hermética de tecnología, ha estado reclutando a estudiantes universitarios recién graduados sin revelarles la verdadera naturaleza de su trabajo; los reclutados, que son estudiantes que han pasado años estudiando inglés y lo hablan bien, empiezan a trabajar en Hainan Xiandun como traductores. Sin embargo, pronto la empresa les pide hackear documentos secretos o reservados de los Estados Unidos. Se ha estimado que la empresa en cuestión ha infiltrado agencias gubernamentales no solo en los Estados Unidos, sino también en Canadá, Europa y Oriente Medio bajo órdenes del Ministerio de Seguridad del Estado de China. La empresa Hainan Xiandun da cobertura, en efecto, a actividades de espionaje del Estado chino. Claro que los hackers y espías de Hainan Xiandun no son, precisamente, como los migrantes del Tercer Mundo que vemos en televisión arriesgando la vida en busca de un futuro mejor. Más bien, son personas que incluso pueden vivir algunos años en América del Norte o Europa, pero que quieren regresar algún día a China. Sin embargo, cuando se les identifica como hackers o espías empleados por Hainan Xiandun, eso eso inmediatamente pone en peligro cualquier sueño que ellos puedan tener para su futuro. Este es otro aspecto que el rema de la migración se relaciona con la cuestión de la seguridad nacional.

Un problema es que no hay consenso entre diferentes Estados sobre una política internacional común respecto a la cuestión de migraciones. Cada Estado sigue la política de su propio gobierno central, que solo depende del partido, o los partidos, que forma(n) ese Gobierno. Y cada vez que un Gobierno central cambia, la política de ese país respecto a las migraciones internacionales también cambia. Incluso en la Unión Europea, que consiste en 27 países miembros, el Gobierno de cada país decide independientemente del resto su política respecto las migraciones. Eso es lo primero que tiene que cambiar. No podemos seguir girando entre «lo inadecuado», «lo malo» y «lo peor». Una política común, a nivel internacional, es la mejor, quizá la única, manera para mejorar la situacion para los migrantes y proveerles un futuro mejor. Quizá todavía no sea suficiente dada la desesperación de gente que incluso arriesga su vida, y a veces muere, intentando alcanzar sus sueños. Pero una política de consenso es, al menos, el único «primer paso» adecuado.

Además, hay que cambiar los criterios que algunos países anuncian para admitir a migrantes a sus respectivos territorios –por ejemplo los Estados Unidos tienen cuotas para italianos, irlandeses, españoles, iraníes, japoneses, etc.–. Quizá el caso reciente más famoso era el de Donald Trump, que quería llenar los Estados Unidos de migrantes noruegos mientras proponía construir un muro para impedir que mexicanos, guatemaltecos, hondureños, salvadoreños etc. entrasen en los Estados Unidos. Claro que ese muro nunca se construyó (solo se construyeron verjas en pequeños sectores de la frontera entre Texas y México), y los noruegos están muy cómodos y viven bien en su propio país y no tienen ningún deseo de emigrar a los Estados Unidos. Son personas de esos países donde hay guerra, revolución, y la gente pasa hambruna y se está muriendo de hambre, que está desesperada por emigrar a América del Norte o Europa. Hay que tener más compasión, más empatía, y que los humanos entendamos mejor lo que significa la humanidad.

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