Josu Iraeta
Escritor

No es democracia, es dinero, el tuyo

Como otros cientos de miles de vascos, soy miembro de una organización que viene defendiendo, que no solo con el respaldo electoral, conseguiremos hacer realidad nuestro proyecto político. Siendo esto absolutamente cierto, no lo es menos la constatación de que el volumen de poder y dinero que hoy día se pone en juego en unas elecciones, municipales, como autonómicas, tanto para unos como para otros, ha hecho que la inteligencia política sea relegada por el juego sucio.

Pudiera parecer una aseveración quizá algo aventurada o extrema, acaso sin excesiva reflexión previa, pero no lo es, se ajusta perfectamente a la realidad. Y, además, no es consecuencia de prioridades que pudieran ser compartidas o no, ni siquiera de criterios o definiciones más o menos ambiguas de lo permisible en la actividad política. Es simplemente la ilegítima actividad del «mercado del voto».

Un mercado en el que se negocia y pone precio a la voluntad expresa de las personas, donde se anula el fundamento de la democracia. Un antro infecto donde los mercaderes intercambian intereses inconfesables y corruptos, con un solo y único fin; poder y dinero.

El PNV, que cuenta en sus filas personas de evidente prestigio, como pueda serlo un exalcalde de Lizartza, hace de ellos un uso inteligente en campañas electorales, tratando de recuperar el discurso del veterano dirigente Xabier Arzalluz. Recuerden sus épicas intervenciones, aquello de: «En Madrid a quien temen de verdad es a nosotros no a ETA». Ahora han actualizado el mensaje y el exalcalde nos dice: «En Madrid a quien temen de verdad es a un PNV fuerte, no a otros».

No seré yo quien diga que el exalcalde miente. Probablemente este señor, con su afirmación, nos quiera recordar que la auténtica y verdadera razón por la que, en el último medio siglo, los gestores del Estado español en Madrid han acusado, juzgado, encarcelado y asesinado a los dirigentes de la izquierda abertzale.
 
Además de acosado y reprimido a sus militantes, robado cantidades inmensas de dinero procedente de los procesos electorales, destrozado su patrimonio y estructuras, para por último caracterizarnos como terroristas a decenas de dirigentes y dejar la organización y sus votantes, fuera del marco legal, es porque en Madrid a quien temían y temen de verdad, es al PNV.

El exalcalde mentir no miente, simplemente oculta la verdad. La diferencia de proyectos en la práctica política, entre el PNV y la Izquierda Abertzale, es enorme y los gestores del Estado español en Madrid, conocen perfectamente los contenidos de esta diferencia. Conocen hoy, como conocían hace cuarenta años, que el PNV «nunca» defenderá un proyecto que no sea aceptado por los intereses de Madrid. Es por eso el exalcalde de Lizartza, continúa exhibiendo su locuacidad, mientras Xanti Brouard y Josu Muguruza son homenajeados año tras año.

Es evidente que el malestar, incluso cierta perplejidad ante lo que está sucediendo. Es palpable en la sociedad vasca. De ahí los centenares de miles de vascos que les han dado la espalda.

Quizá el haber llegado a esta situación excepcional sea consecuencia de los movimientos que se han venido observando en los últimos tiempos, pero lo cierto es que, ante la proximidad del 24 de julio, en la sociedad civil vasca se está extendiendo y va tomando cuerpo, la convicción de que la dirección del PNV, es capaz de «negociar» a cambio de «frenar» a EH Bildu.

La gravedad de esta situación debería por sí sola servir de punto de arranque para una reflexión en profundidad en el seno del propio PNV, tal y como lo expresan en privado algunos de sus componentes.

La profunda e inevitable reflexión debiera ser extensible también a quienes comparten responsabilidades de gobierno en Lakua. Deben reflexionar y ser conscientes de la degradación de su actitud a ojos de la sociedad civil vasca y navarra, pues es evidente que los movimientos de la señora Chivite no exhiben la «ética política» que sí exigen a otros.

En esta situación tiene mucho que decir la –hasta hoy– silenciosa base del PNV. Una bonita y contundente muestra la han ofrecido el pasado 28 de mayo. En la izquierda abertzale, siempre se ha establecido la diferencia entre la «base» abertzale del PNV y las «diferentes identidades» inmersas en su dirección.

No cabe duda que todo esto puede ser poco agradable para algunos, pero debe tenerse presente que es grave, muy grave para otros muchos. Lo cierto es que la historia no miente y debemos aprender todos. Hoy es tiempo de corregir errores, de desechar inercias del pasado. Es tiempo de resolver la eterna dicotomía partido-pueblo, que tantos disgustos ha generado en sus bases.

Hace ya mucho tiempo un tocayo mío dijo una y otra vez: «Yo soy la verdad y la vida», y a pesar de los dos mil años transcurridos, sigue teniendo imitadores, aunque lo cierto es que no son actores y no actúan porque no saben, se interpretan a sí mismos.

Su dialéctica en esta última campaña electoral los ha denunciado una y otra vez. Son broncos, faltones y mal educados. Han olvidado lo que les enseñaron, pero la experiencia acumulada de los años ha hecho de ellos expertos en mentir sin sonrojo. Así pues, no son para recomendar.

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