Nosotros y los otros, discursos fascistas desde la «otredad»
Vuelven estos discursos tan peligrosos y crueles, discursos que alimentan el odio, la rabia, y no hay ni habrá combinación más peligrosa que ésta.
Hace unos días vi un documental precioso, "Las cuatro vidas de Margot" de Judith Tiral. Sinceramente, me dejó sin palabras. Dicho documental dura 45 minutos aproximadamente, y en un momento del documental ella dice que no hay sangre judía, ni cristiana, ni musulmana, sólo sangre humana.
Si pensamos en la situación de la política nacional e internacional podemos observar, sin discusión posible, que el auge de los discursos racistas, transfobos, machistas, homófobos etc. van en aumento, se están creando varios enemigos, se está creando una «otredad». Ya no es un «todos», ahora se está alimentando un discurso de «nosotros» y los «otros», lo que implica que aquellos que están en la otredad son diferentes, y el diferente nunca sale ganando ante este binomio de contraposición. Desde una perspectiva antropológica, así como histórica o sociológica, podemos dilucidar que a lo largo de la historia de la humanidad cuando se ha puesto de manifiesto la otredad se han creado elemento identitarios, discursos, simbologías, incluso personajes, todo ello para reforzar la identidad propia ante la amenaza que supone el diferente; de hecho, todos los discursos o prácticas políticas que han terminado en genocidios o guerras se han basado en esa otredad, en la idea de defenderse del enemigo. Cuando se crean estos discursos basados en estos binomios absurdos, siempre el «nosotros» termina siendo un grupo de personas que no se salen de la norma, es decir, personas que por una circunstancia u otra, no sufren discriminación, sin embargo, crean una narrativa en la que esos otros les quitan sus derechos, su trabajo etc. Y no sólo eso, critican que esos otros tratan de imponer su realidad, transformando o mejor dicho, deformando tradiciones, lenguaje etc. De esta forma se inculca en el imaginario colectivo un ser al cual se le puede adjudicar una características específicas para que podamos identificarlos y cargar contra ellos.
Esta situación política ya la hemos vivido antes, no es nuevo, es como un ave fénix, resurge de sus cenizas con discursos populistas, apelando a un sentido patriótico con una argumentación violenta y bélica. La tolerancia es una idea, un concepto abstracto que toma forma mediante las palabras y los actos, y su antónimo, utiliza el mismo método, y tristemente, la intolerancia está al alza. Las últimas noticias que tenemos es que algunas redes sociales fomentan la polarización y beneficia los discursos de derecha y extrema derecha, lo que implica un mayor impacto en la población, es decir, al igual que la pandemia actual, los bulos, los discursos antihumanitarios se extienden con gran velocidad, contagiando a más de una persona por cada clickbait, por cada visita. Si esto no es suficientemente escandaloso, debemos plantearnos una pregunta: ¿quién o quiénes invierten gran parte de su tiempo en internet? Efectivamente, gente joven, gente influenciable, gente que representa el futuro; no es casual que estos discursos se extiendan sobre todo mediante estos canales; si el objetivo es identificar y odiar al «otro», hay que dirigirse a la gente joven, y ahí está el peligro, es el mayor riesgo. Los enemigos no se crean de un día a otro, es gradual, se empieza por culparlos de alguna crisis, crisis laboral, económica, sanitaria, religiosa etc. Carece de importancia qué tipo de situación sea, la clave está en que sea una situación desfavorable, y contra peor esté la ciudadanía, mejor, más fácil es sembrar la idea de que hay un enemigo a abatir. Algunos partidos políticos que llevan a cabo esta argucia son fácilmente identificables, de hecho tienen elementos muy característicos: sus argumentos se basan en la estigmatización de un grupo minoritario, aludiendo a su etnia, su orientación sexual, su ideología etc., además de hacer un uso del lenguaje violento y a menudo, soez. En segundo lugar, una vez que se ha localizado a los que serán las víctimas, se empieza a elaborar un discurso muy concreto, donde se dice que este grupo está recortando derechos, imponiendo ideologías, recibiendo «paguitas», quitan el trabajo a los «autóctonos», diciendo que son ladrones o delincuentes que cometen atrocidades tales como agresiones sexuales; este hecho es importantísimo, ya que utilizan como eje central temas tan sensibles como la escasez de trabajo, o las violaciones, temas que afectan directamente a diferentes sectores de la población, apelando al miedo o a la rabia. Por último, ellos se presentan como la única alternativa para defender los derechos de los ciudadanos de bien, es decir, todos aquellos que no forman parte de ese grupo minoritario. Así, con un eslogan pegadizo y propagandístico se extienden como la pólvora.
Vuelven estos discursos tan peligrosos y crueles, discursos que alimentan el odio, la rabia, y no hay ni habrá combinación más peligrosa que ésta. Deberíamos reflexionar sobre qué leemos, que escuchamos y quién sale perjudicado. Deberíamos escuchar las palabras de Margot, «sólo hay sangre humana».