Iulen Lizaso Aldalur

Pedagogía inversa

El gobierno nos obliga a ser «pilatos»: lavarnos las manos y taparnos la boca. No atiende, al clamor científico-ciudadano... algún día tendrá que responder sobre sus aún excesos, en medidas que dañan nuestra salud y economía nacional, sin ninguna razón médica diferente a lo que han sido otros años con la gripe estacional.

No puedo mas que expresar mi reconocimiento al también rey Juan Carlos I por su criterio y valoración respecto a la salud, desde el embarazo hasta la víspera de despedirnos de esta vida. También mi agradecimiento por su clara apuesta a favor de que los ciudadanos nos empoderemos en la prevención y cuidado de la salud a partir de la educación y autogestión de la misma.

Recogidas en el BOE número 240 del 5 de octubre de 2011, estas fueron las palabras regias enalteciendo la cultura a favor del fomento de pedagogías preventivas y cuidado individual de la salud, sin confiarla tanto a los servicios públicos asistenciales: «Pero no es el dispositivo asistencial el principal condicionante de nuestro nivel de salud, la salud se gana y se pierde en otros terrenos: antes del nacimiento pueden producirse exposiciones a distintos factores que de forma indeleble determinen la salud futura, y desde el nacimiento hasta la muerte se van acumulando experiencias vitales positivas o negativas que perfilan la salud. El entorno familiar, la educación, los bienes materiales, las desigualdades sociales y económicas, el acceso al trabajo y su calidad, el diseño y los servicios de las ciudades y barrios, la calidad del aire que se respira, del agua que se bebe, de los alimentos que se comen, los animales con los que convivimos, el ejercicio físico que se realiza, el entorno social y medioambiental de las personas, todo ello determina la salud».

Si inicialmente ese «dispositivo asistencial» fue voluntario en España y luego se reconoció como un derecho constitucional de todos los ciudadanos, hoy, nos obligan a testear, preservar, mantener y reparar nuestra salud desde el recetario exclusivo e inequívoco de una «Autoridad Sanitaria» plenipotenciada por gobiernos bajo sospecha de propósitos tan alejados del bien general para su ciudadanía y de la mejora de la economía pública y privada.

Desde sus tesis unívocas proclaman su verdad como única, y sus resoluciones autoritarias como irrebatibles. El ahorro en gasto público sanitario y rebaja de la factura farmacéutica que lograrían educando desde la escuela en preservar la salud a base a reforzar nuestro sistema inmunitario, no les interesa. Así, se muestran impermeables a otras teorías y soluciones, más en concordancia con lo que quiso promover el rey emérito ya en 2011... y que hoy las desprecian.

Obligan a los escépticos, a sospechar sobre el verdadero interés que prevalece en quien se niega dar paso a otras voces científicas que llaman negacionistas; en quien con su alarma sanitaria en los medios, basada en test PCR positivo en personas sin síntomas ni enfermedad, niega la realidad estadística a fin de septiembre, en que los fallecidos son menos que en años precedentes; en quienes niegan el acceso al parlamento, con el silencio cómplice de todo el arco político, cuando en Italia científicos invitados a la Cámara de Diputados, han llegado hasta a denunciar prácticas criminales en sus hospitales.
El escándalo silenciado, es que, habiéndose aplicado aquí los mismo protocolos no se da ni se pide cuenta de ello. Silenciado el hecho de que, también con el rey Felipe VI, mantienen la pedagogía inversa a la que con gran sentido de bien para la salud nacional promulgó su padre rey en el año 2011?
Nuestras repúblicas vecinas Portugal y Francia, a tenor de la estadística sobre los casos de covid-19, con medidas menos restrictivas que en el Reyno de España, consiguen mejores resultados. Necesaria o no en la vía pública, con toda seguridad lo que tiene importancia es que una reposición frecuente de la mascarilla tiene beneficios; se da lo inverso y vemos en urgencias hospitalarias.

Si fuese cierto que para nuestro gobierno la salud es lo primero, a la hora de comprar la harían más asequible y es lo inverso. Comparando precio-fiscalidad, se da el mismo hecho inverso y paradójico que nos obliga a ser escépticos de las tesis y medidas del gobierno; de sus contradicciones entre lo que tratan de justificar como medidas sanitarias y lo que se demuestra de contraproducente para la salud física y psicoemocional. Dejan a descubierto que son medidas psicosociales generadoras de miedo y domesticación; y administrativas para generar IVA, con un artículo sanitario de uso obligatorio, al que Francia y Portugal aplican IVA reducido (5 y 5,5%) y en España el mismo que a un yate: (21+5,4%), el máximo. En Portugal 20 mascarillas quirúrgicas cuestan 1,74 euros, en España la misma cantidad cuesta 19,60 euros... pasen y vean.

Suma y siguen porque aún somos pocos; de saberlo esa mayoría desinformada hoy se cargaría de indignación. Llegará el día en que seamos cada vez más los escépticos; a no dudar, de que la reacción de los últimos en despertar, será inmisericorde con este gobierno, medios de comunicación y resto de partidos; descargarán contra ellos la ira arrepentida por el tiempo dormido en que nos señalaban e insultaban como negacionistas e irresponsables..a los pocos de hoy

Se que sí, pero no se cómo se resolverá a favor de la humanidad. Nunca más con gobernantes negacionistas de la verdad y obstructores de la justicia social por acción y omisión. Con esta casta política-científica inepta para construir el bien, no hay solución: ni cívica, ni fáctica, ni democrática, ni cuántica... no hay.

Los cuatro colectivos profesionales con quienes obligatoriamente nos tenemos que relacionar como puentes entre gobernantes y gobernados, intuyo -a pesar del corporativismo que les apiña-, se encuentran en una creciente encrucijada y conflicto de conciencia. Confío que al corto plazo, es por donde comenzará a resquebrajarse esa estrategia monolítica de alianza del gobierno con las elites mundiales. Guerra incruenta; sí, pero a batirla entra la base ciudadana y la autoridad sanitaria, autoridad educativa, autoridad policial y en ultimísima instancia, la autoridad judicial, que por hecho natural... se irán revolviendo.

El gobierno nos obliga a ser «pilatos»: lavarnos las manos y taparnos la boca. No atiende, al clamor científico-ciudadano... algún día tendrá que responder sobre sus aún excesos, en medidas que dañan nuestra salud y economía nacional, sin ninguna razón médica diferente a lo que han sido otros años con la gripe estacional. El 5 de octubre, altos cargos de la OMS como el Jefe de Emergencias Dr. Michael Ryan y la portavoz Dra. Margaret Harris, aseguraban que la mortalidad por la declarada como pandemia, «ha sido menor que la de la gripe de cualquier otro año, no alcanzando ni el 0,14% de los infectados por SARS-2 Covid-19, y muy lejos del 3,4% estimado por la OMS en marzo». Menos razón, para que aún hoy, el presidente Sánchez imponga más medidas no sanitarias que hunden nuestra salud y economía..¿a qué y a quién obedece?

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