Jokin Revilla y Txus Elorza

Pensionistas y feministas han empezado el camino, sumémonos el resto

Todos juntos, y detrás de las mujeres y pensionistas. ¿Quiénes faltamos por salir a la calle? Pues el resto de los hombres.

Las mujeres. 8 de Marzo de 2018, un día inolvidable en la historia del feminismo y para el resto de las luchas. No ha sido una explosión imprevista, ni espontanea. El río del feminismo, desde hace más de un siglo, ya traía caudal anterior y años de recorrido por muchos territorios. Torrentes de muchos pueblos y ciudades en toda Euskal Herria, y resto del planeta, que alcanzaron la categoría de tsunami. Mujeres de todas las edades, pero con un importante aporte de gente joven, que envolvían con su energía, con sus gritos, con sus risas, un aluvión de mensajes grabados en cartones, en su piel, o en cánticos, para afirmar: «No nacimos mujeres para morir sino para vivir», «Me habéis quitado tanto que me habéis quitado el miedo», o «Munilla soy tu pesadilla»… Es el grito desgarrador de ¡Ni una más! Es el símbolo del empoderamiento de la mitad de la sociedad, que ha dicho alto y claro: «si las mujeres paramos el mundo se para». Algo lógico y previsible, pero que desde su fehaciente comprobación anuncia que ya nada puede seguir igual. Ellas ya han dicho basta, y a las diferentes instituciones de todo tipo, les corresponde actuar en consecuencia. El feminicidio normalizado, las otras violencias y acosos, la brecha salarial, la cosificación, la discriminación racial, la trata y la explotación sexual, así como la perversa exclusivización en ellas de los trabajos de mantenimiento de la vida, han sido impugnados por mujeres de todo el mundo con una rebelión masiva, preñada de sororidad: «Paramos para cambiarlo todo».
 
Los hombres. Y la siguiente reflexión la debemos protagonizar la otra mitad de la sociedad, esto es, los hombres, para elegir si queremos seguir siendo parte del problema, o pasar a ser parte de su solución. Incluidos los que nos reclamamos aliados de los feminismos. Con necesarias modificaciones en lo cotidiano, fruto de un análisis más global de culturas y conductas. Empezando por lo que mal llamamos bromas, para pasar a otras discriminaciones más graves pero igualmente aceptadas. Corresponsabilidad en nuestras casas y en las empresas cuando nos toque acceder a las bajas de paternidad por tener hijos o acceder como las mujeres a las reducciones de jornada laboral para los cuidados de hijos o mayores, reducir la brecha salarial. Que ninguna discriminación pueda ser justificada apelando a antiguas tradiciones, como si la historia fuera un destino inmutable, en la que todo suma y cuenta igual. Para no seguir viviendo como si el heteropatriarcado solo fuera un mal sueño de las mujeres y no una realidad opresiva que destroza vidas y asfixia el planeta.

El pasado día 8 de marzo los hombres, en general, no aprobamos la reválida de la igualdad. Poseemos todavía, demasiados intereses y privilegios en esta sociedad capitalista, que se sirve de la ideología heteropatriarcal para perpetuar su dominio sobre todas, en beneficio de unos pocos. Sólo la aprobaremos si nos salimos de ese redil, aunque algunos machirulos aún se resistan a hacerlo. No se trata de «ayudarlas en lo suyo», sino de «compartir lo de todos», para lograr poner la vida, los cuidados y todas las personas en el centro de la sociedad y vivir una vida mejor.

Cabe esperar que el tsunami feminista del día 8 no sea un fenómeno transitorio, sino que se quede para siempre, y limpie todo el cieno y escombro que tenemos en nuestras vidas de hombres de «bien», modernos, que decimos no ser igual que nuestros padres, pero educamos a los hijos e hijas en roles bien parecidos a los que nos transmitieron los abuelos, con la única diferencia de que, antes muchos estudiamos en la pública y ahora les llevamos a la privada porque es de «más calidad», y además no hay tantos inmigrantes o de raza gitana «que bajan el nivel».

Pensionistas. Hace pocos días, las y los pensionistas protagonizaron otra matxinada a imitar. Cada lunes continúan con ello, y el próximo 17 nos convocan a una manifestación que marcará un hito histórico. Las mujeres, que son más de la mitad de la sociedad, consiguieron el 8M una proeza que todavía no son capaces de valorar.

Todos juntos, y detrás de las mujeres y pensionistas. ¿Quiénes faltamos por salir a la calle? Pues el resto de los hombres. Los hijos de esas personas mayores que ya han roto la pasividad, los hijos de esas mujeres que nos han dado una lección inolvidable, los que trabajamos sin casi condiciones laborales y sueldos rebajados, los parados, los precarizados, los excluidos del festín, los engañados, los emigrantes, y el resto de personas a las que se les niegan sus derechos... porque dicen los que mandan que «no hay para todos». Todos juntos, y detrás de las mujeres y pensionistas.

Hay todo un océano de motivos para salir a la calle a exigir lo que nos pertenece por derecho, y hay un inmenso colectivo de víctimas de este expolio al que llaman capitalismo. Solo nos falta decidirnos y organizarnos, y mejor pronto que tarde. Hay que buscar esa confluencia de mareas para conseguir una sociedad de verdad igualitaria, gobernada con justicia y con un reparto equitativo de los bienes, que ponga en el centro de la sociedad a las personas, las vidas y la naturaleza, y no los recortes, el crecimiento económico (PIB), las obras faraónicas del cemento y el rescate a los bancos. Se puede acabar con todas las discriminaciones y ese es el reto que siempre hemos tenido. Antes se consiguieron victorias que parecían imposibles, pero que se lograron porque hubo personas que no aceptaron esa imposibilidad. Hoy pensionistas y mujeres han iniciado un camino, y en la mano del resto de la sociedad esta el sumarse a ese proyecto de otro mundo posible. Tenemos una cita el próximo sábado día 17 a las 5 de la tarde en el Ayuntamiento de Bilbao. Las viudas y pensionistas nos convocan a todos, sobre todo a los que todavía no nos hemos sumado a la lucha.

Todas las personas tenemos nuestro granito de arena para construir esa playa de «todos los derechos para todas las personas». Estos días soplan buenas brisas, con aromas de antaño y con aire femenino. ¿Nos apuntamos al baño?

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