Txema García
Periodista, escritor y miembro de la plataforma Guggenheim Urdaibai STOP

PNV: la última ofensiva «extractivista»

Preservar los recursos o explotarlos hasta agotarlos. Pensar en términos de sostenibilidad y de salvaguarda de la Vida tanto de las actuales como de las futuras generaciones, o atender a criterios de rentabilidad económica que benefician solo a unos pocos. Esta es la complicada disyuntiva que enfrenta la Humanidad en estos momentos.

Situémonos en esa pequeña parte de Euskal Herria, que es Euskadi, y hagamos un somero recuento de los recursos principales con los que contamos. Comencemos por el sector primario: Ganadería, Agricultura, Pesca y Minería se encuentran en una situación calamitosa, en declive profundo y sin ninguna perspectiva de mejora a medio e, incluso, a largo plazo. Y la otra actividad productiva de este sector, la forestal, sumida en una sobreexplotación intensiva, con un problema estructural de fondo al estar lastrada en un monocultivo basado en el pino y el eucalipto, ambos depredadores del territorio. Pobreza para todos y riqueza para una élite como es la «mafia de la madera», un clúster convertido en poder fáctico atrincherado en los Departamentos de Agricultura de las tres diputaciones.

Sector secundario: Industria y Construcción. La primera perdiendo fuerza de forma paulatina. Recordemos que antes de la reconversión de la década de los ochenta suponía un 44% del PIB de la CAV y ahora solo ronda la mitad, es decir, el 22%. Sigue siendo un músculo activo de la economía vasca, pero es evidente que ha perdido mucho vigor.

La segunda, la Construcción (con alrededor de un 5% del PIB de Euskadi) es un ámbito económico muy importante, diríamos que clave, sobre todo para un partido como el PNV que tiene una muy estrecha relación no solo con las empresas constructoras locales sino con algunas estatales como la de Florentino Pérez, además de con todo el negocio derivado de las canteras y el hormigonado. Prueba de todo esto es el particular Museo de Puertas Giratorias que atesora este partido en el citado ámbito, y del que ha dado cuenta en numerosos artículos el periodista de investigación Ahoztar Zelaieta. Un Museo en el que figura una lista interminable de personajes como Josu Bergara, Juan Alberto Pradera, José María Iruarrizaga, Javier Uria, Jose Félix Basozabal, Humberto Perea, Alex Bidetxea, Martín Ascacibar, José Ramón Odriozola; Joseba Arregui, Jon Legarreta, Patxi Goirigolzarri... solo por citar unas pocas vinculaciones de cargos públicos de este partido con el sector de la Construcción.

Toda esta política de complicidad y de colusión de intereses entre la esfera pública y la privada contrasta con otro hecho tan clamoroso como denunciable. Mientras éstas y otras muchas empresas de este sector se llevan buena parte de los contratos de obras públicas de la Administración vasca a cargo de los impuestos que paga la ciudadanía, la juventud no puede acceder a una vivienda en condiciones (el PNV ha llegado a recurrir incluso la Ley estatal de Vivienda) y, o se ven asaltados por alquileres abusivos en el mejor de los casos, o tienen que seguir viviendo con sus progenitores o, en otros casos, emigrar a otros países...

Pero sigamos con el tercer sector de la economía, el terciario o de servicios, que integra Transporte, Comercio, Turismo, Sanidad, Educación... De Sanidad y Educación, casi mejor ni hablar. Listas de espera, privatizaciones cada vez menos encubiertas, externalizaciones, abandono de la atención primaria... es la herencia que deja una consejera funesta, así como sus antecesores. En el ámbito educativo otro tanto. Traspaso de recursos públicos a la educación privada-concertada, sobre todo a la religiosa; abandono de la pública; desfase con la realidad laboral; fracaso escolar en ascenso, necesidad de revisar los modelos lingüísticos y mejorar las competencias idiomáticas; la interinidad como seña de identidad...

Transporte y Comercio son otros dos sectores que pasan por sus propios viacrucis, tanto el primero (costes inasumibles para los pequeños transportistas, competencia desleal, cargas fiscales...) como el segundo (más competencia desleal de las grandes superficies, así como del comercio digital, derrumbe de las pequeñas tiendas de proximidad...). Y, por último, el Turismo, una actividad a la que el Gobierno del PNV, incapaz de desarrollar políticas económicas de alcance, está queriendo impulsar sin tener en cuenta las experiencias tan nefastas que ya se han dado en muchos otros lugares del mundo y que parece que aquí se empeñan en reproducir a toda costa.

Así que estamos ante un nuevo Gobierno Vasco que, más allá de un cierto continuismo obligado y de la falta absoluta de un programa reactivo y de progreso, va a estar liderado por el más genuino representante y principal activo de la corriente más neoliberal que el PNV haya exhibido jamás. Hablamos de Imanol Pradales, el principal valedor desde hace más de una década del «hormigonado» de Bizkaia y que ahora, una vez nombrado lehendakari, va a extender y ampliar aún más a los otros dos herrialdes su modelo de «pavimentación» y «hormigonado» de la economía en todos los sentidos.

Méritos no le faltan. En su currículum está una obra, la Variante Sur Metropolitana, más conocida como SuperSur, que le retrata a la perfección. Él fue el máximo impulsor en su segunda fase de una obra de nula rentabilidad social en la que se han dilapidado nada menos que 922 millones de euros de la ciudadanía, y que ostenta el triste récord de ser la autovía más cara de todo el Estado y, al mismo tiempo, la menos rentable, salvo para las empresas que la construyeron, entre ellas, Urazca, Construcciones Galdiano...

A esta obra le sucede ahora otra en la que se sigue fomentando el uso del vehículo privado. Nos referimos a la Subfluvial, con un túnel bajo la ría que conectará ambas márgenes uniendo la rotonda de Artaza (Getxo) con la de Ballonti (Sestao), con un presupuesto a pagar por la ciudadanía y que, por ahora, asciende a 450 millones de euros, pero que los superará con creces y que seguirá dando de comer a las constructoras. Y a esta le siguen muchas más como la Variante de Ermua (otros 72 millones); la de Markina; el Puente giratorio entre Barakaldo y Erandio; el Bulevar de la Ría que conectará Getxo y Bilbao, la Variante de las Carreras... todo ello para favorecer aún más la «cultura del coche» aunque luego embadurnen su discurso de conceptos ecologistas.

Pero si todo esto está ocurriendo en el ámbito urbano, parcelando y cuarteando el territorio en un inmenso enjambre de vías, túneles, corredores, variantes y autopistas, para regocijo y beneficio de las constructoras, no menos grave es lo que está ocurriendo en el espacio rural con múltiples afecciones en forma de «parques eólicos» y alteraciones medioambientales de todo tipo en una nueva ofensiva depredatoria y «extractivista» que alcanza grados de paroxismo con el proyecto del Museo Guggenheim que se pretende instalar en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai.

Para esta misión el Partido ha elegido al candidato ideal. Un hombre que cree que el progreso es hormigón y cemento, infraestructuras al por mayor. Y las preguntas surgen por doquier: si nos cargamos el territorio, si agotamos los recursos, si la inversión pública es en gran medida para fomentar un modelo de sociedad puramente «extractivista», ¿de qué van a vivir las futuras generaciones? ¿De puentes, viaductos, túneles y autovías atestadas de coches? ¿De una destrucción paulatina de los recursos y del paisaje?

Con los ríos en una situación deplorable, los bosques convertidos en un monocultivo de pino y eucalipto infame, la agricultura y la ganadería desaparecida en combate y el sector de la alimentación altamente dependiente, ¿cuál es el modelo de Vida y de Sostenibilidad que nos propone el partido gobernante?

¡Señores y señoras del PNV y del PSE!: el éxito económico «ya no se mide por el PIB de un país, que solo contempla el flujo de dinero, y no la existencia de Activos Nacionales. El PIB puede estar en crecimiento y tu riqueza disminuyendo si estás destrozando tu costa, tus bosques o tus humedales», como acaba de señalar en una reciente entrevista en este medio Partha Dasgupta, catedrático de la Universidad de Cambridge, y uno entre muchos expertos de todo el mundo que defienden que «no hay economía sin ecología».

Vds., miembros del nuevo Gobierno de la CAV, practican la misma política trasnochada y destructiva que vienen haciendo desde hace cuarenta años y siguen sin reconocer la Naturaleza como el principal activo que tenemos. Y se dedican día y noche a explotarla, a destruirla con tuneladoras, picos, palas y excavadoras. Cuando saquen un poco de tiempo, lean al menos el Informe sobre la Economía de Biodiversidad de Partha Dasgupta o, incluso, mejor aún, comiencen a aplicar las cinco llaves o propuestas de regeneración, con sus movimientos de cierre y apertura, que nos plantea el escritor galego Manuel Rivas, este sí, un auténtico programa de gobierno. «La primera llave cerraría el círculo vicioso, el de la corrupción, el de la desigualdad y el del supremacismo. Y el movimiento de apertura sería el del círculo virtuoso: lo integrador, lo afectivo, lo igualitario. Una segunda llave cerraría lo que yo denomino la bioperversidad: el calentamiento global, la carrera armamentística... y el movimiento de apertura sería el de la biodiversidad, un nuevo contrato con la Naturaleza, una nueva relación más colaborativa entre lo local y lo universal. La tercera llave cerraría la «excitación destructiva», esa que acumula todos los negacionismos, lo reaccionario, lo autoritario. Y la apertura sería la «excitación creativa», la imaginación, la libertad. El movimiento de cierre de la cuarta llave sería el del despilfarro y, por el contrario, habría que abrir un proceso de crecimiento entendido como una nueva abundancia creativa, erótica y cultural. Y, por último, el gran dilema: el caos o la comunidad. Esta última llave abriría la comunidad, es decir, una democracia afectiva que sería, también, lo más efectivo».

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