Jose Ramón Pérez Perea

Politicas internacionales sobre migraciones

Es el movimiento ciudadano el que debe buscar soluciones, medidas que nosotros no tenemos, y que son sumamente complejas pero posibles

La tragedia de los migrantes africanos hacia Europa, también las marchas de los centroamericanos hacia EEUU, son temas de cruel actualidad, que nos asaltan día si y día también. Cientos, miles de personas del África subsahariana tratan de llegar a un supuesto paraíso, en Europa, que si bien es cierto, que tal paraíso no existe, también lo es, de que en Europa se vive mejor, sin tanta miseria y es lógico que los inmigrantes pretendan disfrutar de un cachito de este capitalismo europeo, como lo hacemos nosotros y nosotras.

Las estadísticas son escalofriantes, tanto por las muertes de naúfragos que pretenden atravesar el mediterráneo, sean niños, mujeres, algunas embarazadas o con pequeñas criaturas, hombres... Y nos producen escalofrío no solo por el mal en sí sino porque es un mal que no se acaba, que tiene vocación de cruenta permanencia en el tiempo. Son miles los muertos en el mar y la cifra aumentará escandalosamente en el futuro.

Frente a este injusto caos, los ciudadanos sin problemas se sienten unos cansados de conocer este tipo de noticias, otros indiferentes;  otros, impotentes por que no ven soluciones. Ese cansancio, incluso a las personas sensibles, ante la falta de soluciones, les lleva construirse una costra protectora que les evite las angustias, les lleva a  decirse no puedo hacer nada, pasemos página.

No podemos olvidar a los militantes, los heroicos, hombres y mujeres, que se lanzan en frágiles buques de salvamento para rescatar de la muerte a los náufragos en  pateras, hinchables, abarrotadas de personas, explotadas por las mafias, que se quedan con todos sus ahorros. Citaremos, entre otros, la ONG Proactiva Open Arms, Ocena Viking, el extinto Aquarius, Mare Jonio, etc.

Medidas todas ellas merecedoras de respeto, apoyo y simpatía. Pero hemos de decir en voz alta que son insuficientes, que las respuestas dadas, hay que mantenerlas de momento, y mientras no haya otras, pero declarando que esas medidas, no son soluciones, son meros parches, que no llegan a solucionar el problema que es sumamente complejo.

Por un lado tenemos a la Unión Europea, al Estado español que primero se manifiesta abanderado contra las injusticias de Salvini y cia. y luego lo apoya con su no hacer, negar licencias de navegación, impedir el desembarco en puertos españoles,  amenazar con cuantiosas multas, etc. La pura hipocresía de quien se atribuye políticas socialistas, de izquierda...

La UE carece de protocolos establecidos; cada caso depende de la voluntad de los estados miembros. Si no existen estados peticionarios, Bruselas es incapaz, tiene las manos atadas. Y no hay un acuerdo factible en el horizonte futuro a pesar de que  se llevan más de tres años de negociaciones para un sistema de asilo común.

Soluciones

Ante tan terrible despreocupación de las políticas europeas, proponemos dos itinerarios, que deben ser asumidos, ambos, por los movimientos ciudadanos solidarios de los países europeos. A modo de ejemplo a imitar, está el movimiento internacional de jóvenes contra el cambio climático, que es tarea de extenderlo por toda Europa. Sin esta revolución ciudadana, seguiremos en el caos: miles de muertos, miles de abandonados, discusiones paralizantes sobre si se reciben  los buques de salvamento... Todo un genocidio, un delito de lesa humanidad, consumado por los jefes de los estados europeos, con total impunidad.

Primer itinerario: una revuelta ciudadana para exigir a la UE la reforma del llamado reglamento de Dublín que rige el reparto de los migrantes y acogida rápida entre los países europeos. Un  mecanismo de desembarco sostenible y rápido que priorice los derechos humanos y la seguridad y vida de los migrantes. Con fuerza coactiva que implique un régimen de sanciones efectivas a los estados incumplidores (Polonia, Hungría, República Checa, no han aceptado ninguna acogida).

Pero aún así, estaríamos «poniendo parches», porque no habríamos encontrado la solución para que los migrantes no tengas que huir de sus países de origen, no exista la migración forzosa. Seguirían huyendo aunque en mejores condiciones de acogida. Siendo realistas, los países europeos no aguantarían recibir una tasa de migrantes sin límite. No aguantarían una África trasvasada en Europa.

Un segundo itinerario: una revuelta ciudadana para solucionar la miseria, el hambre, la guerra, la mortandad a edades reducidas…, en el continente africano. Tendríamos que ir a la raíz del problema, ser revolucionarios, atacando las causas del mal. Crear conciencia en los movimientos sociales, de derechos humanos.

Habría que exigir a los organismo internacionales (ONU, Comiisión Europea...) la confección de estadísticas fiables de los países de los que provienen los migrantes, para conocer su grado de (in)sostenibilidad, de carencia de democracia, libertades, sus índices de corrupción, carencia de políticas en educación, sanidad, infraestructuras, etc., etc.

Conocer su situación económica: riqueza (petróleo, minerales, zonas forestales, pesca...) para conocer a dónde van sus ingresos derivados del comercio internacional. Cómo se  realiza el reparto-distribución, entre su ciudadanía, del Producto Interior Bruto; su comercio de exportaciones y con qué países europeos los realizan, para descubrir la explotación a la que esos  países les someten. Porque hemos de denunciar que la miseria africana tiene dos causas:

Una, la explotación del neocolonialismo europeo, norteamericano, de las riquezas (petróleo, minerales, madera, pesca…) que importamos a precios ridículos. Y de la que nos aprovechamos los europeos para vivir hasta con lujo.

Dos, la corrupción de los gobernantes africanos, alzados al poder mediante fraudulentas elecciones, con apoyos del imperialismo capitalista europeo. Señalamos las fortunas inmensas del monarca marroquí, Etiopìa, República Democrática del Congo, Nigeria, Egipto, Arabia Saudí y un inacabado etcétera. Los ingentes gastos en ejércitos, armamento, para represaliar cualquier disidencia que pretenda una sociedad más justa y equitativa.

Por tanto, tenemos dos clases de delicuentes: los que están en nuestra casa (Europa, EEUU), conviven con nosotros y los que gobiernan la mayoría de países africanos, sin olvidar el cercano oriente y sus terribles guerras. Y los cómplices, que somos todos  nosotros. que nos aprovechamos del sistema, viviendo con lujo a costa del proletariado de los países pobres.

Si no es el movimiento ciudadano, a nivel internacional, el que tome conciencia de  este mundo injusto y luche, no lo hará nadie. Pero hemos de conocer que esa lucha no termina en conseguir puertos de desembarco para buques de salvamento, sino en acabar con el sistema capitalista., tanto europeo como africano por eso son tan importantes los movimientos ciudadanos como el 'g-7 alternativo', que ha venido reuniéndose en Ficoba-Irun. Y debatiendo medidas alternativas a la economía de la explotación.

Tendríamos que desempolvar el Manifiesto Comunista de Marx y actualizarlo a los problemas de hoy. Es el movimiento ciudadano el que debe buscar soluciones, medidas que nosotros no tenemos, y que son sumamente complejas pero posibles. Es el movimiento ciudadano el que tiene que cuestionar a los políticos, a sus partidos, realizando manifestaciones, scraches, protestas, organizándose a ejemplo de la internacionales obreras del siglo pasado. Porque una cosa esta clara, sin la unión y conciencia de los propios oprimidos y los movimientos ciudadanos de base, seguirán muriendo miles de migrantes en el Mediterráneo.

Esta revuelta ciudadana es muy difícil de llevarla a la práctica, cuando el sistema capitalista nos ha desclasado, nos ha hechos sumisos, individualistas… pero no hay otra solución.

A modo de anexo

Y decíamos más arriba, impunidad, por ahora, ya que Juan Branco (Estepona, 1989) es uno de los abogados que firma el escrito dirigido a la Fiscalía de la Corte Penal Internacional de La Haya, reclamando que investigue las miles de personas muertas causadas de manera consciente y voluntaria, y a sus responsables, los políticos que dirigen la Unión Europea, el Frontex...  
 
Branco, defiende que la demanda es «muy viable y muy difícil de rechazar». «La cuestión es si la corte tendrá el coraje y la fuerza de enfrentarse a su principal apoyo a nivel internacional y político».

A nivel jurídico, no hay duda de que nuestra demanda ante la Corte Penal Internacional es muy viable y muy difícil de rechazar. La cuestión es si la Corte tendrá el coraje y la fuerza de enfrentarse a su principal apoyo a nivel internacional y político. Nosotros consideramos que debe hacerse justicia cuando hay casos tan graves. Aquí estamos hablando de 14.000 muertes.

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