Por una Álava sin Toro de la Vega
De nuevo, y cada vez con una mayor expresión de ciudadanos y ciudadanas en contra, una cuadrilla de lanceros dieron muerte y tortura a Rompesuelas, en Tordesilas. De nuevo, una llamada “expresión cultural y tradicional” impone el ritual de violencia sin sentido.
La oposición a la masacre se expresó también en el propio pueblo precedido por una gran campaña en contra en las redes sociales. Un animal sin otra responsabilidad de ser lo que es, esto es, sin ser lanceado para alimentar o ser un peligro, se convierte en un acto, festivo..! Nos horroriza, resulta inentendible y rechazable para la mayoría de la ciudadanía que así lo expresa cada vez más. Indingna la tortura o muerte del toro de la vega o de cualquier otro animal sin sentido y en cualquier lugar. Sin embargo, hay otros rituales de “toros de la vega” que nos debieran también horrorizar y movilizar en nuestro entorno próximo.
El primero, todavía gran intensidad mediática y con imágenes impactantes, sigue siendo el de los y las refugiadas. En este caso humanos a quienes se les hace huir en un conflicto geopolítico y económico del tablero global y se les lancea de otra manera. Se les impide pasar, se ponen vallas, se les trata como si fueran personas que traen la peste. Hungría crea una valla con concertinas producidas en el estado español que ya las ha utilizado en su frontera sur y les detiene y procesa por “intentar pasar por su territorio”. Turquía les bloquea y una parte de los estados de la Unión Europea niega la distribución de acogida como si fueran mercancías peligrosas. Y oyendo a dirigentes del PP y a miembros de su ejecutivo así parecen considerarlo.
Algunos tan conocidos como el exalcalde gasteiztarra Maroto o el ministro del Interior. Para Maroto “entre los refugiados hay muchos yihadistas” y son personas “que ponen una bomba”. Es evidente. ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta?. No hay más que verles. Claro que este sujeto ya había provocado tal reacción ciudadana a sus xenófobos discursos que debió ser destituido como representante de la ciudad. Pero su actitud de culpabilizar a miembros de las comunidades y minorías culturales o a los y las refugiadas, parecen próximas a los lanceros del toro, a su prepotencia y virulencia. Claro que su compañero y ministro del Interior Jorge Fernández y sus discursos de acoger “con seguridad para evitar infiltraciones terroristas” destila el mismo mensaje y actitud. En el fondo, seguramente, les hubiera resultado más coherente con su política formar parte de los estados que ayer bloquearon los acuerdos. Pero les funciona el miedo a la indignación ciudadana movilizada en periodo electoral y al posible enfado de Merkel.
La misma actitud de ejercicio violento lo encontramos en el tratamiento gubernamental a la política de paz y memoria en este país. Esta semana familiares y amigos con apoyo de todo tipo recordaron y homenajearon a tres víctimas de ETA, sin embargo se detiene a otros que recuerden a otras víctimas reconocidas de la violencia estatal. La imposición de una legislación que actua como un obstáculo a la normalización e inclusión colectiva de todos y todas, de todas las memorias y sufrimientos, es un obstáculo innecesario para una pacificación real en este país. ¿O acaso alguien cree que puede haber paz y normalización social sin que se sienta reconocida alguna de las partes en un conflicto”.
Pero algo parecido a como se puede sentir acorralado el toro de la vega lo viven también los y las que sigue sufriendo la peor parte del modelo impuesto. Quienes siguen siendo parados y paradas, especialmente con una alta proporción de jóvenes y mujeres; quienes son empujados a emigrar fuera a golpe de eliminación de horizontes de presente y futuro; la gente que sigue siendo desahuciada; quienes sufren la eliminación y/o fragilidad de las políticas sociales recortando derechos; quienes sufren la minoración de las políticas públicas de cuidados haciéndolas recaer como sobrecargo inhumana en el ámbito familiar y especialmente en las mujeres; quienes sufren la violencia y la muerte derivadas de estructuras patriarcales y de género; quienes cada día teniendo trabajo han visto minusvaloradas sus condiciones y salarios por unas legislaciones antilaborales y antisociales; en definitiva para la ciudadanía que ha sido lanceada por políticas neoliberales y austericídas gracias a las cuales los capitales consiguen aumentar sus pluses de riqueza en esa operación de vuelta al crecimiento que se nos quiere vender.
Algunos y algunas dirán que estas tres cosas no tienen nada que ver con el Toro de la Vega y con Alava. En parte es cierto pero también resultan evidentes algunas similitudes. Primero estos fenómenos ocurren o afectan a Alava, el drama de los refugiados está movilizando a la ciudadanía alavesa que ha exigido a nuestras instituciones políticas de acogida, el segundo afecta a todo el territorio de este país -también la reconciliación es un reto alavés- y el drama del empobrecimiento, marginación y pérdida de derechos afecta a una parte importante de nuestra ciudadanía y especialmente nuestros jóvenes.
Pero además quienes son lanceados, refugiados, una parte de la sociedad que ve reprimida su derecho a la memoria y al recuerdo, o quienes son violentados por unas políticas económicas y sociales, son como el toro receptores pasivos de una violencia en nombre de algo superior a cuyo ritual deben ser sacrificados. Bien a la “cultura del toro, la diversión y la tradición”, bien a la “seguridad o al peligro para el equilibrio nacional”, bien para “el buen relato, la buena memoria o los únicos recuerdos dignos”, bien para el “resurgir económico, el equilibrio financiero o las distorsiones del desarrollo”.
Pero sobre todo hay lanceros y lanzas. Hay lanceros responsables de políticas. E instrumentos, acciones legales, económicas, políticas, policiales y discursivas que actúan como lanzas sangrientas para los derechos y dignidad de la ciudadanía. También de la ciudadanía alavesa. Y sus instituciones deben oponerse también a esos sufrientes Toros de la Vega que transitan cada día por nuestras calles del territorio alavés.
Podemos estaremos firmes en la erradicación de las violencias contra animales y contra personas. Por los derechos de personas y animales. Por una Álava inclusiva, con derechos y en paz.