Gonzalo Larruzea
Inspector de Educación del Gobierno Vasco

Publificar «La Milagrosa»

La noticia de un posible cierre del Colegio «La Milagrosa» de las Hijas de la Caridad en Barakaldo durante los últimos días ha ocupado las páginas de actualidad local de la prensa. Dado el vertiginoso ritmo informativo, puede tratarse de un hecho puntual que pronto se olvidará. Sin embargo, la situación de La Milagrosa no es algo episódico, sino el reflejo de una realidad mucho más compleja sobre la que conviene detenerse y hacer alguna reflexión.

Quisiera equivocarme, pero este caso de posible cierre de un centro concertado no es el único, ni va ser el último, sino quizá de los primeros de una serie de centros que, valga la redundancia, hacen «milagros», para subsistir, porque aunque estamos acostumbrados a los pensamientos poco matizados, no toda la enseñanza concertada es igual.

Hay centros que no pueden poner pesadas cuotas económicas a las familias –toleradas, pero no legales, en todo caso– lo que les obliga a moverse al filo de la navaja, porque son pequeños y no tienen el respaldo de un gran patronato detrás. No deja de ser paradójico que, en estos lares en que se ha concertado a todo el que lo ha solicitado, centros de élite que dudosamente satisfacen necesidades de planificación educativa no vean cuestionada su supervivencia y sí, en cambio, centros con un buen proyecto social que atienden a población heterogénea.

Las órdenes religiosas tienen cada vez más dificultades para hacerse cargo de los centros de su titularidad por la falta de vocaciones, de modo que muchos centros en la práctica están siendo gestionados por docentes fieles a quienes les dan trabajo, pero abiertos a cualquier otra posibilidad. Los problemas de viabilidad se multiplican, si además, como en el caso de La Milagrosa, hay un proyecto social que no puede ser sostenido con solvencia de un gran proyecto empresarial, y hablo con ello de solvencia, no necesariamente de ánimo de lucro.

La ocasión la pintan calva para una segunda oleada histórica de publificaciones, después de la que hubo con las ikastolas a comienzos en la década de los noventa. Pero para ello hace falta una Administración que más allá de apagar los fuegos que prendan aquí o allá, tenga un plan, un propósito, un proyecto de enseñanza pública para el país, más allá de sostener lo que hay y de jugar a mantener los equilibrios entre muchos y variados intereses.

La plantilla del centro y hasta la propia AMPA de La Milagrosa parecen entrever la luz ante la posibilidad de integrarse en Ikastolen Elkartea. Inevitablemente me surgen estas cuestiones: ¿Qué razones puede haber para que la opción más deseada pueda ser seguir en la red concertada? ¿Por qué entre las posibles alternativas nadie ha nombrado la posibilidad de la publificación, con las negociaciones y condiciones que sean necesarias? ¿Por qué las familias y la plantilla, celosas de su participación y su proyecto, no encuentran atractiva la integración en la red pública?

Una conjunción de intereses parece confabularse para impedir que, en este momento propicio, pueda ampliarse el perímetro de la enseñanza pública: La Administración que carece de proyecto y prefiere seguir subcontratando, porque le resulta más económico, aunque tenga que mirar para otro lado en el tema de la gratuidad; las familias que pueden seguir pagando las cuotas porque eso les permite mantener el signo de distintivo de llevar a la prole a un colegio «de pago»; el corporativismo de muchos profesionales públicos que no quieren ni oír hablar de las condiciones de absorber a otros trabajadores procedentes de procesos de publificación... Y así, entre todos, vamos cerrando las puertas a la consolidación de un proyecto público, aunque luego se nos llene la boca con proclamas sobre la red pública como eje vertebrador de nuestro sistema.

Voy a seguir con mucho interés el desarrollo de esta historia, pero desde ahora ya pongo mi propuesta sobre la mesa: estúdiense las condiciones de posibilidad de la publificación de La Milagrosa y otros centros semejantes a él, que, verdaderamente, responden a necesidades sociales y de planificación educativa


 

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