Iñigo Jaca Arrizabalaga
Director General Instituto Oncológico 1991-2008

Puntualizaciones al editorial de GARA sobre Onkologikoa

En los últimos años no ha habido inversiones en nuevas tecnologías ni reposición de equipos, lo que hace peligrar su mayor valor, ser un centro pionero en muchos de los nuevos tratamientos.

Ha sido el editorial titulado “Decisiones correctas, mejor con transparencia” sobre Onkologikoa el que me anima a hacer las siguientes consideraciones, entendiendo que la crítica de la gestión previa a la fusión que hace se refería a la Kutxa y no al Instituto Oncológico y a sus profesionales.

El Instituto Radioquirúrgico de Gipuzkoa no fue creación de Kutxa, como dice el editorial, se diseñó justo hace 90 años (agosto de 1928) y se inauguró en 1931. Fue fruto de la iniciativa de unos médicos guipuzcoanos alarmados por el estado tan avanzado del «cáncer de matriz» que presentaban las mujeres que atendían. Fueron ellos quienes contribuyeron a crear este centro y dieron nacimiento a la Liga Anticancerosa de Gipuzkoa.

Es una pena que se ignore esta faceta emprendedora y de esfuerzo formativo de aquellos médicos guipuzcoanos para mejor atender a sus conciudadanos. También hace 90 años, fue el Ayuntamiento de Donostia quien les cedió con este fin los terrenos de Aldakonea y la Diputación de Gipuzkoa donó 200.000 pesetas para su construcción.

El Radioquirúrgico fue un referente en el norte del Estado, venían pacientes de León, Burgos, Huesca, Bizkaia, Navarra... En la medida en que esos territorios se dotaban de recursos para atender el cáncer, surgían los problemas financieros y se vio comprometida su sostenibilidad. Fue entonces, en 1967, hace 51 años, cuando la Caja de Ahorros Provincial de Gipuzkoa se hizo cargo del «patrocinio y sostenimiento», acogiéndolo como Obra Social propia, pasando a ser sus trabajadores empleados de la citada entidad.

Es indudable que este patrocinio facilitaba la incorporación de las tecnologías más avanzadas para el tratamiento del cáncer. Así, en los 90 Gipuzkoa ya contaba con el primer acelerador lineal, las últimas innovaciones en braquiterapia ginecológica y de próstata, una unidad de mama con los mejores elementos diagnósticos y terapéuticos del momento, la radiocirugía para el tratamiento de los tumores cerebrales, medicina nuclear etc.

Las relaciones con la administración pasaron por altibajos. Nos regíamos por un concierto renovable cada cinco años y se aceptó la libre elección de centro para los pacientes con un diagnóstico de cáncer. El Departamento de Sanidad decía no querer prescindir de la financiación adicional que ofrecía Kutxa, a través de su Obra Social, para el tratamiento de unos pacientes de tan elevado costo y Kutxa, por ser el Oncológico la obra social mejor valorada por los guipuzcoanos, apreciaba mucho esta aportación a su buena imagen y seguramente también obtendría alguna exención fiscal.

Un nuevo Plan de Ordenación Urbanística, que expropiaba los parkings de Aldakonea, obligó a buscar un nuevo emplazamiento. Así se construyó el nuevo Centro, en unos terrenos del Departamento de Sanidad que previamente habían sido expropiados por Patrimonio del Gobierno Vasco al Ministerio de Defensa, con la finalidad de ampliar el área asistencial del Hospital Donostia. Esta nueva ubicación se consideró por todos positiva por la coordinación y sinergias que podía aportar a los dos servicios oncológicos operantes, el del Hospital Donostia y el de Onkologikoa. Y sin ninguna duda pensando en que facilitaría la integración orgánica en Osakidetza.

La fusión de las cajas supuso un cambio en la dirección de la Obra Social y por ello decidí abandonar la dirección del Centro. Creo que es a partir de este momento donde se sientan unas bases generadoras de problemas para el futuro. La primera fue que se creó una fundación, dejando Onkologikoa de tener el mismo CIF que Kutxa, pasando a ser la fundación quien acumulase el déficit de funcionamiento, al mismo tiempo que se desvinculaba la Kutxa de los trabajadores de Onkologikoa.

La orientación estratégica según podíamos leer en los medios, parecía una deriva continua, hubo un momento en que se quiso orientar hacia unos niveles de investigación para los que no estaban preparados, o a la atención de pacientes internacionales. Finalmente se incorporó un ente asistencial privado «Logik» sin ninguna relación con la atención oncológica, dentro del mismo hospital.

Entiendo que la vinculación no es una integración y la prueba de ello es que los trabajadores de Onkologikoa no pasan a ser laborales de Osakidetza, como lo fueron los del Hospital Provincial de Gipuzkoa y los del Centro Asistencial de Mondragón cuando se integró en la red de Osakidetza. En los últimos años no ha habido inversiones en nuevas tecnologías ni reposición de equipos, lo que hace peligrar su mayor valor, ser un centro pionero en muchos de los nuevos tratamientos.

Espero que Kutxabank sepa destinar a la innovación tecnológica de Onkologikoa los fondos de la operación de Aldakonea, de aquel solar cedido hace 90 años por el Ayuntamiento. Hoy hay tratamientos en los que fuimos pioneros, como la radiocirugía, que se remiten al Hospital de Cruces, debido a la obsolescencia de los equipos.

Siendo en agosto de este año el 90 aniversario del acuerdo por el que se creó el Instituto Radioquirúrgico de Gipuzkoa, aprovecho para dedicar un gran recuerdo y agradecimiento a aquellos doctores que se empeñaron en crearlo: Ayestarán, Barriola, Castañeda, Irigaray, Kutz, Maeso, Martin Santos y muchos otros más.

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