Isidoro Berdié Bueno
Profesor de Ciencias de la Educación, doctor en Historia y Filología Inglesa

Pushkin, Siglo XIX "Un banquete en tiempo de la peste. Lena III

"Un banquete en tiempo de la peste" de Pushkin es una fiesta y puede ser un desafío a la muerte y a la desgracia, es como si le dijera: «Todavía no me has cogido», y también como un primer amor reverdecido por la vida.

Conocí a Lena (Helena) en Estocolmo, sede de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) adscrita a la Primera Internacional, a finales de los años 70 del siglo pasado. Era una rusa de Novgorod hija de madre profesora y especialista en Literatura Rusa, sentimiento qué heredó Lena de su madre al nacer. Me envía ahora unos apuntes sobre la obra de Pushkin "Un banquete en tiempo de la peste" ("Pir vo vriemia chumi") en unos tiempos de coronavirus, un modelo diferente de peste. La primera epidemia de cólera en Rusia data de 1830-1831 y en Eurasia 1816-1923. Lena me escribe lo siguiente: «Debido a la cuarentena, los propietarios que viajaron durante el verano a sus fincas (dachas) con el inicio del frío, no pudieron regresar a Moscú y quedaron encerrados en el pueblo. Entre los prisioneros involuntarios se encontraban los poetas P. A. Vyazemsky y A. S. Pushkin, quien durante largas noches de otoño compuso en Boldin "Cuentos de Belkin" y "Pequeñas tragedias", también completó la novela "Eugene Onegin" (ver otoño de Boldin). Los pensamientos del poeta sobre el triunfo de la muerte en el mundo circundante se reflejaron en la obra escrita en este momento "Banquete en tiempo de la peste"».

En su libro, Pushkin muestra el miedo a la muerte como catalizador de la esencia humana. Frente a la muerte inminente, todos se comportan de manera diferente: alguien encuentra consuelo en la fe, alguien trata de olvidarse inmerso sin moderación ni freno en el libertinaje y la diversión, alguien derrama su angustia en las letras. Pero antes de la muerte, todos son iguales, y no hay forma de esconderse de ella.

La descripción de un carro lleno de cadáveres crea las pinceladas de este sombrío y doloroso paisaje, inspirado en la obra del autor inglés John Wilson "La ciudad de la peste" ("The city of the plague") en ambos casos con reminiscencias y asentamientos medievales, que nos recuerdan también a las danzas de la muerte, todo plagado de una epidemia y un grupo de jóvenes, que organiza una fiesta en la calle para olvidar la terrible realidad. «Estoy cansada de la peste de mi ciudad, de cuidarla y de darle servilleta, vaso y mantel, preparemos danzas y bailes para olvidar», exclaman, «encendamos luces y sirvamos vasos, alabemos el Reino de la Peste». Y es que en momentos difíciles, hay personas que en vez de mantener el tipo, de comportarse de una manera humana, se les despiertan instintos bestiales.

Hay otras voces más sensatas que dicen, al igual que llegado el invierno nos encerramos en casa, hagamos ahora lo mismo con la Peste. Pushkin buscando respuesta a la tragedia existencial llega a la conclusión de que los momentos difíciles, las pasiones, las emociones hacen qué una persona se sienta viva, le llenan la vida, aunque imaginaria, pero con significado. Para la gente morbosa, para el corazón de este enfermo, la amenaza de la muerte tiene placeres inexplicables: ¿la inmortalidad?, ¿una promesa? ¿tal vez...? etc.

En el poema surge el conflicto, una confrontación entre lo pecaminoso e inconsciente, personificado por el presidente y lo santo, postura verdaderamente humanista en la figura del sacerdote, un Santo padre que es como si la conciencia llamara a la voz de la razón, a los sentimientos, y le pide al Presidente que detenga la fiesta de la Peste, en recuerdo de sus seres queridos que se fueron al otro mundo y que están en su memoria. Sin embargo no sirve de nada. La columna vertebral del trabajo de Pushkin, diseñada por él mismo, incluidas las canciones de los héroes, cada uno representa y encarna estos temas de la vida, como son la muerte y lo humano en la persona.

Conclusión, "Un banquete en tiempo de la peste" de Pushkin es una fiesta y puede ser un desafío a la muerte y a la desgracia, es como si le dijera: «Todavía no me has cogido», y también como un primer amor reverdecido por la vida, como el de esos matrimonios largos, apagado y mortecino su amor experimentara un renacer al de sus años mozos. Las danzas de la muerte medievales también sería un intento de asustarla y ahuyentarla, refleja la perplejidad de un testigo que observa la reacción de las personas ante la proximidad de la muerte. En unos se ensalza el altruismo, mientras otros rapiñan lo qué pueden. El héroe (el ángel) y el antihéroe (el demonio) humanos aparecen entre las distintas personas, gente con sentido humanista y otros de «sálvese quien pueda».

Recordamos a los músicos del Titanic tocando melodías mientras el barco se hundía, diciéndole: «muerte, ¿donde está tu victoria?» Pero ésta como hábil tahúr gana siempre la partida. Gente normal que antes en su vida no había demostrado nada, ante la muerte surge su lado angelical o demoniaco, qué de todo hay.

Estos jóvenes españoles, amigos del botellón, que en estos momentos en garajes, plazas recónditas y anónimas o en medio del campo siguen haciendo botellón, psicológicamente tienen la impresión de la finitud próxima de su modo de vida, por eso maricón el último y que me quiten lo bailado. La vida golfa es una celebración anticipada de la muerte y una desvalorización de la realidad tal y como se presenta ante nosotros. Todas estas reacciones se basan en la intuición de la esencial fugacidad y futilidad humana que ellos perciben con una mayor nitidez y su respuesta es el equivalente a las ya citadas danzas de la muerte, de la Edad Media, y a las que ellos llaman juergas, pasarlo bien o lo que nosotros denominamos el canto del cisne de la modernidad. El cisne cuando va a morir canta.

Para terminar dos conclusiones finales, la primera qué la grandeza del ser humano, como dice el filósofo Guarddon, es qué sin él no existe el Universo y gracias a él el Universo se hace consciente de sí mismo, y su debilidad es la muerte. La segunda, que estos niños de primaria, qué piensan que los huevos salen del frigorífico, tras el coronavirus, en el futuro cuando sean mayores si quieren comer huevos tendrán que criar gallinas.

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