Josu Iraeta
Escritor

Qué pena que sea usted gallego

Os conocemos desde hace mucho, sois predecibles, la sociedad conoce de sobra vuestros cambios de dirección, de ahí la escasa credibilidad que os caracteriza. No sois lo que decís y por los caminos que pisáis, nunca llegaréis donde queréis. Vosotros, los que decís ser la derecha española, los que tenéis por enemigo a todo aquel que no comulga con vuestros postulados: dios, patria y rey.

Vosotros, que lejos de ofrecer a vuestros compatriotas posibilidades reales de convivencia y paz, generáis métodos de enfrentamiento con el único objetivo de perpetuar la conflictividad, el dolor y la venganza.

Nadie como vosotros para entorpecer las diferentes opciones de gobernanza. Cuando no aceptan, ni incluyen vuestras exigencias, que lejos de adaptarse a vuestra debilidad representativa, negáis su derecho a quien puede ostentar la mayoría democrática.

Así fueron vuestros antepasados, amantes de la imposición y la violencia estructurada del sistema, y así sois vosotros. No lleváis corbata negra y camisa azul, tampoco guerrera y cartuchera, pero, tenéis el cerebro igualmente enfermo.

Tenéis un concepto paternalista de la verdad, de la ley, de la justicia, de la violencia, que os lleva a definir como terrorismo a todo aquello que no aceptáis y os supone ventaja y beneficio.

Sois vosotros los inductores, que, con la colaboración de vuestros correligionarios en las instituciones judiciales, reabren juicios y alejan a presos políticos como Valentina Morisolli y Gaizka Astorkizaga.

Vosotros, el PP, estáis situados en las antípodas de cualquier sistema que se asemeje a un régimen democrático. Con vuestro credo totalitario, violento y exclusivista, demostráis que os sentís cómodos gestionando la conflictividad que provocáis y os mantiene.

Toda esta serie de razones que expongo me hacen llegar a la más firme convicción de que vuestra estrategia en el PP necesita de la conflictividad política. No puede ser de otra forma. Es decir, buscáis y provocáis la violencia como acción política para intentar deslegitimar los derechos democráticos que subyacen tras ella. Ni más ni menos.

En términos taurinos diría que, cuando vosotros, el PP, «tocáis pelo» secuestráis el sistema, y lo hacéis porque vuestra posición es diametralmente opuesta a la democracia. Poco importa si vuestros dirigentes son ancianos o juveniles, todos anheláis sobresalir, triunfar y para ello buscáis el enfrentamiento, la conflictividad. Es la asignatura «estrella» de la fundación que preside José María Aznar. Es por eso que nadie se sorprendió cuando el señor José Manuel García-Margallo, en su día afirmó: «Desde que no nos matan, no tenemos proyecto».

Lamentablemente, no es el único que expresa la verdad de su partido. Ya antes, otros dijeron: «España funciona cuando funcionan los resortes mágicos del hombre, cuando el hombre se hace sistema, llámese Fernando el Católico o Francisco Franco». Quienes firmaron estos párrafos se postularon para la Real Academia de la Lengua e hicieron su campaña afirmando que: «Pocos se atreven a enfrentarse con sereno valor a una situación que está exigiendo medidas excepcionales, aun a riesgo de reajustar o suprimir formalidades administrativas más o menos solemnes».

Esto hay quien lo exige claro, pero sois vosotros, el PP, quien está dispuesto a llevarlo a la práctica política. Porque es evidente y palmario que la democracia no os gusta. Habéis llegado a afirmar que fue la democracia la causante de la dictadura, o una consecuencia de la misma.

Queréis restablecer la aventura que culminó en el tercer cuarto del pasado siglo XX.

Lo cierto es que en el Estado español no se ha instalado la democracia, esto es, la doctrina favorable a la intervención del pueblo en el gobierno o de su predominio sobre cualquier posible abuso de poder o despotismo. Y esto es así porque la Constitución española no ha sido capaz de articular un sistema democrático. Esa es la cruda verdad que genera preguntas que nadie formula y a las que antes que tarde, la sociedad española deberá responder.

Ante esta situación, ¿pueden los ciudadanos españoles de hoy aceptar que la indignación democrática quede enterrada bajo una mortaja de silencio? El Estado no es virgen porque sí, señores. Y no importa quién ni dónde manifieste lo contrario.

La ideología nacional de extrema y exclusivista de la actual dirección de binomio «PP-Vox», patrocinadora de valores retrógrados, ¿puede ser definida como fascista? Un estudio serio nos mostraría su parentesco con la que prevalecía en la España de los cristianos viejos, con su deseo de vengar viejas «afrentas».

El «populismo extremo» de nuevo delgado y hambriento, ¿de dónde viene, qué raíces tiene?

En estos parámetros nos estamos moviendo. Unos buscan el caos y la conflictividad para poder imponer sus «creencias» extremas, mientras otros trabajamos porque prevalezca el derecho y la razón.

Volviendo a la cabecera del trabajo, «tengo a bien» manifestar que, con lo mucho que amo a Galicia, lo bien que conozco la dura y secular lucha de mis apreciados amigos, qué pena que sea usted gallego.

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