Jesús Valencia
Educador social

¿Qué se oculta tras la máscara?

«Hoy se sabe que la OTAN analizó las ventajas económicas, militares y políticas que reportaría a sus miembros la anhelada ocupación siria; posteriormente, diseñó el reparto del botín que se ejecutaría tras la victoria.»

Hoy se cumplen dos años desde que la  agresión imperia- lista contra Siria irrumpió con furia en aquel castigado país. Desde entonces, el pueblo sirio soporta a diario un diluvio incesante de proyectiles y de mentiras; el habitual bombardeo mediático con el que acostumbra el imperio a encubrir sus barbaridades.


La mayor impostura de las potencias occidentales es la de atribuirse el derecho de intervención; prepotencia de quienes osan justificar, en nombre de una moral tramposa, la violación de soberanías ajenas. Dicen defender a la población oprimida cuando la inmensa mayoría de los 23 millones de sirios rechazan su presencia y su agresión. Hasta las minorías que reclaman un cambio de gobierno están hastiadas de sus presuntos salvadores. Si países «malditos» (pienso en Cuba o Venezuela) fueran hallados culpables de intromisión en la política de otras naciones, serían borrados de la faz de la tierra. En el caso de Siria, la desfachatez occidental no conoce límites. Sus gobernantes alardean de complicidad con las fuerzas desestabilizadoras. Para dar un barniz legitimista a la injerencia han bautizado con calificativos engañosos las herramientas de las que se han dotado. A la «contra» que ellos arman y dirigen la denominan Ejército Sirio Libre; a los estados que se han complotado para machacar al país los llaman Conferencia de amigos de Siria; a un conjunto de políticos corruptos que andan a la greña por el reparto de prebendas, Consejo Nacional Sirio; a un señor que vive en Londres y redacta los informes de acuerdo a los intereses occidentales, le adjudican el título de Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.


El recorrido de las mentiras suele ser corto y, una vez más, se han conocido las intenciones de esta turba de farsantes (el déspota que gobierna en Arabia Saudí se indigna porque dice que Damasco no escucha al pueblo). Hoy se sabe que la OTAN analizó las ventajas económicas, militares y políticas que reportaría a sus miembros la anhelada ocupación siria; posteriormente, diseñó el reparto del botín que se ejecutaría tras la victoria. La CIA  puso en marcha dos canales propagandísticos que emiten desde Londres y Dubai. Los contrarrevolucionarios cubanos radicados en Miami organizaron cursillos de adiestramiento militar para los mercenarios que lucharían contra Damasco. En enero de 2012, la administración norteamericana redactó la Constitución y el Plan de gobierno que se aplicaría en la Siria ocupada. Todo un ejemplo de filantropía.


Son incontables las voces que desenmascaran esta invasión encubierta y que, en la medida de sus posibilidades, la enfrentan. En fechas recientes, un grupo de activistas informáticos atacó las cuentas Twitter y Facebook de Sky News Arabia; era su protesta «contra la parcialidad de los medios extranjeros en la cobertura del conflicto». Nadia Khost es una escritora siria que, como muchas mujeres de su pueblo, soporta a diario esta larga agresión. No se anda con remilgos: «La política occidental refleja el hundimiento de una moral plagada de mentiras y las falsedades, y la ceguera de quienes  conspiran contra nosotras».

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